Jesús atraviesa la ciudad de Jericó y un hombre llamado Zaqueo, rico y jefe de publicanos, pero bajo de estatura, trata de ver a Jesús a quien, sin duda, ya conocía. Para ello, Zaqueo se sube a una higuera, ya que desde ella se dominaba el camino por donde debía pasar Jesús.
Como ya se dijo otros domingos, Jesús está realizando su último viaje desde Galilea a Jerusalén. Desde Jericó, donde se encuentra hoy, había una carretera directa que llevaba, a través de las tierras montañosas de Judea, hasta la capital, es decir, a Jerusalén. Esta Jericó del Nuevo Testamento es una ciudad que el emperador romano Augusto cedió a Herodes el Grande hacia el año 30 antes de Cristo. Está situada en un fértil oasis y, en aquella época, adornada con espléndidos palacios. El hecho de que Zaqueo fuese un jefe de publicanos nos indica que Jericó era un centro administrativo regional.
Sabemos de otros domingos, que los recaudadores de impuestos eran gentes muy impopulares por la sospecha de que recuadaban más de la cuantía permitida por los impuestos. Además, se les asociaba con ladrones, pecadores, prostitutas y paganos. Tampoco se les perdonaba que fuesen colaboradores de una nación dominante.
Jesús ve a Zaqueo, habla con él y se hospeda en su casa. Al ver esto, todos lo criticaban diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador".
De aquí podemos sacar la primera enseñanza de este evangelio. Zaqueo, por su cargo, tenía muy mala fama sin fundamento. ¿Por qué se le equipara a las prostitutas y a los ladrones si no sabemos nada de su vida? El era el jefe y no cobraba directamente los impuestos. No podía pues, cobrar de más a la gente. Además, según el evangelio, parece que él era rico ya de por sí. Sea lo que sea, ¿cuántas veces juzgamos sin fundamento a los demás, como ahora lo hacen con Jesús y Zaqueo?
Sin embargo, ellos prescinden de todas las críticas y la reacción de Zaqueo es maravillosa: "la mitad de mis bienes, Señor, la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado le restituiré cuatro veces más".
Observamos que Zaqueo llama Señor a Jesús, con lo que una vez más, esto texto manifiesta algún problema de la iglesia primitiva. Se sitúa después de la resurrección de Jesús, ya constituído "Señor". El problema debe de ser la necesidad de atender a los pobres y se propone a Zaqueo como ejemplo.
Algunas de las primeras comunidades cristianas habían puesto en práctica la comunidad de bienes, algo muy laudable en su intención pero que pronto fracasó. En este evangelio se busca otra solución que es fomentar en otros la respuesta de Zaqueo. Cada uno debe ayudar según sus posibilidades, pero siempre con esplendidez.
Compromiso:
Preocúpate más de dar para Cáritas o de ayudar personalmente.
martes, 26 de octubre de 2010
Domingo XXXI del tiempo ordinario. 31/10/2010. Lucas, 19,1-10.
martes, 19 de octubre de 2010
Domingo XXX del tiempo ordinario. 24/10/2010. Lucas, 18,9-14.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Domingo XXIX del tiempo ordinario. 17/10/2010. Lucas, 18,1-8.
jueves, 7 de octubre de 2010
Domingo XXVIII del tiempo ordinario. 10/10/2010. Luc. 17,11-19
martes, 5 de octubre de 2010
Domingo XXVII del Tiempo Ordinario. 03/10/10. Lucas, 17,5-10.
Por motivos técnicos informáticos se retrasó la publicación de este evangelio.
Los apóstoles piden al Señor que les aumente la fe. El señor les contesta que si tuviesen fe como un grano de mostaza harían determinados prodigios. Así comienza el evangelio de hoy. Como observamos aquï no se le llama Jesús por su nombre. Se le dice "el Señor". Esto indica que el texto evangélico se refiere a después de la resurrección. Es el Señor resucitado. Por eso, Jesús es el Señor. No cabe duda que este texto refleja la vida de los primeros cristianos. Ellos tienen fe. Comprenden que Dios ha venido a visitarnos. Viven la presencia de Jesús en la Eucaristía. Tienen verdadera fe. Pero, el gran misterio parece incomprensible a la mente humana. Sin embargo, ese misterio aceptado les da una nueva vida, una nueva experiencia. Como decía un gran autor, Danielú, "la fe está basada en un contacto personal con Cristo". Ese contacto es real, pero misterioso.
Este evangelio da un giro, deja a un lado el tema de la fe y, relatando una pequeña parábola, concluye afirmando que cuando hayan hecho todo lo mandado, digan "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
Bien, esta segunda parte se explica por sí sola. Por eso, prefiero hacer unas reflexiones sobre la primera. La referente a la fe. Forma parte de mis experiencias. No hace mucho, leía a un creyente que en su libro decía a sus amigos no creyentes: "Yo os llevo ventaja, porque si hay algo en el otro mundo estoy en el camino recto, y si no lo hay, no perdí nada". Esto es como jugar a un cálculo de probabilidades. No es verdadera fe. Recordando lo afirmado por Danielú, la fe se basa en un contacto personal con Jesús; es un tocarnos e iluminarnos el Espíritu Santo. Es algo que realmente se nos manifiesta, aunque inexplicable.
La fe tampoco es creer porque te lo dice el sacerdote, que supones que es una persona preparada y que si te lo dice es porque es así. A esta fe la llamamos fe del carbonero. Pero, no es verdadera fe. Esta es siempre obra de Dios, obra de Jesús, obra del Espíritu de Dios. Es un acontecimmiento del Espíritu divino en cada uno de nosostros. Tenemos que guardar y no olvidar las experiencias de Dios, las experiencias del contacto con Cristo en la Eucaristía. Son verdaderas experiencias. No son alucinaciones ni falsas ilusiones. Es Dios que se nos comunica. Nada de todo esto se opone a la razón y, no obstante, es un misterio que permanece en el alma de cada creyente.
Muchas más cosas podrían decirse de la fe. Pero, si purificamos nuestra fe con lo dicho hasta aquí, Jesús se daría por satisfecho.
Compromiso:
No olvidar nuestras experiencias de Dios. Recordarlas y seguir acariciando nuestro contacto personal con el Señor Jesús. Alimentar ese contacto con la oración y recibiendo con fe la comunión.