martes, 26 de mayo de 2009

Domingo de Pascua de Pentecostés. 31/05/2009. Juan, 15,26-27 y 16,12-15.

Jesús dará a los discípulos, no sólo a los apóstoles, un defensor que es el Espíritu de la verdad, y su misión es dar testimonio a favor de Jesús. La palabra "Espíritu" significa aliento o viento. Referido a Dios, es su vida y su fuerza. Y, por ser vida y fuerza de Dios, es la verdad, es el Espíritu de la verdad.

Dará testimonio dentro de la comunidad de creyentes para asegurarles en la verdad del mensaje y en cómo deben actuar. El Espíritu, que procede de Dios, produce una experiencia interior en los cristianos y les consolida en su postura de testimonio y de acción. Debe considerarse que el Padre que nos envía el Espíritu no es sólo el Padre de Jesús, sino el Padre, el Padre de todos. El Esíritu es la experiencia real y verdadera de Dios en nosotros. Es una experiencia y vivencia divinas, producto de la voluntad de Dios. Por eso mismo, nosotros damos también testimonio (v.v. 26 y 27). Si estamos con Jesús el Espíritu de la verdad está en nosotros y viceversa.

Para entender lo que sigue, debemos darnos cuenta de que los discípulos aún no saben cómo va a morir Jesús, ni podrían comprender el por qué de esa muerte (v. 12). Es el Espíritu el que les irá haciendo entender todo ello, incluída su resurrección o exaltación. No se trata de comunicar una doctrina nueva, sino de hacer comprender toda la realidad sobre Jesús. Todas las verdades religiosas cristianas están contenidas en la Palabra de Dios. Esto está de acuerdo con un buen estudio del Vaticano II y Trento.

Lucas en los Hechos de los Apóstoles, y el evangelio de Juan son los únicos que hablan del regalo del Espíritu a los discípulos. Para Lucas, el descenso del Espíritu es un suceso público; sin embargo, en Juan, los discípulos recibirán el Espíritu privadamente, aunque forzosamente tendrá una transcendencia pública. Las circunstancias en el mundo cambian y el Espíritu nos hará ir haciendo lo conveniente en cada caso, para lograr una mayor y mejor adhesión a Jesús. Es comprender los "signos de los tiempos" a la luz del evangelio. Hemos de estar abiertos a la vida y a la historia y a la voz del Espíritu de Jesús que nos las interpreta, y nos indica cómo debemos ir evolucionando en cada circunstancia, permaneciendo siempre adheridos a Jesús (v. 13).

El Espíritu tomará de Jesús lo que nos haya de comunicar. Pero, Jesús es todo amor. A esto se reducen sus mandamientos. Es lo que nos pone en comunicación a unos con otros, en sintonía con Jesús y a través de la historia (v.v. 14-15).

Aplicación:
Existe una fuerte tensión entre el evangelio de hoy y Vaticano II por una parte, y Ratzinger con H. Urs Von Balthasar por otra. Este último es uno de los primeros teólogos que proclama una lectura involutiva del Vaticano II. Para él, la "Gaudium et Spes" del concilio rezuma un optimismo ingenuo con relación al mundo, al que le da tanta importancia en el misterio de la salvación. Por ello, se ponen trabas a la recepción conciliar. Entre Ratzinger y H. U. Von Balthasar hay una cierta sintonía. ¿Existe en nuestra iglesia católica una oposición al Vaticano II? Sería triste, pero ahí queda la reflexión. No se olvide, por ejemplo, la teología de la liberación.

Compromiso:
Informarme en lo que concierne a la puesta en práctica del Concilio Vaticano II. Estudiar sus documentos.

 
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