lunes, 2 de junio de 2014

X Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 8/6/214. Juan 2O, 19-23

   El tono de las lecturas del presente domingo de Pentecostés viene dado por la presencia del Espíritu en las tres lecturas. En Hechos de los Apóstoles (2,1-11), nos habla Lucas de lo que se conmemora en un día como hoy. A Lucas, ya desde antiguo, se llama "pintor entre los evangelistas". En efecto, presenta algunos mensajes en cuadros verdaderamente impresionantes. Dice la lectura que "se llenaron todos del Espíritu Santo", pero la escena se describe con fenómenos sensibles que la acompañan. Dios está verdaderamente cercano a nosotros como se describe con un ruido del  cielo o con un viento recio que resuena en toda la casa. Un texto rabínico nos dice que en el monte Sinaí, cuando la entrega de los mandamientos, la voz de Dios se dividió en setenta lenguas y así fueron proclamados a todos los pueblos, en su propia lengua. Lucas se sirve de los medios culturales de la época para expresar, de forma gráfica, la venida del Espíritu, experiencia que no está al alcance de los sentidos, pero que debe expresarse de alguna forma.

   La segunda lectura (1 Corintios 12, 3b-7. 12-13) empieza manifestando la necesidad de la acción del Espíritu Santo para conocer la realidad de Jesús. Al final de la lectura, se recuerda que "hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un sólo cuerpo. Y todos hemos bebido de un sólo Espíritu". En estas dos frases, está resumida la  lectura. El bautismo de la primitiva Iglesia era el resultado de una fe viva y de verdadera vivencia de Dios. Los creyentes se encontraban pues bajo la acción del Espírtu Santo y, sin duda, esa es la causa de tantos mártires en aquella Iglesia.

   La celebración de la Cena del Señor o Eucaristía parece ser el momento de muchas apariciones del resucitado. La del evangelio de hoy, en efecto, sucede el primer día de la semana, Dia del Señor o domingo. Jesús está en medio de los discípulos, su presencia es vivida por todos y nos hace sentir y vivir su paz. La paz que él nos da. En la celebración de la Eucaristía vivimos cada vez la presencia viva de Jesús resucitado. Su paz debemos hacerla viva en toda la comunidad.

   Y al final de este evangelio dice Jesús: "Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos". Jesús no dice esto a los obispos ni a los curas. Lo dice a todos los discípulos, es decir a todos los creyentes. El evangelista Juan no habla de confesar los pecados a un sacerdote como se hace hoy día. Por escasez de espacio no se puede explicar aquí el concepto de pecado en el evangelio de Juan. Si aprendiésemos de verdad a saber pedir perdón y a perdonarnos unos a otros, esto sería mucho más importante. Además, debemos aprender a saber pedir perdón a Dios de todo corazón y a sentirnos de verdad perdonados.

   Compromiso:
   Aprende a pedir con fe perdón a Dios y al hermano. Y, aprende a perdonar.

 
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