lunes, 14 de octubre de 2013

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 20/10/2013. Lucas, 18,1-8

   El libro del Exodo (17,8-13) constituye la primera lectura de este domingo. Se trata de la lucha de Josué contra Amalec. Rafidín, donde Amalec atacó a los israelitas, es el final de una de las etapas en la peregrinación hacia Jerusalén. Los amalecitas atacaban con frecuencia a los que transitaban por las rutas comerciales, y esta es la razón de que también los israelitas se sientan atacados. Una de las veces, mientras dura la batalla, si Moisés está con los brazos levantados, los israelitas ganan; pero si los baja, pierden. Sostienen los brazos de Moisés y los israelitas vencen definitivamente.

   ¿Qué significan los brazos levantados? Para los judíos y los cristianos significa la oración. Los creyentes debemos aprender a entrar en unión con Dios que siempre está dispuesto a dársenos.

   La segunda lectura es de la 2ª carta a Timoteo (3,14-4,2). Este conocía, desde niño, las Escrituras del Antiguo Testamento. Magnífico Testimonio para nuestros niños. Afirma, además, esta lectura que toda Escritura o Biblia, como inspirada que es, es útil para enseñar y para toda obra buena. Lo importante es vivir la fe más que coleccionar verdades aunque, a menudo, a la jerarquía le preocupa más la verdad que la práctica.

   El evangelio trata de un tema precioso: el tema de la oración. Jesús enseña a los discípulos a orar sin desanimarse. Pero, no son los discípulos que tenía mientras vivía en este mundo. Son los primeros cristianos, somo nosotros. Lo sabemos porque a Jesús se le llama el Señor, y sólo se usa este nombre cuando se habla de Jesús como ya resucitado. Ese Jesús es, pues, la primera comunidad cristiana que, recogiendo la herencia y el espíritu de Jesús y en su nombre, nos transmite el espíritu de oración.

   Conociendo lo profundo de la oración de Jesús en su pasión, hasta sudar sangre en la agonía en el Monte de los Olivos, penetramos en la esencia misma de lo que es la oración. Ella debe conducirnos a una continua comunión con Dios. Debe amoldar nuestros corazones para que se parezcan al diseño original de Dios.

   Existe una historia parecida a la del evangelio de hoy, en el libro bíblico de Sirach (35,15-25), que sin duda Jesús conocía.

   La parábola de hoy establece un contraste entre la maldad del juez y nuestro Dios amoroso. Además, no habla de que Dios concede todo lo que pedimos, sino de que Dios hace siempre justicia.

   Pero, la oración, como comunión con Dios, encierra una gran fe. Y termina la lectura evangélica de hoy diciendo el Señor: "Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

   Compromiso:
   Dedica diez minutos diarios a la oración diciéndole al Señor que, a pesar de tus pecados quieres amarlo cada vez más.

 
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