jueves, 25 de diciembre de 2014

Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo B. 28-12-2014. Lucas 2, 22-40

     La primera lectura habla del profundo amor que los hijos deben tener para con sus padres (Libro del Eclesiástico, 3, 2-6.12.14). No se relatan ni se mencionan obligaciones de los hijos para con los padres, simplemente se emplea la palabra "honrar" o algo equivalente. Así, se dice muy escuetamente "el que honra a su padre o a su madre...". El que así lo hace ya está expiando sus pecados, y cuando reza Dios está muy cerca de él. La lectura hace unas concreciones básicas: "aunque flaquee la mente de tus padres, no los abochornes, no los abandones, ten indulgencia. Si así lo haces, Dios deshará tres pecados como el sol deshace la escarcha". Preciosa comparación que bien merece la experiencia de salir al campo en una mañana de escarcha, con promesa de buen sol, y comprobar cómo ésta desaparece, dejando linda la pradera para poder disfrutarla. Así Dios borrará tus pecados si sigues honrando a tus padres en la vejez.

     La segunda lectura (Colosenses, 3, 12-21) nos presenta una seria muy importante de consejos, pero que se concentran en la paz de Cristo. Nos dice esta lectura que "la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados". Hay una paz que sólo conocen las personas que tienen vida de oración y realizan profusamente el bien. Si esa paz de Cristo actúa en nuestros corazones, todo va bien. Conforme a la fiesta de hoy, estas ideas deben ser la clave de una vida familiar.

     Y nos acercamos al meollo de la festividad de este domingo:  El niño Jesús es llevado en brazos por sus padres al templo. Es una estampa característica de la sagrada familia. Son recibidos por un hombre honrado y piadoso, lleno del Espíritu Santo. En la Biblia, en la Palabra de Dios, cuando una persona está llena del Espíritu Santo, lo que esa persona afirma es verdad. En esta conmemoración, ahora, nuestros ojos han visto al Salvador presentado a todo el mundo y gloria para su pueblo. Él es como una bandera discutida que hará aparecer clara la actitud de muchos corazones. Como a la profetisa Ana, hoy más que nunca, se nos impone a los creyentes la obligación de hablar del niño salvador a todo el mundo. Hagamos el esfuerzo y aprendamos a hablar de Dios a los demás. Hablar de un Dios que nos urge a preocuparnos de los hermanos.

Compromiso: el de la profetisa Ana.


jueves, 18 de diciembre de 2014

IV Domingo de Adviento. Ciclo B. 21/12/214. Lucas 1, 26-38

   Estamos en el último domingo antes de la celebración del nacimiento de Jesús. Las tres lecturas de la eucaristía de hoy giran, de una o de otra forma, alrededor del Señor que viene. En la primera, (2º Samuel, 7, 1-5. 8b-12) el rey David de cuya estirpe nace Jesús, va a construir una casa para que Dios habite en ella. Es decir, David va a edificar un templo, donde se pueda hacer más fácilmente oración y sentirse cerca de Dios. Como respuesta, el Señor recuerda a David, por medio del profeta Natán, los favores que le hizo a través de la vida y le promete que, cuando sus días se hayan cumplido y se acueste con sus padres, de su descendencia saldrá alguien del que Dios será su padre y el nacido será su hijo. En este sentido, se puede afirmar que la casa de David durará por siempre.

   La segunda lectura (Romanos 16, 25-27) nos presenta a Pablo predicando la buena noticia, es decir, predicando a Cristo Jesús cuya misión es traer a todos la obediencia de la fe. Es misión de Jesús, pero Pablo lo predica: es misión de Jesús, pero nosotros debemos predicarlo. Sin embargo, Jesús y el Padre Dios son los que obran definitivamente en nuestros corazones para que obedezcamos a la fe.

