jueves, 15 de febrero de 2018

I Domingo de Cuaresma. Ciclo C. 18-2-2018. Marcos 1,12-15

   Hoy es el primer domingo del tiempo litúrgico que comenzó con el miércoles de Ceniza. Durante este tiempo mantengamos la mirada puesta en la Pascua como la gran victoria de Jesús. Situémonos definitivamente en la senda de Jesús.

   Tanto en la primera como en la segunda lectura se nos presenta una señal o símbolo de la salvación que nos trae Dios y que proclamará en el evangelio. Cuando veamos un arco iris, acordémonos de que Dios nos ama tanto en las alegrías como en las más duras penas. Al final de la lluvia siempre el sol nos trae el arco iris. Dibujémoslo alguna vez con estos mismos pensamientos. Esta es la enseñanza de la primera lectura, tomada del primer libro de la Biblia, Génesis 9,8-15.

   La segunda lectura de esta misa es de la 1ª carta de Pedro 3,18-22. Nos dice que a Jesús podemos verlo desde dos perspectivas: como hombre y como poseedor del Espíritu. Como hombre pudieron matarlo, pero como poseedor del Espíritu volvió a la vida. Nosotros debemos dar una importancia total y definitiva al Espíritu en Jesús y en nosotros. Por el símbolo de las aguas -tanto del diluvio como del bautismo- se nos recuerda la salvación de Dios. Pedro nos dice que pidamos a Dios una conciencia pura, con todo lo que esto puede significar para un creyente.

   El evangelio nos dibuja, con un simbolismo muy real, el escenario donde Jesús va a realizar su actividad para enseñar su mensaje. Por unos o por otros, más de una vez en la vida se tratará de persuadirle para que abandone el ritmo que lleva. Por su manifiesto compromiso con la gente para llevarla a Dios y liberarla de esclavitudes, incluso religiosas, algunos tratarán de convertirlo en líder político que pueda conquistar el poder. A Jesús nadie le comprende, está muy solo. Está en un desierto. Este es el escenario de su vida.

   Allí en el desierto estuvo cuarenta días tentado por Satanás, entre las fieras. Y los ángeles le servían. El número cuarenta señala un periodo de tiempo en el que perdura la misma situación, en este caso de soledad. Satanás es quien desea que la obra de Dios no siga adelante. Las fieras son los poderes opresores, religiosos o políticos. Van a la par con Satanás. Dice el evangelio que los ángeles le servían, y en Marcos los ángeles pueden ser hombres, son los que colaboran con Jesús.

   Como se ve, este relato es totalmente metafórico, pero pinta muy realmente el escenario donde se va a desarrollar la vida de Jesús. Este no saldrá del desierto si no es con su muerte.

   Hoy podemos preguntarnos: ¿Está Jesús en el desierto, solo, abandonado? ¿Le ayudamos? ¿Su obra va hacia adelante o retrocede? ¿Ponemos en práctica el evangelio? ¿Vivimos la fe? ¿Seguimos el evangelio, o nos entretenemos con determinadas órdenes vaticanas? Este evangelio nos presenta un gran espacio para meditar. Es exigente, pero da mucha alegría.

   Compromiso: comprométete a algo para aliviar el desierto de Jesús.


 
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