martes, 22 de agosto de 2017

XXI Domingo del Tempo Ordinario. Ciclo A. 27-08-2017. Mateo 16,13-20


   Dios deja en manos del género humano asuntos muy importantes, a pesar de las debilidades del mismo, si él encuentra nuestro corazón con una disposición sincera, verá también en nosotros el material con el cual trabajar y edificar. Esta es la temática de este domingo.

   Como frase para memorizar se propone: "Yo también te digo que tu eres Pedro –piedrecita-  y sobre ésta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no podrán contra ella" (Mateo 16,18). Como no podrías memorizar todos los textos que se proponen, este es uno de los que debes tener siempre presente.

   En primer lugar, se propone la lectura de Isaías 22,19-23. En ella, el Señor dice que dará la llave del palacio de David a Eliacén afirmando algo parecido a lo que Jesús le dijo a Pedro: "lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá". Es una lectura que ambienta el evangelio.

   La segunda lectura, Romanos 11,33-36. Nos habla de lo insondable del misterio de Dios. En efecto, la generosidad de Dios es un abismo, la sabiduría de Dios es un abismo y el conocimiento de Dios es un abismo. Acostumbrémonos a amar a Dios como misterio que nos ama profundamente. Digámosle muchas veces al día, que lo amamos. Nuestra relación con él será cada vez más profunda.

   El evangelio de hoy relata uno de los momentos más reveladores sobre Jesús. Es conveniente señalar el lugar donde sucede para mejor comprensión. En tiempos de Jesús había dos ciudades con el nombre de Cesárea: Cesárea marítima y Cesárea de Filipo. En esta última es donde se desarrolla la lectura evangélica de hoy. Está ubicada al norte de Israel al pie del monte Hermón. Un gran manantial baja por dicho monte y en Cesárea de Filipo sale literalmente de la montaña por una cueva. Pero, junto con tanta belleza, el lugar históricamente estuvo vinculado con la idolatría. Los cananeos levantaron allí un altar al dios Baal y los griegos un templo al dios Pan. Allí, Jesús pregunta a los discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?". Los discípulos le manifestaron todo lo que la gente opinaba. A continuación, Jesús preguntó a los discípulos: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Pedro responde: "Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". Jesús lo confirma: él es el Mesías, el Hijo de Dios. Se trata de una revelación espiritual no de un razonamiento. A veces, hay vivencias interiores, suaves y fuertes a la vez, que son verdaderas revelaciones de Dios. Muchos cristianos lo saben. La revelación de hoy es que Jesús es el Hijo de Dios. Y esta revelación la reciben los discípulos en el lugar que había sido dedicado a dos falsos dioses: Pan y Baal. La fe de Pedro en Jesús es una fe fuerte, al menos en ese momento. Nuestra fe también debe ser fe firme.


   Compromiso: Que nuestra fe sea sobre Dios y sus deseos. No una fe que busca utilizar a Dios para conseguir nosotros cosas materiales.


miércoles, 16 de agosto de 2017

XX Domingo del TIempo Ordinario. Ciclo A. 20-8-2017. Mateo 15,21-28.


   En este domingo domina el tema de la salvación universal. Dios se ocupa de la salvación, no sólo del pueblo judío, sino de los extranjeros, de los gentiles, de todos en una palabra. Pero son tres los ejes sobre los que se ancla dicha enseñanza: la oración del que practica la justicia, la misericordia de Dios, y la fe. Una verdadera oración abarca los tres aspectos, y por esta razón se propone como frase a recordar la de Isaías 56,7: "Mi casa es casa de oración".

   La primera lectura se toma de Isaías (56,1.6-7). En ella se habla de los extranjeros que aman el nombre del Señor, del verdadero Dios. Él los llevará a su casa de oración, es decir, los hará personas de oración. Sea en el templo o fuera de él, será verdadera oración, no puramente rezos. Será entrar en contacto con Dios, hacer la oración como la hace Cristo, que el domingo pasado se retiraba solo, al anochecer, para orar.