   Como ya se dijo en la primera lectura y vuelve a recordarnos el evangelio, José -padre de Jesús- pertenecía a la estirpe de David. El relato de la Natividad de Lucas es un conmovedor texto lleno de una gran belleza y reflejado por escritores y artistas. Mucha gente conoce la pintura de Fra Angelico (1400-1455) ilustrando precisamente el pasaje del evangelio de hoy.  La poesía y la interpretación religiosa constituyen idílicas escenas impregnadas del ambiente hebreo. Lucas no cita la Biblia del Antiguo Testamento como hace el evangelio de Mateo, pero su espíritu está subyacente.

   Se puede afirmar que el evangelio de Lucas es el evangelio de María. Así se han descrito sus primeros capítulos, como se dirá en el capítulo 2 del mismo evangelio, María iba guardando en su corazón todas las vivencias y experiencias que el niño Jesús le iba proporcionando, tanto como pre-mamá como ya verdadera mamá que ha dado a luz un hijo. María como persona creyente en Dios y con una espiritualidad fuerte tenía, sin duda, profundas experiencias de Dios, pero, con el anuncio del angel, esas experiencias adquirieron una nueva dimensión. No hay palabras que la describan, sólo es atisbable para aquellos que disfrutan de la cercanía de Dios.

   Compromiso:
   Vivir el espíritu propio de estas fiestas navideñas.

martes, 9 de diciembre de 2014

III Domingo de Adviento. Ciclo B. 14/12/2014. Juan, 1, 6-8. 19-28

   Con la primera lectura (Isaías 61, 1-2a. 10-11) se nos presenta una realidad cierta para todo cristiano. Afirma Isaías que el Espíritu del Señor está sobre él, porque el Señor lo ha ungido y lo ha enviado para dar la buena noticia. Así, todos los cristianos católicos o no, hemos sido ungidos por Dios que nos ha enviado para dar la buena noticia del evangelio a todo el mundo. Los cristianos que se decidan a salir de la iglesia y hablar de Dios a la gente, desbordarán de gozo con el Señor y se alegrarán con Dios. Magnifica lección de esta  primera lectura de la misa.

   La segunda lectura se toma de la 1ª carta a los Tesalonicenses. Es el escrito más antiguo del Nuevo Testamento, más antiguo que los evangelios. La escribió el apóstol Pablo. El primer consejo de la lectura de hoy (5, 16-24) es que tengamos constancia en el orar. La oración es fundamental para un cristiano, y debía ser el aliento de toda parroquia, de todo grupo y de toda familia cristiana. Es necesario lanzar fuera, del edificio de la iglesia, verdaderas campañas de oración animando y enseñando a orar. Es obligación de todos.

   Debemos dar gracias a Dios por todo y no apagar el espíritu que hay en nosotros. Todo es fruto de la oración y, a la vez, conduce a la oración, pues todo es regalo de Dios.

   El evangelio comienza con la presentación de Juan el Bautista, predicador que daba testimonio de la luz a fin de que todos llegaran a la fe. Juan no era la luz, sino que era testigo de esa luz. Tampoco nosotros somos la luz, pero sí somos testigos de esa luz que es Cristo. O, al menos debemos ser.

   En este evangelio, se afirma que Juan bautizaba con agua. Pero un agua que no dice relación al Espíritu Santo. Un Espíritu que no se recibe con el bautismo de Juan. Se recibe cuando nos hacemos discípulos de Cristo, creyendo en El y comprometiéndonos por el bautismo.

   Como nos dice Pablo en la segunda lectura, no debemos apagar ese espíritu que hemos recibido. Acabaremos apagándolo si dejamos de vivir una vida de oración y no transmitimos a los demás el evangelio.

