martes, 20 de agosto de 2013

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 25/08/2013. Lucas 13,22-30

   La primera lectura tomada del libro bíblico de Isaías (cap. 66, versículos 18-21) tiene para nosotros el gran honor de mencionar a España con el nombre de aquella época, es decir, con el nombre de Tarsis. De entre los que ven la gloria del Señor Dios, éste envía algunos a diversas naciones, entre ellas a Tarsis (España) para que anuncien su gloria. De esos lugares, mandarán ofrendas al templo del Señor en Jerusalén, décho en lenguaje de la época, pues sabemos que a Dios se le puede honrar en cualquier lugar del mundo. Y, entre los de diversas naciones, Israel escogerá sacerdotes, termina diciendo esta primera lectura.

   En nuestra iglesia católica, está planteada la cuestión de admitir las mujeres al sacerdocio. La jerarquía considera cerrada esta posibilidad, pero, en el pueblo de Dios hay varios movimientos a su favor. De hecho, existen varias mujeres ordenadas por obispos y no a todas ha sido enviada notificación de excomunión.

   En la segunda lectura (Carta a los Hebreos 12,5-7,11-13) se nos aconseja que afrontemos las dificultades y sigamos caminando por un camino allanado para que el cojo ya no tropiece y se sienta aliviado.

   Es necesario que fortalezcamos a los más débiles en la fe, que animemos a los más vacilantes y que procuremos facilitar el camino a los demás.

   Con relación al evangelio de este domingo, Lucas ha creado un marco literario utilizando un viaje en el que va haciendo paradas para reflexionar. El evangelio de hoy está formado por una pregunta, una parábola y una máxima final. Jesús utiliza esta técnica cuando no comparte el planteamiento del que le hace la pregunta. La respuesta no va de acuerdo con la pregunta.

   Una imagen del cielo, que estaba muy extendida, era la de un salón dispuesto preparado para un banquete. El acceso es a través de una puerta estrecha que se cierra para comenzar el banquete. Siguiendo la mentalidad judía, los que se salven serán los judíos, sean pocos o muchos. En este sentido, le hacen la pregunta a Jesús. Sean pocos o muchos, serán sólo judíos, piensan. Es a esta formar de pensar a la que responde Jesús. En el ejemplo o parábola el Señor pone como únicos comensales judíos, es decir como salvados, a Abrahán, Isaac, Jacob y los profetas. Sin embargo, añade que vendrán al banquete, es decir, se salvarán, de Oriente y Occidente, de Norte y del Sur, mientras que los judíos que escuchan, serán echados fuera.

   Jesús no responde a la pregunta de si son muchos o pocos los que se salvan. Afirma que el pertenecer al pueblo de Dios, es decir, al pueblo judío, no es garantía de salvación. El no desea aterrorizar a los pecadores ni tranquilizar a los justos; desea que todos estemos en actitud de conversión.

   Compromiso:
   Procura estar siempre en actitud de conversión.

 
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