lunes, 8 de febrero de 2021

VI Domingo del Tiempo Ordinario. 14/02/2021. Marcos 1, 40-45. Ciclo B.

    Hoy se nos presenta como centro de la misa la figura de una persona que fácilmente contagia a los demás: no se le puede tocar ni dejar que nos toque. Es un leproso para la sociedad de aquella época, aunque científicamente quizá no lo sea. Además, es una enfermedad que produce impureza por donde quiera que pase. El leproso tiene que estar fuera de los lugares habitados e indicar su presencia a los demás. Era como un muerto que anda por el mundo solitario. El leproso es una figura de lo que podemos ser nosotros ante Dios. Debemos considerarnos unos leprosos ante Dios. Pero, sin olvidar lo mucho que Dios nos quiere.

   El tercer libro de la Biblia es el Levítico. La primera lectura de la misa de hoy se toma de él, capítulo 13, versículos 1-2.44-46. Allí se relata crudamente lo que hemos dicho. No hace falta más explicación. Menos mal que viene el Salmo 31,1b-2.5.11 y nos libera. 

   La segunda lectura es de la primera carta a los Coríntios 10,31-11,1. Comienza dándonos una lección estupenda sobre cómo ha de ser nuestro comportamiento. Dice que comamos o bebamos o hagamos lo que hagamos, que lo hagamos siempre para gloria de Dios. No debemos escandalizar a nadie. 

   Marcos 1,40-45, entramos ya en el evangelio de este domingo. Un leproso se le acerca diciéndole que si puede curarle. Jesús, enseguida, lo toca diciéndole:"Quiero, queda limpio". Este "tocar" de Jesús parece hacer referencia a que alguna virtud sale de Jesús y pasa al leproso para sanarle. Seguro que más de una vez hemos sentido lo que Dios hace en nuestras almas, cómo de una forma o de otra, sabemos que Dios nos va llevando hacia Él. Nos acerca cada vez más a sus intimidades.

   El leproso del que hoy nos habla el evangelio empieza a pregonar bien alto su propia curación. Y se divulga el hecho de la curación del leproso de forma que la gente no dejeba en paz a Jesús. 

   Nosotros dejémonos llevar por la mano de Dios, seámosle fieles de verdad y que él nos vaya concediendo lo que desee.

   Y pidámosle a Dios por los enfermos del coronavirus y, sobre todo, por los que murieron en soledad y tristeza, solos, sin su familia. Ya han reparado sus pecados.


   Propósito: De nuevo te digo que me gustaría que leyeses despacio este sencillo comentario al evangelio, y que la idea que te parezca bien la transformes en compromiso.

 
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