   Compromiso:
   Empezar a tener vida de oración, diciendo varias veces al día: "Dios mío te amo".

lunes, 1 de diciembre de 2014

II Domingo de Adviento. Ciclo B. 7/12/214. Marcos 1, 1-8

   Este domingo nos llama a preparar nuestros corazones para recordar el nacimiento de Jesús. Es un hito en la historia que bien merece que el mundo lo tenga presenta, pero que además, nos trae realmente la vida y la fuerza del Espíritu Santo. Nos trae una vida interior maravillosa, que es realidad y no pura sugestión. Por eso, la primera lectura, tomada de Isaías (40, 1-5. 9-11), nos manda hablar al corazón del pueblo. Es la consigna del papa Francisco. Salir del templo y hablar de Dios a la gente. Debemos aprender a sacar en una conversación el tema de las cosas de Dios y hablar de ello, como se puede hablar de cualquier otro asunto. En el Adviento debemos preparar el camino al Señor. Nos lo pide esta lectura: súbete a lo alto del monte, alza con fuerza la voz y proclama: aquí está vuestro Dios.

   La segunda lectura (2ª carta de Pedro, 3, 8-14) nos traslada a la segunda venida de Cristo. Empieza afirmando que Dios está fuera del tiempo pues "para el Señor un día es como mil años y mil años son como un día". No obstante, para nosotros, el día de la vuelta del Señor llegará como un ladrón. Esa vuelta, Pedro la describe literalmente, con el género llamado apocalíptico. Es una forma que no se puede tomar al pie de la letra. Afirma simbólicamente la desintegración de todo, del firmamento y de la tierra. Sea como sea, debemos confiar siempre en la promesas del Señor y estar en paz con Dios.

   El primer evangelio que se escribe es el de Marcos y, hoy, leemos su comienzo. Insiste en la idea de la primera lectura: "Preparad el camino al Señor". Que se conviertan y se bauticen para que se les perdonen los pecados. Es lo que predicaba Juan en el desierto, anunciando a la vez la llegada de Jesús, del que afirma: "Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará  con Espíritu Santo". Aquí radica de verdad la fuerza de Jesús, la fuerza del evangelio. Por el bautismo que nos trae Jesús se nos comunica el Espíritu Santo, la vida divina. Es un misterio y una maravillosa realidad, pero que sólo sabe captarla la persona que tiene vida de oración. Como dice San Pablo, sólo los espirituales entienden las cosas espirituales.

   La vida del Espíritu es una verdadera realidad, pero que sólo es comprendida y realizada por y para aquellos que han entrado en esa dimensión a través de la fe en Jesús. Preparar el camino del Señor, siempre y en este Adviento, es adentrarse en esta vida del Espíritu y esto se hace por la fe y el amor a Jesús a través de la oración y la entrega.

   Compromiso:
   Si me he sentido alguna vez cerca de Dios en mi vida de oración, comprometerme a volver a esa situación con la ayuda de Dios.

lunes, 24 de noviembre de 2014

I Domingo de Adviento. Ciclo B. 30/11/2014. Marcos 13, 33-37

   Hoy, dejamos el ciclo A de lecturas y se da comienzo al ciclo B. La primera lectura es del libro bíblico de Isaías (63, 16b-17. 19; 64, 2b-7). Tras una breve alegría al volver del destierro de Babilonia, la vida diaria del pueblo judío se presenta con dificultades. Se invoca a Dios con el afectuoso nombre de Padre. Dios desea ser tratado con el amor que un hijo puede esperar de su padre. Llama poderosamente la atención la frase que afirma que nuestra justicia era como un paño manchado. Nuestra justicia, es decir la limpiea de nuestra alma ante Dios no existía. Pensemos en el trapo más sucio que hayamos podido ver. Pues así somos nosotros ante Dios, si no fuera que él nos recibe con los brazos abiertos. Estamos llenos de pecados y defectos. Pero, Dios es nuestro Padre.

   La segunda lectura, tomada de la primera carta de Pablo a los Corintios (1, 3-9), nos recuerda las palabras del comienzo de la eucaristía: "La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros" Pablo saluda a los cristianos  griegos con la palabra "gracia" y a los judíos con "paz". Los cristianos de Corinto estaban enriquecidos con los carismas de hablar y de entender. Es decir, sabían hablar de las cosas de Dios y entenderlas bien. Estos carismas son fundamentales, para nosotros hoy día. En un mundo alejado de Dios, debemos saber hablar de Dios con los demás, y prepararnos para ello desde el mismo catecismo.

