miércoles, 31 de agosto de 2011

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 04/09/2011. Mateo 18,15-20

   Podemos considerar tres partes en el evangelio de hoy: la corrección fraterna, el poder de atar y desatar y el valor de la comunidad.

   Sobre la corrección fraterna, consta en este evangelio la obligación del ofensor de reconocer su culpa y aceptar la reconciliación. Las ofensas producen divisiones en la comunidad, lo cual debe repararse lo antes posible. El que se considera ofendido debe mostrar su perdón y facilitar la reconciliación. El ofensor debe reconocer su  falta y ambos mostrar buena voluntad. Si esto no sucede deberá hablarse ante testigos y, si aún no es posible el acuerdo, hablarlo con los demás, es decir, con la comunidad de creyentes. Así es como se debe obrar entre creyentes. Por esta razón, entre creyentes cristianos se debe dar gran importancia a la fe para que la reconciliación tenga un fuerte sentido de unidad cristiana, ya que siempre tiene un mayor alcance que la pura fraternización humana, sin quitarle a esta la gran importancia que tiene.

   Pasando a la segunda parte de este evangelio, las palabras de Jesús nos refuerzan y esclarecen totalmente la interpretación que se hacía del evangelio del domingo XXI de este Tiempo Ordinario, con relación a Pedro.

   Jesús, como se desprende del capítulo 18, versículo 1, está acompañado de discípulos y a ellos se dirige cuando habla. No se trata pues de los apóstoles, sino de los discípulos en general. Y a esos discípulos, es decir, a los creyentes como comunidad, les dice: "Todo lo que atéis en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo". La comunidad es la que detenta el poder de atar y desatar, no ninguna persona en concreto.

   A este respecto, si queremos permanecer fieles a los orígenes evangélicos mirando hacia atrás, y a los signos de los tiempos revalorizados por el Concilio Vaticano II, mirando hacia adelante, se debería educar a los fieles en el desarrollo histórico del perdón de los pecados hasta llegar a la costumbre de la confesión actual. Gracias a Dios, hoy se a abriendo paso la absolución colectiva sin confesión, aunque sí con la preparación para el arrepentimiento. En este sentido, se vuelve aunque tímidamente y con una fuerte oposición, pero sin condenas, a la revalorización del aspecto comunitario.

   Hemos entrado así en la tercera parte del evangelio de hoy: el valor de la comunidad entre los creyentes. En este sentido, con lo dicho es suficiente. Sólo recordar las palabras de Jesús con las que termina el evangelio de hoy: "Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

   Compromiso:
   1) Manifiéstate como creyente cristiano, sin avergonzarte, aunque no estés de acuerdo con algunas cosas de la institución eclesial.
   2) Trata de que otros cristianos se manifiesten también así, sin ocultarlo.

jueves, 25 de agosto de 2011

Domingo XXII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28-8-2011. Mateo, 16, 21-27

Con el evangelio de hoy comienza una nueva sección, y en ella Jesús empieza a mostrar la inevitabilidad de su muerte. Ella será consecuencia de su toma de posición contra la ideología injusta del poder.

Jesús tiene que padecer de mano de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y será ejecutado. Al tercer día resucitará. Los senadores o ancianos eran los miembros del Gran Consejo o Sanedrín y eran los grandes terratenientes. Los sumos sacerdotes ocupaban los altos cargos de la jerarquía sacerdotal. Los letrados, en su mayoría miembros del partido fariseo, formaban el tercer grupo del Gran Consejo del Sanedrín. Este Gran consejo, representante de todas las clases dirigentes, va a pasar a la acción contra Jesús. Pronunciará la sentencia de muerte, no en nombre de Dios, sino de “su dios”, aunque ellos digan lo contrario. Dios no quiere la muerte de Jesús, pero esta se ha hecho inevitable por la oposición de los dirigentes al buen mensaje de Jesús, cuya misión consistía en liberar de la opresión religioso-política que se ejercía por las instituciones y sus representantes religiosos o civiles.

Jesús sufrirá la oposición implacable de las autoridades que lo condenarán a muerte, pero Dios Padre lo resucitará al tercer día, es decir, en un breve espacio de tiempo, según la fórmula literaria consagrada entre los judíos.

