jueves, 14 de noviembre de 2019

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 17-11-2019. Lucas 21,5-9

     Las lecturas de la misa de este domingo se centran en la salvación y el juicio de Dios. En efecto, hoy se recalca el futuro día del juicio final: los justos se salvarán, ellos tendrán la parte positiva, no serán consumidos, no perecerán.

     Como frase a recordar se propone el final del evangelio de hoy: "Ni un solo cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas" (Lucas 21,19).

     El libro bíblico de Malaquías (3,19-20a) nos proporciona la primera lectura de la misa de hoy. En ella se hace referencia a la salvación y al juicio de Dios. A unos, un calor ardiente los quemará y de los árboles no quedará ni copa ni raíz. Pero a los que temen el nombre del Señor les iluminará un sol de justicia que dará una saludable sombra. Esto ha de verse en un contexto global del diálogo de Dios con Israel, y hoy, por tanto, de Dios con su Iglesia, como quiso hacer el Concilio Vaticano II, que estuvo bloqueado durante 50 años. Ahora empieza a verse alguna luz con el papa Francisco, a pesar de mucha oposición.

     La segunda lectura es de 2 Tesalonicenses 3,7-12. Pablo se pone como ejemplo no queriendo vivir a costa de los cristianos a quienes dedica su tiempo. Pablo afirma: "Trabajamos para no ser carga a ninguno de vosotros". Es una idea a la que alguna vez se ha referido el papa Francisco. El problema está en cómo llevarla a la práctica. Esta lectura, no obstante, termina afirmando "que (los misioneros y predicadores) trabajan con sosiego para comer su propio pan".

     Como está indicado en el encabezamiento, el evangelio de hoy se toma de Lucas. El llamamiento a la conversión nunca pierde importancia. Ni siquiera a la vuelta del destierro de los judíos a Babilonia. En ese ambiente se mueve la primera lectura, del libro de Malaquías, y en él continuamos ahora con el evangelio. La misma reflexión que hacían los que contemplaban la belleza del templo judío, podríamos hacerla nosotros ante nuestras catedrales. pero, Jesús nos presenta su reflexión. Antes de que llegue el fin de todas esas bellezas, luchará pueblo contra pueblo, habrá grandes terremotos, os llevarán presos. Tendréis que dar testimonio de vuestra fe en Dios. Pero tendréis palabras y sabiduría para responder. Matarán a algunos de vosotros y os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestra alma.

     Pues bien, nuestra fidelidad debe ser hasta el final. Pero amando a Dios, es decir, fieles a Jesús de Nazaret, Dios hecho hombre. Esa fidelidad va inmersa en una gran felicidad. Es Dios que inunda nuestros corazones, Es la felicidad que atestiguan los mártires. No es nada morboso, es la paz de Dios en nuestros corazones. No sabemos lo que puede esperarnos en la vida. A lo mejor se nos depara ser mártires, dar la vida por ser fieles al mensaje evangélico, a Dios. En lo más interior de nuestro corazón, seamos siempre fieles a Dios, a pesar de nuestras debilidades humanas, de nuestros pecados. Como nos dice la primera lectura, nos iluminará un sol de justicia y encontraremos vida a su sombra.

     Compromiso:
     Reflexiona sobre tu fidelidad a Dios.



 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.