   Bajo el ejemplo de un señor que se va de viaje y deja la casa en manos de los criados, Jesús llama a todos a estar vigilantes. ¿Qué nos enseña este evangelio para la época que nos ha tocado vivir? Hoy debemos estar alerta si de verdad amamos a Dios y a Jesús de Nazaret, no vaya a llegar el dueño de la casa y nos encuentre dormidos. Estar alerta, hoy, significa saber mantener con los demás una conversación sobre Dios, aunque no sean practicantes. Significa profundizar en el espíritu de oración y saber transmitirlo a los demás. Significa comprender, en el espíritu del Papa Francisco y de Cristo, que la Iglesia es la Iglesia de la misericordia, aunque los cristianos conservadores no sepan verlo así. Y esta forma de vigilar obliga siempre a todos, fieles y sacerdotes, dentro fuera de la iglesia. Ante un mundo que cada vez cuenta menos con Dios, debemos saber llevar a Dios a los corazones de todos. (Si estás de acuerdo, pásalo)

Compromiso:
   Piensa como iniciar una conversación sobre Dios y hazlo.

lunes, 17 de noviembre de 2014

XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 23/11/2014. Mateo 25, 31-46

   Hoy celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Esta fiesta es el motivo que une las tres lecturas. La primera, tomada del libro de Ezequiel (34, 11-12. 15-17) es de una actualidad impresionante. Ezequiel hace una dura crítica a los dirigentes y a la situación política de la época. Las autoridades, a quienes el texto llama pastores, se sirven del pueblo y lo explotan en beneficio propio. Ante esta situación, Dios mismo va a pastorear a su pueblo librandolo. Pero, la corrupción de los dirigentes contamina y corrompe también al pueblo, a las ovejas. Esa es la razón por la cual el Señor Dios hará juicio no sólo a las autoridades sino también entre las mismas ovejas. Pero, a las ovejas buenas, si están heridas o enfermas, el Señor las vendará y las curará. Al final, siempre nos encontramos con Dios, unos para bien y otros para mal.

   La segunda lectura (Corintios 15, 2-26.28) comienza con la afirmación rotunda de Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Los investigadores de hoy día afirman que sin la resurrección de Cristo no hubiera nacido el Cristianismo. Es verdad, algo maravilloso y extraordinario sucedió en aquel momento, que hizo posible el origen de la nueva buena o noticia. Gracias a él, sabemos que todos vamos a resucitar. Es una gran esperanza y no una ilusión. Resucitados, reinaremos con él.

   En el evangelio de hoy, Jesús aparece con varios títulos. Se le llama el Hijo del Hombre, pastor, rey y Señor. Dios es su Padre, pero él será quien juzgue al mundo. El título de Hijo del Hombre aparece en el libro bíblico del profeta Daniel, capítulo 7. Este título es el preferido por Jesús para referirse a él mismo. Este evangelio trata del juicio final y el criterio para juzgarnos será el del amor al prójimo: "tuve hambre y me dísteis de comer, tuve sed y me dísteis de beber..." No se trata de un humanismo en general, sino de amar a las personas como queridas y amadas por Dios. Si Dios me quiere es porque me da todo el amor como persona que soy. El humanismo cristiano está muy por encima de un simple humanismo. La persona humana, sin Dios, se muere y se acabó. Pero con Dios, esa persona vive para siempre. Dios la ama y yo tengo que amarla como Dios la ama. Esta es la gran lección del evangelio de hoy.

   En la primera y tercera lectura, aparecen las ovejas a las que Dios o Cristo aman, curan o salvan. El fundamento de todo ello es la resurrección de Cristo, central en la segunda.