Pedro, que el domingo pasado expresaba la fe auténtica, ahora no acepta lo que se deriva de ella. Coge aparte a Jesús y lo increpa duramente. El verbo que usa el evangelio es fortísimo e indica que Jesús, como destinatario de la increpación, se opone al plan de Dios. Una cosa es aceptar la fe y otra defenderla hasta el final, incluso con peligro de perder la vida. Es lo que Pedro no acepta, y Jesús se ve obligado a rechazarlo con la fuerza con que rechazaba a satanás. Pedro desconoce aquello de que “sangre de mártires es semilla de cristianos”. Nunca hay que renegar de la fe; hay que defenderla hasta el final, aunque suponga la vida. A dios hay que defenderlo siempre, cueste lo que cueste. Como dice el mismo Jesús, “si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero si la pierde por mí, la encontrará”. El Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta”.

Pero, volviendo a la reacción de Pedro, “un Dios crucificado” nos obliga a cuestionar todas las imágenes que nosotros nos hacemos de Dios. ¿Qué hace Dios en una cruz? Con Dios en la cruz o se termina nuestra fe en él, o empezamos a creer en él de otra manera.

Compromiso: ¡¡Ábrete al misterio increíble de un Dios que te ama de manera insospechada!!

lunes, 15 de agosto de 2011

Domingo XXI del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21/08/2011. Mateo 16,13-20.

   El evangelio de hoy gira alrededor de dos ideas principales: la mesianidad y divinidad de Jesús y las llaves del reino de los cielos.

   Debemos empezar por la ambientación de este evangelio. Jesús continúa por la Galilea del Norte y se interna en los dominios de la tetrarquía de Filipo. La capital de ésta era Cesárea y había sido construída en honor de Augusto. Sobre una gran rocosidad de Cesárea, Herodes el Grande había levantado un espléndido templo de mármol blanco para honrar a Augusto, dominando sobre la ciudad y la campiña, desde lo alto de la roca. Si estaban en la proximidad de la ciudad, es muy probable que Jesús haya utilizado la vista de ese templo sobre la roca para referir la nueva roca sobre la que edificaría su Iglesia.

   Empieza este evangelio preguntando Jesús: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?". Los discípulos refieren las diversas opiniones que circulan entre la gente y, a continuación, Jesús les interroga sobre su propia opinión: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le contesta afirmando que lo sabe porque el mismo Padre del cielo se lo ha hecho ver. Y continúa diciendo a Pedro: "Tu eres Piedra, y sobre esta roca voy a edificar mi Iglesia, y el poder de la muerte no la derrotará. Te daré las llaves del reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".

   La traducción que se propone aquí es seria y expuesta por buenos exégetas católicos. Pedro es piedra y la roca es la confesión de fe. Es la diferencia en griego entre "petros", piedra que puede moverse y lanzarse, y "petra", roca y símbolo de la firmeza inconmovible de la fe. Para comprender mejor que no se trata simplemente de poderes dados exclusivamente a Pedro es suficiente examinar Mateo, 18,18-19, donde el poder de atar y desatar se confiere, no sólo a los apóstoles sino a todos los discípulos y, por lo tanto, a todos los cristianos. Estos, tienen autoridad para cancelar pecados en la tierra, es decir, para desatar. Lo comentaremos en el evangelio del domingo primero de septiembre.

   Compromiso:
   Conserva siempre la firmeza de la fe. Para ello, es necesario practicarla. Dicha firmeza debe ser tan firme como una verdadera roca, que no se viene abajo.

martes, 9 de agosto de 2011

Domingo XX del Tiempo Ordinario. 14/08/2011. Ciclo A. Mateo 15,21-28.

   Por tres veces, este evangelio llama Señor a Jesús. Como ya se dijo repetidamente, el nombre de "Señor" proyecta a Jesús como ya resucitado. Es así como lo ve la primera comunidad cristiana, que acude al resucitado cuando necesita solucionar sus problemas. En este caso, unos son partidarios de llevar el evangelio a los no judíos y gentiles y, por el contrario, otros no lo ven así. Para defender la universalidad del evangelio fue necesario recrear un relato que reflejase el verdadero pensamiento de Jesús. Además, en el pensamiento judío, la enfermedad no siempre es física o psíquica. Puede ser una forma de conducta ideológica, a la que se puede llamar posesión del demonio.

   En este evangelio una madre pagana pide al Señor la curación de su hija que tiene un demonio muy malo. Jesús aparenta no hacerle caso pero, ante la insistencia, le da una contestación que refleja la forma de pensar de algunos: "No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perrillos".

   La mujer replica: "Cierto, Señor, pero también los perrillos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos".

