miércoles, 24 de abril de 2013

V Domingo de Pascua. Ciclo C. 28/04/2013. Juan 13,31-35

Se continúa con lecturas de los Hechos de los Apóstoles para darnos una impresión de la historia de los comienzos de la Iglesia. Hoy el capítulo 14, versículos del 21b al 27. Dice este texto que "hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios". En efecto, poco antes, a Pablo lo lapidaron y lo arrastraron fuera de la ciudad dándole por muerto. De verdad, a Pablo le toca sufrir mucho por causa de predicar la fe. Su testimonio molesta.

   Las iglesias de las que se habla en este texto no son edificios donde se celebre el culto. Son iglesias domésticas, es decir, de la casa de una familia en la que se usaría un salón para la reunión de los cristianos, y en la que el cabeza de familia, hombre o mujer, presidiría la eucaristía. Algo parecido a lo que hoy se hace en Holanda promovido por los dominicos. Existen muchas parroquias sin sacerdote. En ellas, se reunen los creyentes del pueblo y todos juntos celebran la eucaristía y comulgan de lo consagrado por ellos. Hay estudios teológicos serios sobre ello y de autores nada sospechosos.

   Dice también esta lectura que se nombraban presbíteros en cada iglesia. Según los investigadores, se trata de un anacronismo. Además, en vez de presbíteros debería traducirse "ancianos" y sólo se daban en Jerusalén. No eran presbíteros como los de hoy día.

   La enseñanza del hecho que mencionamos es la fuerza creyente, evangélica, de esos cristianos holandeses. Es una experiencia de Cristo maravillosa. ¡Y los primeros cristianos reunidos en una casa van en esa línea. Además, como afirma el Papa Francisco, él prefiere que nos equivoquemos a que tengamos que pedirle permiso en todo.

   Con relación al evangelio, la glorificación de Jesús se manifiesta en su decisión de obedecer hasta morir en una cruz para continuar con la resurrección y ascensión. Es el gran misterio del dolor. El gran misterio de la muerte. Cuando comprendamos nuestra nada delante de Dios y lo amemos sinceramente, estaremos en vía de abandonarnos a él, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad. Y, a continuación, después de palpar la nada de nuestro ser, palparemos las maravillas de la gloria junto a Dios. Nuestro ejemplo es Jesús.

   Un mandamiento nuevo nos da el Señor. Un mandamiento simple para que un niño pequeño lo pueda memorizar y realizar. Pero, a la vez, un mandamiento profundo que nos obliga a mucho.

   Aunque Jesús lo llame mandamiento nuevo, no es completamente nuevo. Basta recordar la Biblia en el libro llamado Levítico, capítulo 19 versículos 18 y 34.

   Sin embargo, hay algo nuevo. Que debemos amarnos como Jesús nos amó. Pero, en este caso, el mandamiento de Jesús se enfoca hacia la comunidad, es decir, debemos amar a nuestros hermanos cristianos. En los evangelios sinópticos hay suficientes textos en que se nos habla del amor incluso a los enemigos. Aquí, sin embargo, debía existir algún problema dentro de la comunidad cristiana, y el escritor del evangelio pone esas palabras en boca de Jesús, que sin duda reflejan sus deseos primordiales.

   No cabe duda que el cumplimiento del mandamiento del amor es algo que arrastra, como manifestación de nuestro amor a Jesús. Según el antiguo escritor Tertuliano, los paganos decían: "Ved como se aman", refiriéndose a los cristianos.

  El testimonio cristiano puede darse predicando en las calles, en tertulias que tantas veces desaprovechamos, sea en los bares o fuera de ellos, en la misma liturgia, pero, en cualquiera de las facetas debe incluir un amor palpable. Además, el amor incluye siempre el respeto a los signos de los tiempos.
   (Para completar ideas, puede consultar mi comentario del 2/5/2010. Para ello, busque en el blog en la columna de la derecha el año 2010. A continuación localice el evangelio de la fecha dicha).

   Compromiso:
   Reflexiona sobre qué habría que hacer hoy, para que la gente se acerque más a Dios y a Jesús. Si te parece, envía tus reflexiones y haz un comentario.

 
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