   Compromiso:
   Aprender a amar con humanismo cristiano.

lunes, 10 de noviembre de 2014

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. 16/11/214. Ciclo A. Mateo 25, 14-3

   El trasfondo de las lecturas de este domingo lo constituye la necesidad de no estar inactivos, la necesidad de  hacer algo, de trabajar. Tanto el hombre como la mujer deben moverse en esa dirección. La mujer tiene la misma capacidad que el hombre. Los dos pueden ser igualmente responsables. La lectura del libro de los Proverbios (31, 1-13) presenta a la mujer hacendosa que trabaja con la mirada puesta en sacar a los suyos adelante, pero sin olvidar al pobre y necesitado y con amor de verdad a Dios. Esta mujer merece toda alabanza. Es verdad que la cultura y los tiempos han cambiado totalmente, pero los principios de ayudar al pobre y vivir cerca de Dios son perennes. Hoy, ya no se conocen el huso y la rueca, pero el amar a Dios y al prójimo como a uno mismo, permanece.

   La primera carta de Pablo a los cristianos de Tesalónica es el escrito más antiguo del Nuevo Testamento. Fue, por tanto, escrita antes que los mismos evangelios. Hoy se lee el capítulo 5, versículos 1-6. Había cristianos que pensaban que el mundo se iba a acabar de un momento a otro, y no querían trabajar. Pablo no entra por lo de dejar de trabajar. Es verdad que el Señor vendrá cuando menos se piense, pero nosotros somos hijos del día, de la luz, y por lo tanto no dormimos, sino que trabajamos y nos mantenemos vigilantes y despejados.

   La lectura evangélica nos presenta la parábola de los talentos de plata. Como ya se dijo otras veces, el evangelio deben leerlo para entender el comentario. Esta parábola celebra un ministerio y una actuación de los cristianos que sea activa, progresista, que sepa tomar riesgos, que se involucre en el mundo y que manche sus zapatos con el polvo del camino. Creo que es así como hay que interpretar este evangelio en la actualidad que vivimos. La parábola de los talentos nos obliga a emplear nuestro talento y nuestras capacidades para el bien de los necesitados y para la propagación del reinado de Dios o de su causa. En las parroquias se predica esta parábola de los talentos pero, a menudo, se queda todo en pura palabrería. Los cristianos, los grupos, las parroquias, todos siguen generalmente adormecidos. No se atraviesan hacia afuera las puertas de la iglesia. No se sabe qué hacer con los talentos y capacidades que Dios nos ha dado.

   ¿Cómo anuncian nuestras parroquias el evangelio a los alejados que no van a la iglesia? ¿Formamos parroquialmente agentes de pastoral capacitándonos para saber entablar una conversación sobre vivencias religiosa...? ¿Sabemos hacer una pedagogía masiva de la oración? ¿Organizamos una propaganda útil de la Biblia, del Nuevo Testamento o de un evangelio? Aprovechamos los nuevos medios de comunicación social para realizar una misión online?

   Nos queda mucho por hacer si queremos que la parábola de los talentos haga raíz en nosotros.
   (Si lo encuentras útil, pásalo a tus amigos)

   Compromiso:
   Piensa en algo que tú puedas hacer en equipo.

martes, 4 de noviembre de 2014

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 9/11/214. Juan 2, 13-22

   Hoy celebramos la dedicación de la Basílica de Letrán. Por esta razón, aparece la palabra "templo" varias veces en las lecturas de la misa. La primera pertenece al libro bíblico de Ezequiel (47, 1-2. 8-9.12). Se trata de un manantial que sale del mismo templo, cuyas aguas al desembocar en el mar sanearán sus aguas saladas. El profeta pretende que el lector llegue a vivir, a tener experiencias interiores similares a las suyas y, para ello,  se vale de la imaginación que pone en sus relatos. Por lo tanto quedémonos sólamente con la enseñanza principal o vivencia que el profeta intenta transmitirnos. No cabe duda que ha tenido experiencias fuertes de su unión con Dios, cuando hacía oración en el templo. Esa unión con Dios la sigue viviendo durante el resto de las horas. Esa unión con Dios es un manantial que mana de lo más profundo del ser y transforma nuestra propia vida. La hace fructífera de verdad.

