sábado, 4 de enero de 2020

II Domingo de Navidad. Ciclo A. 5-1-2020. Evangelio Juan 1,1-18

     La misa de hoy está dedicada a la sabiduría o la palabra. Para los antiguos, lo sagrado y lo profano no estaban separados, a diferencia de lo que ocurre hoy día. La sabiduría se encontraba muy estrechamente vinculada con la fe en Dios, como fe en la creación. La sabiduría es, desde el principio, un saber experiencial. Nuestras experiencias religiosas también nos transmiten experiencias al corazón. La sabiduría de Dios nos sigue muy de cerca si la dejamos que anide en nosotros. Proponte este año acercarte más a Dios. Te alegrará.

     El libro bíblico llamado Ecleisástico (24,1-2.8-12) hace la primera lectura de la misa. Como afirma al principio, la sabiduría de Dios se gloria en medio de su pueblo. La sabiduría de Dios jamás dejará de existir. Sólo nos queda dejarnos levar por ella.

     La carta a los de Efeso 1,3-6,5-18 nos proporciona la segunda lectura. Pablo nos recuerda en sus oraciones y no cesa de dar gracias a Dios por todos nosotros. Pide al Padre que "nos de espíritu de sabiduría para conocerlo bien y que ilumine los ojos de nuestro corazón para que comprendamos cual es la esperanza a la que nos llama y la riqueza de gloria que da en herencia a los santos". Es muy importante conocer bien a dios para amarlo de verdad y saber como actúa en nuestros corazones Guardemos y reflexionemos sobre los consejos que vamos recibiendo de personas expertas, y vayamos haciéndolos nuestros.

     El evangelio de hoy es el de S. Juan en su comienzo. Y lo primero que hace es hablarnos del verbo, es decir, de la Palabra. "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios". El Verbo es una personificación de Dios, es el mismo Dios ."En Dios está la vida y la vida es la luz de los hombres". Merece la pena meditar esta frase. La vida de verdad la recibimos de Dios y la vivimos con Él. Meditemos en las cosas de Dios, amémosle, recibámoslo en la comunión, ayudemos al hermano... y cada vez nos sentiremos más cerca de Dios. Sentiremos la vida que nos llega de Él. Acordémonos de Dios con el pensamiento varias veces durante el día. Es una bonita manera de hacer oración. Digámosle que lo queremos. Este año lo repetiremos muchas veces para que vayas adquiriendo la costumbre. ES una forma de llevar la presencia de Dios dentro de las limitaciones con que los humanos podemos hacerlo.

     El Verbo o Palabra de Dios existe desde siempre, desde toda la eternidad. Pero, llegado el momento, cuando creyó oportuno, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre y habitó entre nosotros. No es ningún imposible para Dios. Para ese Dios que nació entre nosotros, pero no sólo eso, sino que por la maldad de los hombres con los que le tocó vivir, fue apresado, flajelado, escupido, maltratado, clavado en una cruz, coronado de espinas y con el insondable dolor de tener que respirar levantando su cuerpo, apoyando sobre los pies clavados en la cruz y dejando el cuerpo caer por falta de resistencia. Terrible dolor hasta su muerte definitiva. Dice el evangelio de hoy que hemos contemplado su gloria, y es verdad, porque sabemos que ha resucitado. Pero también es verdad que hemos contemplado su dolor, su inmenso dolor. Y así, hemos conocido a Dios de verdad y sabemos que es capaz de relacionarse con nosotros en lo más íntimo de nuestro corazón.


     Compromiso:
     Aprender a hablar con Dios en lo más íntimo de nuestro corazón.



 
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