lunes, 2 de octubre de 2017

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 8/10/2017. Mateo 21, 33-43

   Pocas veces aparece tan claro como hoy, el trasfondo judío del Nuevo Testamento. En efecto, tanto la primera lectura como la tercera presentan, aunque de diferente forma, el tema de la viña. Quien desee conocer de verdad e interpretar correctamente el Nuevo Testamento no puede ignorar dicho trasfondo.

   Como frase a recordar se propone la de la segunda lectura, que dice: "la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4,7)". Es una frase tan importante que si la meditáramos, la profundizáramos y viviéramos su mística, nuestro cristianismo no iría a menos, como está sucediendo.

   En la primera lectura (Isaías 5,1-7) se presenta una forma de la parábola de la viña. Esta es la casa de Israel, el pueblo judío, no el de hoy sino el del tiempo del profeta Isaías. Lo dice la misma lectura: la viña del Señor del universo son los hombres de Judá. El profeta habría cantado el relato de la viña, en la fiesta de los Tabernaculos, un festival de la cosecha que duraba una semana. La canción, en realidad, no trata de la viña sino de los mismos israelitas y del juicio que hace Dios sobre ellos, pues han cometido grandes injusticias.

   La lectura de la carta a los Filipenses (4,6-9) menciona por dos veces la paz: " la paz de Dios que sobrepasa nuestro entendimiento" y "el Dios de la paz que estará con nosotros". La paz es el gran don de Dios. Mucha gente no experimenta esta paz que viene de Dios. Empezamos a experimentarla cuando dejamos de hacer daño a los demás, tenemos vida de oración, de unión con Dios y nos unimos aún más con Dios por medio de la comunión eucarística. Si así es, la paz de Dios guardará nuestros corazones y nos llenará de felicidad.

   En el evangelio, se da otra versión de la parábola de la viña. Ahora, no es Isaías el que relata. Ahora es el mismo Jesús quien nos la cuenta dirigiéndose a los sumos sacerdotes y a los que mandaban como tales en aquella época.

   Después de contar la parábola, Jesús dice a aquellos sacerdotes: ¿No habéis leído la Sagrada Escritura donde dice: "La piedra que los constructores rechazaron fue hecha cabeza de esquina". Jesús quiere que leamos la Biblia o Sagrada Escritura. En ella, iremos aprendiendo muchas cosas. Es la Palabra de Dios. Como afirma el Papa Francisco, la Biblia no es para tenerla en una estantería, sino para tenerla al alcance de la mano, leerla a menudo todos los días y si puede ser en familia. Así, caminaremos con la luz y la fuerza que da la palabra a Dios.

   Francisco se refiere a menudo a los sacerdotes y obispos de la Iglesia Católica, al igual que Jesús a los mandatarios religiosos judíos. Jesús les dice: "Se os quitará a vosotros el reino de Dios". ¿Qué nos diría a los cristianos de hoy que, sin duda, por nuestra culpa, la religión se está quedando sin gente? No sabemos hablar de Dios, no practicamos el hacer el bien a los demás, la jerarquía a menudo nos carga con preceptos que no vienen de Jesús y nos carga con pecados mortales teniendo en cuenta que el pecado mortal significa rompimiento de la amistad con Dios, odio a Dios, no querer saber nada con El. No se comete tan fácilmente un pecado mortal.

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