   La segunda lectura (1ª Corintios 3, 9c-11.16-17) nos sitúa ante el edificio y templo de Dios que somos nosotros. Todos tenemos que construir sobre el único cimiento que es Cristo. A nuestro alrededor vemos continuamente construcciones. Dediquémonos a construir el edificio de Dios en nuestras relaciones con los demás, si de verdad el Espíritu de Dios habita en nosotros. Somos templo de Dios y eso mismo debemos ver en los demás.

   El evangelio de hoy nos presenta Jesús expulsando a los vendedores del templo. Juan presenta este suceso al comienzo de la vida pública de Jesús, mientras que los demás evangelistas lo ponen al final, ya casi en el momento de morir. Es que a Juan no le interesa tanto un carácter historicista como la teología que hay detrás de la vida de Jesús. Parece que Juan sacó de su sitio el suceso de los vendedores del templo, para fundamentar teológicamente importantes temas desde el comienzo de su evangelio. Así, todo el ministerio público de Jesús va a estar marcado por el celo por la casa de su Padre Dios.

   Al final de nuestra vida ¿podremos también nosotros afirmar que el celo por las cosas de Dios nos ha consumido siempre? Una vez más, recordemos al Papa Francisco: no debemos balconear, sino salir a la calle.

   Además, el evangelio quiere que lo veamos todo bajo el prisma de la resurrección de Jesús. Esta debe estar siempre presente y debe ser nuestra luz.

   Compromiso:
   ¿Qué puedo hacer yo en mi preocupación por las cosas de Dios?

martes, 28 de octubre de 2014

Solemnidad de los Difuntos. Ciclo A. 2/11/2014. Juan 14, 1-6

   Las lecturas de este día de Difuntos son una llamada a la esperanza que nos viene de Dios. La primera lectura, (libro bíblico de las Lamentaciones 3, 17-26), se sitúa en la deportación del pueblo judío a Babilonia. La pérdida de bienes y la salida a un país extranjero provocan un sufrimiento extremo. Llanto y miseria. Es una situación que se repite aún hoy día. Es triste verlo por la televisión. Desaparece la paz y la ilusión entre las personas. Esa paz que viene de Dios. Todo es ajenjo y veneno para esas gentes que sufren y, sin embargo, tratan de traer a la memoria todo lo que pueda darles una esperanza. Recuerdan que hay algo que los llena de esa esperanza. En medio de tanta desolación, el creyente siente una secreta e íntima confianza en Dios porque es grande su fidelidad a las promesas. Termina esta primera lectura afirmando que "es bueno esperar en silencio la salvación del Señor". Estupenda afirmación en este día de Difuntos.

   En la segunda lectura (Romanos, 6, 3-9), Pablo nos presenta incorporados a Cristo por el bautismo, que supone la fe. De ello, saca una conclusión. Esa incorporación a Cristo es tan fuerte y completa que le permite a Pablo afirmar que ya hemos muerto y resucitado con Cristo. Nuestra vida anterior ya está muerta. Ahora, ya tenemos una vida nueva en Cristo Jesús. Hemos muerto con él para quedar realmente absueltos de nuestros pecados. No seamos rebeldes a esta absolución. Aceptémosla. Si hemos muerto con Cristo, viviremos para siempre con él. Cristo es nuestra esperanza para siempre. Por tanto, nuestros seres queridos siguen viviendo en Cristo para siempre y con él volveremos a vernos.

