martes, 12 de agosto de 2008

Domingo XX del Tiempo Ordinario. 17/08/2008. Mateo 15, 21-28

El tema principal del evangelio del domingo de hoy trata, centralmente, de la ideología de la discriminación. Es un tema que cobra gran importancia en los tiempos actuales debido a la abundante inmigración en los diversos países europeos.
Aunque a menudo recordamos que debe leerse el texto correspondiente del evangelio, vamos a hacer brevemente una síntesis. Jesús marcha del territorio judío y se adentra en territorio pagano. Concretamente en Tiro y Sidón. Una mujer se pone a gritar al Señor para que tenga compasión de su hija, que tiene un demonio muy malo. Ante el ruego de los discípulos para que la atienda, Él contesta:
- "Me han enviado sólo para las quejas descarriadas de Israel". Ella lo alcanza y vuelve a pedirle:
-"¡Socórreme, Señor!".
Jesús sigue insistiendo en que el pan es para los hijos (los judíos), no para los perrillos (los paganos).
La mujer persiste llamándole "Señor" y le dice que también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Jesús le dice que su fe es grande y que se cumpla lo que desea.
En aquel momento quedó curada su hija.

Como hemos visto, la mujer pagana llama siempre "Señor" a Jesús. Como ya dijimos otras veces, llamar "Señor" a Jesús, es situarse fuera de la vida terrena de Jesús y dentro de la primitiva comunidad cristiana. Jesús resucitado es el "Señor".

Un problema que se plantea después de la muerte de Jesús es sobre la predicación a los paganos, o no judíos, y su integración entre los cristianos. En este evangelio se elimina toda discriminación. Todos tienen derecho a que se les predique la Buena Noticia y a ser cristianos. Tanto en este caso, como en el del endemoniado sordo y mudo (Mateo 12, 22), Jesús no expulsa el demonio, pero la persona queda curada. Y es que no lo expulsa porque, en este caso, demonio equivalía a una ideología que domina a la persona. La ideología era que los paganos no pueden ser Hijos de Dios, no pueden recibir la Buena Noticia, como queda dicho. Pero Jesús dice que no sólo los judíos, también los paganos pueden tener una fe fuerte en Él y esta fe elimina todas las barreras. Entonces, Jesús cura a la muchacha.

Hoy día, yo disfruto cuando veo a un negro africano, por ejemplo, ir a mi lado, con gran fe a comulgar. No hay discriminación alguna entre razas y pueblos. Es el gran milagro del Señor.

 
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