martes, 22 de noviembre de 2011

Domingo I de Adviento. Ciclo A. 27/11/2011. Marcos 13,33-37

   Comenzamos el Adviento con un corto evangelio, en el que las palabras "vigilad" y "velad" lo marcan totalmente. Pero, si queremos entenderlo bien debemos contrastarlo con la segunda lectura de la primera carta de Pablo a los Corintios. Mientras que el evangelio insiste fuertemente en la necesidad de permanecer vigilantes porque el dueño de la casa puede llegar inesperadamente y puede encontrarnos dormidos, Pablo, en dicha carta, manifiesta a los cristianos de Corinto que Jesús los mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué ser acusados. Porque Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro.  "¡Y él es fiel!" Este final es una afirmación rotunda.

   Repito, "nos llamó Dios a participar en la vida de su Hijo porque nos mantendrá firmes hasta el final" ¡Y él es fiel!

   Mientras el evangelio insiste en la gran necesidad de estar vigilantes, la segunda lectura afirma que Dios nos mantendrá firmes hasta el final. Es como la cara y la cruz de una moneda o el haz y el envés de la hoja del árbol. Es la salvación que Jesús nos trae gratuitamente, sin merecerla, por muchas obras buenas que realicemos, como se decía en el comentario del evangelio del domingo anterior. Contábamos la diferencia que existía entre mérito "de condigno" y mérito "de congruo". Pero, a esta salvación que se nos ofrece gratuitamente, nosotros podemos rechazarla.

   Ese es el peligro. Que nos vayamos enfriando en el amor a Dios - inseparable del amor al prójimo - y lleguemos a afirmar que no nos importa la salvación que nos trae Dios. Se puede caer muy profundo, y todo es posible. En este sentido, debemos estar vigilantes.

   Manteniéndonos en el amor a Dios y al hermano, ya estamos vigilantes, ya velamos. Y nuestra salvación está gratuítamente asegurada a pesar de nuestras debilidades. Esta es doctrina evangélica, cristiana y católica segura.

   ¡Qúe bien está puesta la segunda lectura de esta misa del primer domingo de Adviento, para perfilar y esclarecer la comprensión del evangelio!

   Si Dios nos salva, nosotros somos, como dicen la primera lechera (Isaías, 64) un paño manchado por la sangre de la regla.

   Compromiso:
   Tratar de comprender el ejemplo de la cara y cruz de la moneda. Como ayuda, recordar el evangelio de la semana anterior.

 
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