martes, 26 de enero de 2010

Domingo IV del Tiempo Ordinario. 31/01/2010. Lucas, 4, 21-30.

De nuevo se nos presenta hoy a Jesús en la sinagoga, aprovechando para enseñar. La esencia de su predicación es vivir de una manera nueva, no la misma ley, sino la esencia de la ley cuyo meollo es el amor con que Dios Padre nos ama y con el que nosotros debemos amarnos. Así, habrá una vida digna y dichosa para todos, aún en medio del dolor y sufrimiento. El evangelio de hoy se desarrolla en Nazaret, un sábado, día festivo para los judíos. Su sinagoga era, quizá, una simple casa que se utilizaba como lugar de oración y para tratar asuntos de interés para la gente del pueblo. Allí, se escuchaba la Palabra de Dios leída de la Biblia y después comenzaba la predicación, en la que cualquier varón adulto podía tomar la palabra. ¡Qué bonito sería instaurar esta costumbre en nuestras iglesias! Pero, es difícil hacerlo aunque algunos liturgistas lo defiendan.

En Nazaret, Jesús tiene un gran éxito con sus enseñanzas. Dice Lucas que "todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios". Pero, siempre hay quien no tolera que un hijo del pueblo sobresalga o tenga algún éxito. Por ello, Jesús es expulsado de la sinagoga de su pueblo, donde se crió.

Antes de este suceso, Jesús les recuerda que, cuando hubo varios años de sequía, sólo una viuda supo conservar su fe en Dios y el profeta Elías acudió a ayudarla. Ella era extranjera. Algo parecido vemos también con el leproso de Siria, otro extranjero. Al oir esto, todos los que estaban en la sinagoga se ponen de pie y lo llevan empujándolo hasta un barranco, para despeñarlo. Jesús logra alejarse. En el lugar de esta sinagoga de Nazaret, existe hoy una austera iglesia.

Jesús se presenta como el Mesías en dicha sinagoga: "hoy se ha cumplido esta palabra", dice ante la gente. A Dios nunca lo vió nadie. Pero Jesús es la revelación de Dios. Gracias a él, sabemos que Dios nos ama profundamente. El Espíritu que Jesús nos da nos hace vivir la vida de Dios en nosotros mismos. Sentimos a Dios que está cerca de nosotros. Que está con nosotros. Por eso, Jesús es el Mesías. En el plan de Dios así estaba previsto.

Pasando a la actualidad, algunos estudiosos judíos, aunque no cristianos, afirman que Jesús enseñó el sentido de la ley. Por encima o no de su cumplimiento, lo esencial de la ley es relacionarnos existencialmente con Dios. Quien logra esto, lo ha logrado todo. Este es el sentido de la ley: un instrumento, unas muletas para ayudarnos en nuestra adhesión a Jesús, en nuestra relación con él y el Padre Dios.

Compromiso:
No sintamos vergüenza de hablar positivamente de Dios y de conversaciones religiosas, al igual que se habla de futbol. Lo cortés no quita lo valiente. Pero, para ello, tengamos una cierta cultura religiosa.

martes, 19 de enero de 2010

Domingo III del Tiempo Ordinario. 24-1-2010. Lucas, 1,1-4 y 4,14-21

El evangelio de hoy comienza afirmando que su autor, según escribe al Excelentísimo Teófilo, se decide a escribir los hechos ocurridos, entre ellos, sobre Jesús. Lo comprueba todo y lo escribe para que Teófilo conozca la solidez de las enseñanzas que recibió. Afirma, el autor de este evangelio que, ya antes que él, también otros emprendieron la tarea de componer un relato de los mismos hechos, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra.

La primitiva Iglesia identifica al educado y elegante historiador de este evangelio como el mismo Lucas, que escribió el libro de los Hechos de los Apóstoles. Afirma que fue compañero de viaje de Pablo, incluyendo las enseñanzas de este. Su evangelio está dirigido a los gentiles de habla griega. Fue escrito a los treinta y tantos años después de la muerte de Jesús. Pero, según la costumbre judía, los seguidores de Jesús podrían, incluso, haber tomado notas de sus palabras y hechos en el período anterior a la creación de los relatos de los evangelios. Todo igual a como podemos hacerlo hoy.

