lunes, 30 de julio de 2012

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 05/08/2012. Juan, 6,24-35

   El versículo anterior al evangelio de hoy es importante para comprenderlo bien. Se dice en él: "Cerca del lugar donde habían comido cuando el Señor pronunció la acción de gracias". Se refiere a la multiplicación de los panes. Cuando a Jesús se le llama "Señor" se está haciendo referencia al Jesús ya resucitado y por lo tanto a las primeras comunidades de cristianos. Se está viendo este episodio desde la práctica de la eucaristía entre ellos. Por tanto, el evangelio de hoy es preciso verlo desde el prisma del banquete eucarístico cristiano.

   La gente pregunta a Jesús: "¿Qué obras debemos hacer para trabajar en lo que Dios quiere?" Los judíos estaban acostumbrados a que Dios les dijese los mandamientos que debían cumplir y las obras que debían realizar. No conocen el amor gratuito, creen que Dios pone precio al cielo. La respuesta a la pregunta la encontramos en el versículo siguiente (v. 29). Dice Jesús: que prestéis adhesión al que Dios ha enviado.

   Comprenden que Jesús se presenta como algo más que un profeta. Un profeta lo consideraron en la multiplicación de los panes, pero, ahora para la adhesión los judíos le recuerdan a Jesús que sus antepasados comieron el maná, el pan del cielo.

   Jesús es rotundo en la contestación: "Nunca Moisés os dio el pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo". Así entra Jesús de lleno en la verdad de la eucaristía. Recordemos que ya antes se le había llamado Señor y a continuación se le va a volver a llamar "Señor". Le dicen: "Señor, danos siempre de ese pan". Le llaman Señor, haciendo referencia, como se dijo, al Señor resucitado.

   Se está jugando con la experiencia de un Jesús resucitado que los cristianos tienen en la comunión, en el banquete eucarístico, y, a la vez, recordando algún suceso real de la vida de Jesús. "Señor, danos siempre de ese pan", le habían dicho, pero no hablan de la verdadera adhesión a él.

   El pan, en la Biblia, es también símbolo del amor. Comer a Jesús es, por lo tanto, amar a Jesús, darle nuestra adhesión. Pero, una verdadera adhesión. Así, la eucaristía hará su efecto en nosotros. La eucaristía es, en realidad, un banquete de los cristianos alrededor del Señor. Quien se acerca a Jesús nunca pasará hambre y el que cree en él, nunca tendrá sed. Así termina la lectura evangélica de este domingo. Pero, esto contradice a lo que se dice de la Sabiduría en la Biblia (Eclo, 24,21): "El que me come tendrá más hambre, el que me bebe tendrá más sed". Pero, Jesús no centra al hombre en búsqueda de la perfección propia sino en el darse, en el don de sí mismo. La perfección es abstracta, es una meta ilusoria. Pero, el don de sí mismo es concreto. Esto es el amor y el significado de la eucaristía.

   Compromiso:
   Cuando comulgue me comprometeré a hacer alguna obra concreta en favor de los demás. Pero, con esta disposición, comulgaré con frecuencia y "veré" el don de Dios.

 
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