   El remate y culminación de las dos anteriores lecturas está en el evangelio de hoy (Juan 14, 1-6). El primer versículo afirma que todo nuestro deseo de Dios encuentra su realización y su seguridad en Jesús. En español no tiene el mismo significado "casa" que "hogar". Esta última acepción indica amor, intimidad, vida en familia. Pues bien, la palabra "hogar" es la correcta traducción del original griego. Traducir por "casa" es incorrecto. En el hogar de mi Padre hay viviendas para muchos o sea para todos. Jesús utiliza un lenguaje figurado para expresar la relación de cada uno de nosotros con Jesús y con Dios. Viviremos en hogar de amistad con Dios. El camino para llegar a ese hogar ya lo sabemos. Se trata de saber amar hasta el final. Lo sabemos porque es la enseñanza de Jesús. Como resumen, dice Jesús: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Esta es la respuesta de Jesús a Tomás.

   El camino es practicar y vivir las enseñanzas de Jesús. En ello, encontramos la verdad sobre nosotros mismos y sobre Dios. Experimentamos así una nueva vida. Y la experimentamos de verdad en el interior de cada uno de nosotros.

   Compromiso:
   Medita algo sobre lo leído.

miércoles, 22 de octubre de 2014

XXX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 26/10/2014. Mateo 22, 34-40

   En el presente domingo se trata de hacer un resumen conclusivo de los mandamientos, tanto de los referidos a Dios como de los referidos a los hombres. El libro del Exodo (22, 20-26) expone la doctrina de manera casuística según la época, nos habla de como se ha de tratar a los forasteros, a los huérfanos, a las viudas, a los pobres y a los que te dejaron algo en prenda. Se les tratará sin oprimirles, sin vejarles. No serán objeto de explotación, en concreto, si se les presta dinero no se practicará la usura con ellos y si tomamos alguna ropa en prenda, se les devolverá antes de que empiecen a tener frío. Si no tenemos todo esto en cuenta la ira de Dios puede ser terrible. Dios obra a través de nosotros.

   Conociendo la vida de los primeros cristianos podemos ver en la segunda lectura (1 Tesalonicenses, 1, 5c,10) no sólo el aspecto espiritual, evangelizador, sino también el de la ayuda mutua. No cabe duda que los primeros cristianos de Tesalónica, si eran un modelo para todos los demás, lo eran porque abarcaban los dos aspectos, el humano y el divino. Por esta razón, su fe había corrido de boca en boca.

   Sobre esta primera carta de Pablo a los Tesalonicenses, debemos saber que es el escrito más antiguo del Nuevo Testamento, es decir, es anterior a los mismos evangelios. Nos presenta pues la primera fotografía de los cristianos en el mundo griego. En ella se encuentran ya los puntos fundamentales de la fe cristiana.

   Hecho este paréntesis, entramos a la consideración del evangelio de Mateo. Para este, la comunidad cristiana es el nuevo Israel y, por tanto, en ella tiene suma importancia la Ley (es decir, los cinco primeros libros de la Biblia o Pentateuco). Como esta ley contiene sobre 613 mandamientos, ésta es la razón por la que le preguntan a Jesús: "¿Cuál es el principal mandamiento?". Jesús junta los dos mandamientos más importantes: el amor a Dios y el amor al prójimo y los presenta como inseparables. Los dos mandamientos son semejantes, nos dice Jesús. Es una síntesis magistral: los dos mandamientos se convierten en uno. Y esto no debemos olvidarlo jamás si queremos que nuestro cristianismo sea auténtico.

   Es verdad que el ambiente en que se desarrollan las lecturas era muy distinto al de hoy día. Pero, la enseñanza sigue siendo totalmente válida. El amor al prójimo, y por lo tanto a Dios, no consiste en una interpretación cerrada del dogma. Hoy se presentan nuevos problemas que necesitan soluciones de misericordia: separados y vueltos a casar por lo civil, parejas de hecho, homosexualidad...  Ante ellos, el amor cristiano nos obliga a tender una mano de consuelo y no de impugnación y estigmatización. También ellos pueden estar muy cerca de Dios y, por lo tanto, acercarse reverentemente a la comunión. En una pareja no canónica puede existir un amor más cristiano que en una canónica.
(Pásalo por las redes sociales. Gracias.)

