lunes, 1 de julio de 2019

XIV Domingo del tiempo ordinario. Ciclo C, 7-7-2019. Lucas 10, 1-12. 17-20ñ

   Si la semana pasada celebrábamos el seguimiento como tal, hoy nos situamos en la práctica del mismo. Propongo para vosotros y para mi la frase que el mismo Jesús nos indica:"El reino de Dios ha llegado a vosotros". Sepamos apreciarlo y valorarlo.
   La primera lectura tomada de Isaías 66, 10.14. Nos hace ver la felicidad de sentirnos cerca de Dios, de gozar con todos los que lo aman, y, al final, afirma metafóricamente que nuestros huesos florecerán como un verde prado, manifestándose la mano del Señor a las que están con él.
   La carta de Pablo a los Gálatas(6, 14-18)nos proporciona la segunda lectura. Pablo pide a aquellos primeros cristianos que se pongan de acuerdo. Que se dejen de dos bandos, los de la circuncisión y la no circuncisión. La circuncisión es algo muy sonado y, sin embargo, debe dejar paso a la nueva criatura. Hoy tenemos el problema de católicos conservadores y progresistas, pero fieles a Jesús. No hace mucho se decía que era necesario estar con el Papa. Pues ahora, estemos con Francisco, que tiene una visión alta y acertará a llevarnos por el camino de Jesús. Es un hombre de oración y de mucho amor a Jesús.

   Para una aplicación personal del evangelio de hoy, nos figuramos que somos uno de los setenta y dos enviados por Jesús a misionar. Lo primero que debemos hacer es aprender a hablar de Dios a los demás. Si día a día nos preguntamos cuantas veces hemos hablado de Dios, explícitamente, a los demás, menudo tendremos una respuesta desoladora. Pasan los días y no hablamos expresamente de Dios con otros, para acercarlos al buen camino. Pues, mientras no demos este paso no habremos entendido el evangelio de hoy. Si lo hacemos, sentiremos la alegría de Dios en nuestros corazones. Formaremos parte del grupo de obreros que trabaja por aumentar la cosecha de la mies del Señor. Esta práctica es verdadera oración, es la base de la misma. Y estaremos alegres porque nuestros nombres están escritos en el cielo, como termina este evangelio. Un día leeremos allí nuestro nombre. Desde hoy, ya lo esperamos con fe.

   Compromiso:
   Está muy claro en el comentario evangélico.

 
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