jueves, 4 de mayo de 2017

IV Domingo después de Pascua. Ciclo A. 7/5/2017. Juan 10,1-10

   Hoy, acorde con el evangelio, es el domingo del Buen Pastor y, por la misma razón, la jornada mundial de oración por las vocaciones. Jesucristo, como buen Pastor, nos llena de una inmensa alegría y nos lleva a reconocer cuanto nos ha amado gratuitamente. Pero, dar gracias por todo ello no basta.

   Como frase a memorizar y practicar nos viene bien recordar que Jesús "se ponía en las manos del que juzga justamente" (1Pedro 2). Ponernos en las manos de Dios ese es el gran aprendizaje a realizar cada uno de nosotros.

   La primera lectura (Hechos 2,14a.36-41) nos indica con claridad, cuando todavía no se acostumbraba al bautismo de niños, que lo primero que debe hacerse es convertirse y luego bautizarse en nombre de Jesucristo para que se nos perdonen nuestros pecados y recibamos el Espíritu Santo. Cuando se vive en medio de un mundo injusto y malo y nosotros participamos de esa misma forma de vida, lo primero es convertirse para después bautizarse, es decir, hacerse discípulo de Jesús. Es necesario escapar de la perversidad del mundo.

La segunda lectura (1Pedro 2,20b-25) afirma que Jesús, cuando lo insultaban, no devolvía los insultos y que en sus sufrimientos se puso siempre en las manos del Padre. Aprendamos a echarnos en los brazos de Dios, digámoslo muchas veces y hagamos de ello una verdadera oración. A veces andamos descarriados, pero debemos volver al pastor de nuestras vidas.

   Es precioso el evangelio del Buen Pastor. Según todos los contextos, las ovejas son el pueblo dominado por los dirigentes religiosos. No debemos dejarnos dominar por ellos si vemos que no trabajan de verdad. En este sentido, el Papa Francisco habla muy claro. Los sacramentos no pueden comprarse con dinero. Además, nuestra Iglesia está muy clericalizada y siempre es lo que el cura diga. Los fieles no tienen, a menudo, ni voz ni voto. Sin embargo, Jesús conoce sus ovejas por su nombre. Para Jesús somos personas, no somos una masa de borregos. Jesús cuenta con nosotros, con nuestras ideas, nos da una libertad de pensamiento para llevar a cabo la expansión del evangelio. No nos clericaliza. Los de Jesús viviremos con él, unidos con él. Jesús camina delante de nosotros y nosotros le seguimos.

   Una parte del clero vive de la conciencia de ser ellos los jefes del pueblo y no son capaces de entender este evangelio correctamente, aunque lo prediquen. Si seguimos a Francisco, debemos cambiar la concepción y la praxis. Entrar por la puerta, que es Jesús, es lo  mismo que acercarse a él, darle su adhesión. Pero, la adhesión es a Jesús, que no quiere una Iglesia clericalizada, sino una Iglesia donde haya una libertad evangélica para trabajar por la expansión del evangelio, sin estigmatizar sin fundamento, como pecado mortal, cualquier transgresión puramente eclesiástica.

   Compromiso:
   Trabaja algo por expandir los deseo de Cristo

 
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