Este domingo, me encuentro con un dilema: explicar directamente el evangelio correspondiente o hacer referencia a la fiesta del día, la Sagrada Familia. Me inclino por esto último. Es necesario conocer algo sobre la familia judía para ver cómo se desarrolló la familia de Jesús, hija culturalmente de su época. Esto suele desconocerse y no sé por qué.
La familia era totalmente patriarcal. La autoridad del padre era absoluta, lo dominaba todo, hasta el punto de que negociaba los matrimonios y decidía el destino de las hijas. Jesús vivió este ambiente y, por ello, abogará en su predicación por unas relaciones familiares más fraternas, donde ese fuerte dominio patriarcal se sustituya por un mutuo servicio. Jesús, seguramente pensando en ese padre plenamente autoritario, dijo: <
Como preparación para dicho autoritarismo patriarcal, al cumplir los ocho años, los niños varones eran introducidos en ese mundo autoritario de los mayores donde se les enseñaba a ser <
Por otro lado, la reputación de la familia, estaba por encima de todo. Es necesario advertir que la familia de Jesús, según costumbre, no era sólo la pequeña célula familiar del padre, esposa e hijos. Jesús, como los demás, estaba integrado en una familia más extensa. Entre los hermanos y hermanas de Jesús, varios estarían casados y tendrían su pequeña familia. Todas ellas formarían la familia extensa de Jesús que, a la vez, sería una parte muy importante de la aldea de Nazaret. Y, todo este clan permanece vigilante para que nada ponga en entredicho su reputación.
Se vigilaba sobre todo a las mujeres. Ellas debían dar hijos varones para mantener el patriarcado. No podían mantener una relación sexual sin el consentimiento del grupo; esto, pues, no se oponía a la castidad que se les inculcaba.
Los judíos de la época de Jesús manifestaban, dos veces al día, su fe en un sólo Dios, por la mañana y por la noche, diciendo: <
Los varones judíos eran circuncidados a los ocho días de su nacimiento. Jesús, al ser circuncidado por su padre, este lo reconoce como hijo e ingresa en la comunidad de la Alianza.
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, por haber tenido un hijo, fue al Templo para presentarlo al Señor. Es así como empieza el evangelio de hoy. Y termina diciendo: <
Reflexión: relee este comentario y hazte una idea del ambiente en que iba creciendo Jesús.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Domingo de la Sagrada Familia. 28/12/2008. Evangelio Lucas 2, 22-40
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Domingo IV de Adviento. 21/12/2008. Evangelio Lucas 1, 26-38
Para empezar, es necesario mencionar que Jesús tuvo hermanos. Ignoramos si nacieron antes o después de él. Así, en el evangelio de Marcos, capítulo 6, versículo 3, se menciona que los habitantes de Nazaret decían: "¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón?, ¿no están sus hermanas aquí con nosotros?". Según Maier, el investigador católico de más prestigio, da como lo más probable que los hermanos y hermanas de Jesús lo fueran realmente, no simplemente parientes. Siendo así, ¿no habría que poner en los Belenes a algún hermano/a al lado de la cuna?.
Si quitamos la virginidad de María, cerramos completamente la entrada a una verdadera fe cristológica. Cristo nos ha sido dado por gracia. Nos justificamos por la fe y no por las obras, aunque la fe, para no ser fe muerta, produce necesariamente obras buenas. La fe ha de ser, necesariamente, fe viva. Así, Jesús se nos da como un regalo de Dios Padre y no por concurso de varón. Dios se hace hombre por amor, para inyectar en los hombres su propia vida, para realizar una gran misión. Jesús se nos da por gracia, como el cielo se nos da gratis, por la fe viva. Por sólo las obras, por buenas que sean no podemos exigirle a Dios el cielo.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Domingo III de Adviento. 14/12/2008. Evangelio de Juan 1, 6-8 y 19-28.
En el evangelio de hoy aparecen tres afirmaciones o temáticas: la referencia a la luz, el bautismo de Juan con su simbolismo, y, finalmente, el anuncio solemne de Jesús.
a) ... y la vida era la luz del hombre (Juan, cap. 1, vers. 4). Es decir, según Juan, para el hombre, la única luz de verdad es el resplandor de la vida. Pero, de una vida que realmente merezca ese nombre. Esa vida, propia de un hombre digno, que habita en el interior del hombre, que le hace realizarse en plenitud, esa vida es la que nos hace descubrir la luz en nuestro interior. Dios ha puesto esa luz dento del hombre, es la que lo orienta hacia el bien y lo atrae con fuerza. Esa luz sale de la misma vida del hombre.
Sin embargo, para los judíos, la luz significaba la misma Ley de Moisés. Esta Ley, y no la propia vida de un hombre justo y bueno, esta Ley, digo, era la luz para los judíos. Al contrario, en el evangelio de Juan, como terminamos de afirmar, "la vida es la luz del hombre"; sin embargo, para los judíos, "la Ley, a la que llaman Luz, es la vida del hombre". Al hombre no lo orienta una ley externa, sino que es la vida misma del hombre justo y bueno la que lo orienta y le da luz. En este sentido, la vida es antes que la doctrina.
Para el evangelio de hoy, la luz verdadera es la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Pero, llegó un momento en que el hombre rechazó esta luz que habitaba en su corazón.
b) Juan el Bautista viene para dar testimonio de la Luz verdadera y le hacen una serie de preguntas a las que contesta negativamente: Yo no soy el Mesías. Ni Elías. Ni el profeta. Le preguntan definitivamente: ¿Entonces, por qué bautizas? Es necesario advertir que entre los judíos había bautismos, pero se bautizaban a sí mismos. Los había religiosos y civiles y tenían diversos significados. Sin embargo, nadie era bautizado por otro. Juan el Bautista bautizaba a los demás. No se bautizaban ellos mismos. Además, el bautismo del Bautista pide la ruptura con las instituciones, avivando el descontento que existía contra ellas. Romper con aquellas es encontrar la luz, encontrar el sentido de la vida. Es pasar de las tinieblas a la luz. Por algo se citan las palabras de Isaías.
c) El Bautista, dice no ser quien a desatarle a Jesús la correa de sus sandalias. El texto hace alusión a la ley judía, según la cual, cuando uno moría sin hijos, un pariente debía casarse con la viuda para dar hijos al difunto. Si el que tenía la obligación de hacerlo no la cumplía, otro podía sustituirlo. Para ello, el que accedía al matrimonio debía desatar la sandalia del que perdía tal derecho.
Por tanto, si Juan no puede desatar las sandalias a Jesús es que Jesús va a ser el verdadero Esposo. Los profetas, a menudo, presentaban la alianza entre Dios y su pueblo como una unión conyugal entre los mismos. Por tanto, Jesús nos ama con el amor de un verdadero Esposo.
Recordemos: ante las instituciones, debemos observar si nos permiten llevar una vida plenamente humana, para con nosotros y para con los demás. Si es así, son camino de luz. De lo contrario, se impone perfeccionarlas o, en lo necesario, no hacer caso de ellas.