lunes, 31 de marzo de 2014

V Domingo de Cuaresma. Ciclo A. 06/04/2014. Juan 11,3-7.17.20-27.33-45

   El texto de la primera lectura se toma del libro bíblico Ezequiel (37, 12-14), que se refiere a la deportación del pueblo judío a Babilonia 586 años antes de Cristo. El profeta Ezequiel, deportado también, infunde esperanzas a sus compatriotas haciéndoles ver que aún fuera de su hogar, Dios no los abandona. Según el contexto, se trata de toda una metáfora en que el pueblo judío, reducido a huesos, el Señor lo hace salir de los sepulcros. Maravillosa lección. Aún en los momentos más difíciles no debemos separarnos de Dios. En esta lectura, cuatro veces se habla de que el Señor abrirá los sepulcros y saldrán. Aunque estemos en el sepulcro de las penas mantengamos siempre la confianza en El.

   La segunda lectura es de la carta de Pablo a los Romanos (8, 8-11). Nos dice que el Espíritu de Dios habita en nosotros y que, por lo tanto somos de Cristo. Nuestro cuerpo estará muerto por nuestros pecados, pero nuestro espíritu vive por la gracia. Somos vivificados por el Señor. En la primera lectura, los huesos del pueblo judío eran vivificdos por el Espíritu y ahora somos también vivificados todos nosotros.

   El evangelio trata de la resurrección de Lázaro. Los exégetas coinciden en que Lázaro es un discípulo de Jesús, pero que sigue influído por la institución judía. Además se entremezclan la vida de Jesús con la vida de los primeros cristianos, pertenecientes a la comunidad o iglesia del autor del cuarto evangelio.

   Hay dos aspectos culminantes en este evangelio: las palabras reveladoras de Jesús y la confesión de fe que hace Marta. Jesús afirma que él es la resurrección y la vida. Y añade: "El que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre". A esta revelación de Jesús responde Marta con una profesión de fe, diciendo: "Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo". Todo ello ocupa el centro del relato evangélico. El relato de la resurrección de Läzaro se coloca al final de la vida pública de Jesús, para dejar claro que, quien iba a ser ejecutado, es la resurrección y la vida. Además, nos indica que, si bien los creyentes pueden sufrir la muerte humana, tienen la vida para siempre. Por la fe, la vida humana adquiere una nueva dimensión. Es la vida eterna abierta por Jesús para todos.

   Marta, como discípula amada de Jesús, es la portavoz de la fe mesiánica. Ella expresó publicamente la fe no como reacción ante un milagro, sino como revelación y reto de Jesús. Marta representa la fe apostólica plena ante la comunidad joánica, análogamente al papel que desempeñó Pedro, por su confesión de fe, ante la comunidad de Mateo.

   Las dos hermanas, Marta y María, aquí no son rivales. Se las describe como los dos ministros de la cena, que tiene lugar la noche del domingo. Es el día en que la Iglesia primitiva celebra la eucaristía.

   Compromiso:
   Aprenderé a usar la palabra para hablar de la fe.

 
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