   La aparente repulsa de Jesús estimula la fe de la mujer pagana. Y, Jesús le dice: "¡Qué grande es tu fe, mujer! Que se cumpla lo que deseas". En aquel momento quedó curada su hija.

   El evangelio de hoy nos muestra la fuerza de la fe frente al dominio que las ideologías tratan, a menudo, de imponer a las personas. Aquellos judíos, ya cristianos, que trataban de impedir que los valores divinos se pusieran también en manos paganas, aún siendo cristianos, estaban dominados por una ideología. Y, viceversa, los paganos fácilmente están poseídos de una ideología contraria a Dios. Es, posiblemente, la posesión diabólica de la joven. La petición de la madre representa el anhelo de encontrar salvación en Jesús.

   La bondad de Jesús supera los límites que, a veces, imponen las ideologías. Y, algunos movimientos católicos de actualidad deben tener un exquisito cuidado, para no confundir lo específicamente cristiano con posibles ideologías que fácilmente se adentran. Aún así, la bondad de Jesús se adentra en los corazones, pero las ideologías, a menudo, impiden que la luz de la fe se manifieste debidamente.

   Los evangelios son unas obras de alto valor teológico que reflejan el pensamiento de la Iglesia primitiva. El evangelio de hoy podría dar lugar a una serie de reuniones de estudio muy interesantes. Temas como la ideología y la fe son temas candentes.

   Compromiso:
   Recuerda que la fe hay que cultivarla y esto se hace por la práctica y la oración. ¡Decídete!
  

lunes, 1 de agosto de 2011

Domingo XIX del Tiempo Ordinario. 07/08/2011. Ciclo A. Mateo, 14, 22-33.

   Como otras veces, en este evangelio se le llama a Jesús, por dos veces "Señor". Como se recordará "Señor" se lo aplica la primera comunidad cristiana, porque Jesús ya ha resucitado. Y, al Señor resucitado acude esa primera comunidad cuando tiene algún difícil problema. Consciente de que Jesús ha resucitado, vivendo esa fe en profundidad, acude a él en momentos difíciles y cuando tiene que fortalecerse para salir airosa, porque los vientos de la persecución u otras dificultades arrecian. Por esta razón, podemos afirmar que este pasaje evangélico es creado o recreado como una alegoría por aquellos primeros cristianos.

   Jesús sube al monte solo a orar. Jesús ama el rezar en plena naturaleza. Es muy necesario que los cristianos aprendamos a cultivar un silencio atento a la escucha. Está bien que la oración sea una conversación con Dios, pero, en ella debemos cultivar también un silencio atento a la escucha. A esto ayuda mucho el orar en plena naturaleza. Dejar que Dios nos hable estando atento a la escucha. Es necesario lograr una aprehensión intuitiva de Dios, algo muy diferente de lo que se logra con un razonar discursivo o contemplando una imagen. Aprovechemos pues, cuando salgamos al campo o estemos en plena naturaleza para hacer oración de verdad. No recitemos de memoria oraciones que ya sabemos. Aprovechemos para que nuestro interior se refresque con la presencia divina y demos gracias a Dios amándole intensamente. Esta es la enseñanza de Jesús orando, como hoy, en el monte, en plena naturaleza. No la olvidemos  y practiquémosla.

   Mientras tanto, los discípulos se encuentran lejos de tierra, maltratados por el oleaje porque llevan el viento en contra. De madrugada, Jesús ha terminado su oración y se les acerca andando por el lago. Los discípulos, sean o no apóstoles, se asustan pensando que es un fantasma y daban gritos de miedo. Por dos veces llaman a Jesús, Señor. Ahora, empieza claramente la redacción de la primera comunidad. La barca de los discípulos es figura de la comunidad. El viento en contra representa los problemas de los discípulos que no desean marchar a evangelizar en país pagano, es decir, a la otra orilla y que deben hacerlo para extender el reino de Dios.

   Andar sobre el agua, en la Biblia, aparece como un atributo de Dios (Job 9,8 y 38,16). Pedro quiere andar también sobre el agua, desea participar de la condición divina de Jesús. Se trata de ser Hijo de Dios. No sólo lo es Jesús, los demás también podemos ser Hijos de Dios, como Pedro.

   Este evangelio presenta verdades muy profundas y se presta a verdadera meditación.

   Compromiso:
   Aprendamos a hacer oración en plena naturaleza, para después poder hacerla en cualquier lugar.

 
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