miércoles, 7 de mayo de 2014

IV DOMINGO DE PASCUA. CICLO A. 11 – 5 – 2014. JUAN 10,1 – 10

                Seguimos saboreando la Pascua, la resurrección del Señor. La primera lectura, que no es del Antiguo Testamento, sino de los Hechos de loa Apóstoles (2, 14a, 36-41) nos presenta de nuevo a Pedro predicando sobre la nueva vida de Jesús, Nos recuerda cómo a Jesús crucificado, Dios lo ha constituído Señor. Jesús es , desde ahora, el Señor. Antes de la resurrección no era aún y, por esta razón, no se le llamaba “el Señor”. Para la interpretación de los evangelios debe tenerse en cuenta. Cuando los evangelios no se refieren propiamente a la vida de Jesús, aunque lo parezca, sino que se refieren a problemas planteados en la primera comunidad de cristianos, se utiliza la denominación de “el Señor” y no se le llama Jesús.

                En esta misma lectura, se afirma que por el bautismo se perdonan todos los pecados y se nos da el Espíritu Santo, sin necesidad de esperar a la Confirmación.

                La segunda lectura es de la primera carta de Pedro (2, 20b – 25). En ella se alaba a los cristianos por que obran el bien a pesar de que les cuesta seguimiento. Es necesario seguir las huellas de Jesús que cargado con nuestros pecados subió al leño de la cruz.

En el evangelio, Jesús se presenta como pastor y como puerta. Además, se resalta la voz de Jesús como pastor. Es una voz que conocen perfectamente las ovejas, los discípulos, los creyentes. La voz de Jesús se reconoce interiormente por cada uno de nosotros, forma parte del cúmulo de experiencias religiosas que hay en cada uno de nosotros. Es maravilloso reconocer a Jesús como Pastor. Las ovejas lo reconocen por la voz. Los cristianos también lo reconocemos por la voz, por la voz interior que resuena dentro de nosotros. Todos tenemos la experiencia religiosa que nos viene de la vida, del aliento, o mejor del Viento que viene de Dios. Eso es el Espíritu de Dios, la fuerza de Dios. Recordemos siempre nuestras experiencias religiosas, son nuestros mejor sostén. No las olvidemos. Y los predicadores deben hablar con frecuencia de ellas, para que los fieles reconozcan siempre el sonido de la voz de Jesús. En la experiencia cristiana es fundamental la recepción eucarísticas, el encuentro con Jesús. Él abre nuestros corazones a Dios y a los hermanos, para que el viento de Dios sople en nosotros. Jesús ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. En este evangelio se presenta a Jesús no sólo como pastor, si no también como puerta por la que debemos entrar.

Palabras clave: pastor

Compromiso: recibir a Jesús en la eucaristía, recordando este evangelio


 
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