lunes, 23 de abril de 2012

IV Domingo de Pascua. Ciclo B. 29/04/2012. Juan 10, 11-18

   Hoy leemos el evangelio que nos presenta a Jesús como nuestro pastor. Pero, decir que Jesús es el buen pastor, es decir muy poco. Mejor es afirmar que es el partor por excelencia. Imposible otro mejor. Así lo refleja la correspondiente palabra griega que, en el versículo 32 del cap. 10, nos habla de las excelentes obras de Jesús y, en las bodas de Caná, de la excelencia del vino del milagro.

   Jesús se ha denominado"puerta" por ser la puerta que nos lleva a la vida. Ahora, se presenta como pastor. El modelo de pastor, el verdadero pastor.

   Cuando se vive una vida de oración, de comunión con Jesús y de comunión eucarística, existe una relación personal de conocimiento mútuo, profundo e íntimo entre Jesús y nosotros. Por esta razón dice Jesús que conoce a sus ovejas y ellas lo conocen a él. Hay una relación de amor entre Jesús y los suyos, fruto del Espíritu que se nos da y que vibra en nosotros. Esta experiencia nos hace conocer personalmente al Padre Dios y a su enviado Jesús, el Mesías. Es una realidad que sólo el cristiano comprende. Sólo los de Jesús la entienden.

   El pastor por excelencia, el pastor óptimo, no vino sólo a Israel. Dice Jesús que hay otras ovejas que no son del redil judío. La futura comunidad de Jesús es de horizonte universalista. El amor de Dios se extiende a la humanidad entera.

   La fuerte unión entre pastor y rebaño, entre pastor y su comunidad, se  manifiesta por la ausencia de la conjunción copulativa "y", afirmando que habrá "un solo rebaño, (y) un solo pastor". Se forma una sóla unidad entre comunidad y pastor. Se funden los dos en un solo abrazo.

   Jesús forma un rebaño, pero no crea una institución paralela y opuesta a la judía, de la que saca a los que escuchan su voz. Su comunidad no se encierra en una institución. El hombre cultivado por el Espíritu de Jesús es el reino de Dios. Y estos hombres, cultivados por el espíritu de Jesús, se encuentran en la Iglesia católica y fuera de ella. No en vano dice el concilio Vaticano II que "la Iglesia de Cristo subyace en la Iglesia Católica". Afirma que subyace, pero no afirma que lo sea en su totalidad. En todos los sitios hay cosas aceptables y cosas desechables. Solamente los conservadores a ultranza no pueden aceptar el concilio Vaticano II en su totalidad. Y estos grupos conservadores cada vez cobran más fuerza. Pero, los demás seguiremos escuchando la voz del pastor excelente e iremos hacia la nueva evangelización que nos piden los últimos papas. Es necesario abandonar los moldes viejos. El mandamiento que Jesús recibe del Padre es dar la vida por sus ovejas y la dará hasta el final.

   Compromiso:
   Refrescar mis experiencias espirituales con las de este comentario.

 
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