   Romanos 11,13-15.29-32 es la segunda lectura. Se resume en la frase final: "Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos". Todos hemos pecado, Dios lo ve y lo sabe. Y él se ha decidido a tener misericordia de todos. Y sepámoslo, como nos dice esta misma lectura, los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

   Si en la segunda lectura el tema se refería a la salvación de todos, en el evangelio y en la primera lectura Dios tiene en su punto de vista a los que no pertenecen al pueblo judío, a los extranjeros. Mateo nos relata el pasaje de la mujer cananea. Para situarnos, afirmar que se llamaban cananeos a los fenicios que vivían en el territorio que posteriormente ocuparon los hebreos. Esto nos hace ver que la mujer, aunque pagana, vivía entre los israelitas y conocía sus tradiciones. Por eso llama a Jesús "Hijo de David".

   La aparente repulsa que manifiesta Jesús estimula la fe de la mujer pagana, Aún así, la mujer, que reconoce no tener derecho a pedir ayuda, espera conseguir lo que pide. Pero está dominada por una ideología: la de creer en el absoluto privilegio de Israel. Con Jesús, los paganos no son inferiores a los de Israel. Todos pueden ser de Cristo. Sólo cuando la mujer cananea salta por encima de dicha discriminación, sólo entonces, Jesús cura a su hija. La mujer reconoce que la bondad de Jesús alcanza más allá de los límites del pueblo de Israel. Y Jesús le dice: "¡Qué grande es tu fe, mujer! Que se cumpla lo que pides". Y quedó curada su hija.

   La mujer cananea es figura de la condición de los paganos. Ella y su hija representan el sentimiento de inferioridad ante Dios, de los que no se sienten su pueblo. Madre e hija están poseídas por dicha ideología contraria a Dios. Ellas viven con el deseo de encontrar la salvación en Jesús.


   Compromiso: lo que no va conforme al evangelio es ideología, aunque provenga de la curia vaticana que legisla. ¿Encuentras alguna ideología actualmente en la Iglesia? ¿La admites o la rechazas? Actúa cristianamente en consecuencia.


lunes, 7 de agosto de 2017

XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 13-8-2017. Mat. 14, 22-33

   Podemos afirmar que en las lecturas de hoy subyace el tema de la fe. En un mundo como el actual, en el que la fe de las gentes parece derrumbarse, es muy conveniente retomar diversos aspectos concernientes a la fe y sacarlos a la luz del día.

   Para memorizar se propone sencillamente un trozo del versículo 11 de la primera lectura, que dice: "aguarda, que el Señor va a pasar".

   Y así entramos de lleno en dicha lectura (1 Reyes 19, 11-13). En la vida del creyente es fundamental saber, creer, sentir, experimentar, que Dios pasa a través de nuestras vidas de diferentes formas. Cuando una persona afirma que no cree en nada, podemos darle el siguiente consejo. Dile todos los días a Dios que si un día te lo hace ver claro, tu creerás en él. Eso sí, tienes que ser fiel en rezarle todos los días, con sinceridad. No canses. Ten por seguro que Dios pasa cerca de ti.

   Segunda lectura (Rom 9, 1-5). Aquí toca Pablo el tema de que los cristianos gentiles han ganado el favor de Dios en contra de los judíos, que crucificaron a Jesús. Así se lo creen los de procedencia gentil. Una división entre los primeros cristianos. También hoy tenemos división entre los cristianos e incluso entre los mismos católicos. Pongamos todos nuestro granito de arena y démonos un gran abrazo de paz y hermandad. Pero, el mismo Vaticano debe hacer examen de conciencia y ver la culpa que tiene en ello. ¡Hay que ver la gran oposición al Papa Francisco de parte de gente de la curia vaticana!

   En el evangelio, el de Jesús andando sobre las aguas, vemos retratados a aquellos primeros cristianos padeciendo una persecución. Jesús es un hombre de profunda oración. De acción para extender el evangelio y de oración que le sale del interior. Después de despedir a la gente, sube al monte para orar a solas. Los discípulos, no sólo los apóstoles, lo esperan a la otra orilla. Jesús ora hasta la madrugada.