La fe tiene una base histórica. Como ya vemos en la cabecera de este comentario, el evangelio de la misa de hoy consta de dos partes, una del capítulo primero y la otra del cuarto. En ésta se habla de la actividad de Jesús enseñando en las sinagogas.

En Palestina se han descubierto las ruinas de más de cien sinagogas especialmente en Galilea y alrededor de esta ciudad. Galilea había sido mayoritariamente pagana, pero gracias a las sinagogas el judaísmo revivió en ella. El tipo de sinagoga que Jesús debió conocer, es rectangular con gradas de piedra alrededor de los muros y un espacio central donde se leían y exponían las Escrituras o Biblia de los judíos.

En las sinagogas de Galilea se origina la fama de Jesús por toda la comarca y es en la de Nazaret, donde se había criado, donde un sábado - día festivo para los judíos - se pone en pie para pedir leer. Le entregan el libro de la Biblia llamado del profeta Isaías y, desenrollándolo, lee aquel pasaje que comienza afirmando: "El Espíritu del Señor está sobre mí...." Enrollando el libro, lo devuelve al que le ayudaba y se sienta. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. El les dijo: "Hoy se cumple esto que acabáis de oir".

Volvemos a decir que nuestra fe en Jesús, al mismo tiempo que es obra del Espíritu que había en nosotros, tiene una base histórica. Jesús vivió en este mundo, nos enseñó el modo de vida que Dios quiere para nosotros y vive junto al Padre. Jesús sigue vivo para nosotros que hemos creído y nos vivifica por la donación del Espíritu.

Compromiso:
aficionarme a leer los evangelios o algún libro serio sobre Jesús.

miércoles, 13 de enero de 2010

Domingo II del Tiempo Ordinario. 17/01/2010. San Juan, 2,1-11

Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea. Esta boda se celebra al tercer día después de lo último relatado en este evangelio, de forma que la boda sucede al día sexto. El primer día hace Juan el Bautista una declaración sobre Jesús. El segundo pronuncia una solemmne declaración. En el tercero, se adhieren a Jesús los primeros discípulos. El cuarto día, Jesús sale para Galilea, llama a Felipe y se encuentra con Natanael. Y al tercer día, esto es, dos más tarde, suceden las bodas de Caná, es decir, al día sexto del comienzo de las dataciones del evangelio de Juan. Este es un dato muy importante porque también, en la creación, el hombre es creado al sexto día. Jesús, ahora, va a crear al nuevo hombre, en el que va a habitar el Espíritu de Dios, y al que experimentará en su corazón por el amor.



En la boda de hoy, la madre de Jesús no aparece con nombre propio. Ella no llama hijo a Jesús y este tampoco la llama madre. Esta le dice: "no tienen vino". No se dirige al jefe del banquete, que es responsable de la carencia de vino. El no tiene esperanza en el Mesías y por lo tanto no puede solucionarlo. La boda es símbolo de la alianza entre Dios y los hombres y el vino, según el Cantar de los Cantares, es símbolo del amor. Por lo tanto, en esa alianza hay amor, pero no es el gran amor que Jesús trajo a nuestros corazones. Se necesita un nuevo vino. El viejo ya no es capaz de animar más el amor.



Jesús contesta a su madre: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora". En aquella época un hijo jamás se dirige a su madre llamándola mujer. Sin embargo, mujer sí puede designar a una casada o esposa. Jesús usa el término mujer para dirigirse a su madre, a la samaritana y a María Magdalena. Las tres se conciben como esposas de diversas comunidades. María, su madre, es la esposa de la comunidad judía que espera de verdad al Mesías. Y, aquí, Jesús pone el vino en conexión con su hora, con sus padecimientos. El vino adquiere un carácter simbólico, al igual que toda la boda.

