martes, 26 de noviembre de 2013

I Domingo de Adviento. Ciclo A. 01/12/2013. Mateo 24,37-44

   En este domingo entramos en el Adviento y comienzan las lecturas del ciclo A para el presente año litúrgico. La primera de hoy es del profeta Isaías (2,1-5). Es una lectura del final de los días. El Señor está en su monte por encima de  todos los montes, en lenguaje metafórico. En aquellos tiempos, todos los pueblos vivirán en paz; el Señor será el árbitro de las naciones y de las espadas, hará arados.

   Si todos caminásemos bajo la luz de Dios, este mundo ya sería una balsa de paz, sin guerras ni peleas.

   Dice Pablo en su carta a los Romanos (13,11-14), usando también el lenguaje metafórico, que la noche ya termina y llega la plena luz, el día. Por lo tanto, dejemos las obras de las tinieblas y cojamos las armas de la fe. Vistámonos del Señor Jesucristo.

   Ya en el evangelio, este queda resumido en el final del mismo cuando dice: "Estad preparados porque a la hora que menos penseis viene el Hijo del hombre".

   En este año que empieza, sin duda, algunos se encontrarán con el Hijo del hombre que viene. Se encontrarán a través de una predicación, de las palabras de un creyente amigo, de una enfermedad, o del recuerdo y nueva aceptación de sus antiguas experiencias religiosas, o de las vivencias junto a sus padres. Incluso algunos se encontrarán con Jesús, cara a cara en la muerte. Siempre es verdad que a la hora que menos se piense, viene el Hijo del hombre. Tenemos que estar siempre abiertos a recibirlo y aceptarlo.

   Este evangelio nos invita a estar vigilantes. Es verdad que hay que vigilar, pero no para defenderse sino para salir al encuentro.

   Aparece en este evangelio la expresión "Hijo del hombre". Esta expresión se remonta al libro bíblico de Daniel y está a mitad de camino entre lo divino y lo humano, lo individual y lo colectivo. Se incluyen Dios y el hombre, pero sin confundirse. La historia se presenta como un abrazo entre los dos protagonistas, Dios y el hombre. Los dos deben terminar dándose un abrazo.

   El evangelio de hoy se sitúa dentro de la mentalidad y la sicología propia del ambiente religioso judío, es decir, de los tiempos de Jesús. En aquella época se esperaba, de forma inminente, la llegada de un ser divino que pondría fin al estado de cosas existente. Según va pasando el tiempo se cae fácilmente en una despreocupación sobre la espera en su llegada, y uno acaba no estando alerta y durmiéndose.

   Sea lo que sea, para un creyente es imprescindible pensar, como se dijo más arriba, que el Hijo del hombre puede llegar en cualquier momento para darnos el abrazo de amor. Recibámoslo con los brazos abiertos.

   Compromiso:
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