   Este evangelio nos dice en lenguaje judío que Jesús es Dios, pues "andar sobre el agua" era atributo propio de Dios. Además, cuando los discípulos creen que Jesús es un fantasma, él contesta "soy yo". Con esta misma fórmula, se manifiesta Dios en el Antiguo Testamento.

   La fe ocupa un lugar fundamental en este evangelio, pues los cristianos padecen persecución, como decía más arriba. La reacción de los cristianos debe ser la oración profunda, no lo que vulgarmente llamamos rezos, oraciones hechas que recitamos de memoria. Es la que Jesús hace hasta la madrugada. Es la que en otros comentarios del evangelio nos hacía experimentar la presencia de Dios, presencia que tenía un nombre entre los judíos: la Shekhinar. Con esta clase de experiencia divina se vence cualquier tipo de persecución, de tempestad. Sentimos que el Señor pasa cerca de nosotros como nos dice la frase que memorizamos hoy.


   Compromiso: aprender a hacer oración, a hablar con Dios.


martes, 1 de agosto de 2017

Transfiguración del Señor. Ciclo A. 6-8-2017. Mateo 17,1-9

   En la fiesta de la Transfiguración se nos presentan tres visiones o apariciones, una en cada lectura, haciendo referencia a Jesús de Nazaret. Y a Él se dirige la frase que hoy se propone para memorizar: "La palabra profética, a la cual hacéis muy bien en atender, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que luzca el día y el lucero amanezca en vuestros corazones" (2 Pedro, 1, 19).

   La primera lectura se toma del libro bíblico del Antiguo Testamento llamado Daniel, capítulo 7, versículos 9-10. 13-14. Está escrito en el lenguaje llamado de Merkabá, que es el lenguaje de visiones y propio del misticismo judío. En él, el anciano de días es Dios, y se sentó en calidad de juez. El color blanco nos garantiza que merece nuestra más profunda confianza y repeto. Quedémonos con esta enseñanza.

   La segunda lectura (2 Pedro 1,16-19) nos pone de manifiesto que el apóstol Pedro no nos contó fábulas fantasiosas, sino que fue con los demás apóstoles testigo ocular de la grandeza de nuestro Señor y, personalmente, vivió experiencias místicas como la que se celebra hoy. ¡Que nos afinquemos fuertemente en la fe que hemos recibido, y que nadie nos la robe!

   En el texto del evangelio vemos que Jesús, con Pedro, Santiago y Juan, sube a un monte alto. Cuanto más alto el monte, parece que estamos más cerca de Dios, más se siente su presencia. Esta misma presencia la vivían también los judíos de la época de Jesús. El resplandor del rostro de Jesús es de un profundo significado. El rostro resplandeciente de Moisés fue una imagen poderosa en la historia de Israel. Se puede afirmar que detrás de todo ello existe una experiencia mística, pues todos sabemos que Jesús hacía mucha oración y, al oscurecer, cuando la gente se iba, aprovechaba para hacerla en pleno monte, en plena naturaleza. Seguro que los discípulos la habían hecho más de una vez junto a Él y conocían muchas de sus experiencias místicas.

   A la Iglesia le ha gustado siempre mucho esta historia, pero sin saber qué hacer con ella. Es una experiencia más allá de nuestro alcance, y por tanto, difícil de comprender. Nos habla de la identidad de Jesús, nos afirma quién es él. En este pasaje de la transfiguración se encuentran muchos paralelismos entre Jesús y Moisés.

   Las lecturas de este domingo nos ofrecen lecciones preciosas. De la primera lectura, quedémonos con la profunda confianza en Dios, que nos lleva a consolidarnos fuertemente en la fe, según indicación de la segunda lectura, no olvidando que ambas cosas son fruto de la abundante y constante vida de oración, siguiendo el ejemplo de Jesús.

   Compromiso: tener vida de oración.

 
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