Las tinajas de piedra son prácticamente inamovibles. Destinadas a la purificación, este era un concepto que dominaba la antigua Ley. A través de ésta, no se percibe el amor que Dios nos tiene. Las tinajas son seis, no siete. Este es el número perfecto. Seis indica la ineficacia de aquella purificación. El agua, se convierte en vino fuera de dichas tinajas pues el mayordomo prueba el "agua" que se convierte en "vino" fuera de las mismas.

La vida del Espíritu, la vida de Dios en nosotros, el nuevo vino, el vino del verdadero amor es el vino que nos trae Jesús, representado en el relato literario de las bodas de Caná.

Aquí, la madre de Jesús se contrapone al mayordomo. Ella es la esposa del Israel que reconoce al Mesías. El mayordomo representa a los que no saben apreciar la novedad del regalo del Espíritu que nos trae Jesús.

Este evangelio de hoy termina diciendo que en Caná comenzó Jesús sus signos, manifestó su gloria y los discípulos le dieron su adhesión.

Propósito:
Que las circunstancias de la vida nos sirvan para aumentar nuestra adhesión a Jesús. Y que el vino nos recuerde el amor que Dios nos tiene.

jueves, 7 de enero de 2010

Bautismo del Señor. 10/01/2010. Lucas 3, 15-16 y 21-22

El bautismo de Jesús es un dato muy seguro de la vida de Jesús y sucede en torno al año 28. Este bautismo plantea, sobre todo, dos problemas. Si Jesús acepta ser bautizado ¿no es Jesús inferior a quién lo bautiza? Y, si los que van a bautizarse al Jordán lo hacen para pedir perdón de sus pecados, ¿no es también Jesús un pecador? En este sentido, se debe aclarar que en el bautismo proclamado por Juan se pedía también perdón por los pecados del pueblo, como tal pueblo. La gente se comprometía a procurar en todo un cambio radical. Se pedía una conversión de todo el pueblo como colectividad y en el bautismo había un compromiso para ello. Esta es la razón por la que Jesús, que crecía en edad, y sabiduría, va perfilando en el río Jordán las grandes líneas de su misión. Jesús asume este bautismo como signo y compromiso de un cambio radical. De sus noches de oración en el desierto del Jordán, Jesús guarda probablemente el recuerdo en la costubre que tenía de retirarse de noche a un lugar solitario para comunicarse con Dios. Es un hecho histórico.

Hoy se reconoce que su bautismo es la ocasión en que el propio Jesús se hace consciente de su misión.

Sin embargo, el propio Bautista reconoce su inferioridad frente a Jesús cuando declara que no es digno de desatarle la correa de sus sandalias. Desatar las sandalias significaba que el desatado perdía todos sus derechos y los recibía el que desataba. Aquí, el Bautista no se juzga digno de recibir la misión propia de Jesús.

Jesús va a bautizar en Espíritu y fuego. Esto es un dato de primera categoría para los que nos hemos adherido a Jesús y mantenemos un contacto personal con él. Vivimos del Espíritu. No en vano el teólogo Danielon afirmaba que la fe está basada en un contacto personal con Cristo. Y, esto es una realidad, fruto del Espíritu. El Espíritu nos da una vida propia de los creyentes. Sólo estos la sienten, la comprenden y la viven. Y, por esta razón, podemos conocer esta vida en los demás. Si no tenemos estas vivencias, se nos escapa lo que es la vida del Espíritu y no podemos comprender a los que la tienen aunque, a veces, los envidiemos.

Cuando Jesús se bautiza y está orando se abre el cielo, baja el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma y viene una voz del cielo que dice: "Tú eres mi Hijo, el amado, el pedilecto". La paloma es un símbolo cristiano que representa al Espíritu. Jesús es proclamado el Hijo de Dios.

Compromiso:
Después de esta lectura, haz tu propio compromiso.

 
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