   Compromiso:
   Hazte portador de misericordia cristiana, no para pasar sino para acercar a los demás a Dios.

martes, 14 de octubre de 2014

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 19/10/2014. Mateo 22, 15-21

    En las lecturas de este domingo domina la idea de transmitir a los demás el mensaje de Dios siempre o, ya en cristiano, la idea de la evangelización. No en vano, es el día de la Jornada Mundial por la Evangelización de los Pueblos o DOMUND.

   La primera lectura, tomada del libro bíblico de Isaías (45, 1.4-6) nos refiere, por primera vez en la hestoria del Pueblo escogido, como Dios dirige un mensaje favorable a un rey extranjero y lo llama su ungido. De esta forma lo empareja de alguna manera con el rey David del Pueblo de Dios. Ciro ha sido investido por el mismo Dios, que lo unge, le da título e insignia. Israel es el centro para transmitir el mensaje divino. Es el centro, pero no el límite. También otros pueden hacerlo con la bendición de Dios. Hoy mismo, los cristianos debemos ser muy receptivos, pues el mensaje de Dios nos toca a nosotros transmitirlo pero también recibirlo de pueblos y gentes no cristianas. Es decir, de otros Ciros paganos. Aunque tengamos que dar un giro de 180º, démoslo si las nuevas ideas no son disconformes al evangelio. Tengamos apertura.

   En la 1 Tesalenicenses (1,1-5b), Pablo recuerda la actividad de la fe de esos creyentes. Su fe es activa, es decir, no se contentan con creer, transmiten su fe a los demás, evangelizan de palabra y de obra. Los Tesalonicenses tienen una fe tan activa que manifiesta el gran esfuerzo de su amor y el aguante de su esperanza en Jesucristo. En ellos, se manifiesta la fuerza del Espíritu Santo.

   En el evangelio de hoy, quieren comprometer a Jesús con una pregunta. Pero antes hacen una referencia a la confianza que tienen en él. Le dicen: "Sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad". Así es la forma de evangelizar que tiene Jesús. Los demás captan la sinceridad con que habla, ven que le sale del corazón y que es una fe pura, no una fe ideologizada. No tiene mandatos de hombres por muy jerarquías que sean. Jesús predica lo básico para la relación con Dios y para la relación con las personas. Y punto. Por eso le dicen que enseña el camino de Dios conforme a la verdad y que no le importa lo que puedan decir los demás. A nosotros, a menudo, sí nos importa lo que pueden decir los demás. Y nos acobardamos. Así, nunca evangelizaremos ni celebraremos el Domingo Mundial de la Evangelización de los Pueblos (DOMUND) como es debido. No basta con dar un dinero, hay que evangelizar. A lo mejor, es necesario ir a la escuela para ver cómo se puede evangelizar. Pues, ¡créense cursos, para ello, en las parroquias, y manifestemos su efectividad.
(Propágalo por los medios modernos. Gracias.)

Compromiso:
   Piensa a fondo en lo que has leído aquí.
  

martes, 7 de octubre de 2014

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. 12/10/2014. Ciclo A. Mateo 22,1-14

   La segunda lectura (Filipenses, 4, 12-14.19-20) viene muy a punto para coordinar la primera lectura con la tercera. En ella está el fuerte espiritual de este domingo.

   En cuanto a la primera, tomada del libro bíblico de Isaías (25, 6-10 a),  nos recuerda la concepción antigua de que Dios habita en los montes (tres veces se nos recuerda). Aún hoy día, son muchas las personas creyentes que al subir a un monte alto, con una vista buena de naturaleza, afirman que se siente la cercanía de Dios y que se sienten invitados a rezar. Es el encanto de la montaña para el ser humano: belleza estética, espiritual y, por ende, religiosa. ¡La creencia religiosa es de belleza espiritual. Lo sabe el alma creyente!¡Vete a la montaña y saborea  a Dios, junto con toda la belleza natural!

   Y dice esta primera lectura que en el monte se dirá: "Aquí está nuestro Dios: celebremos y gocemos con su salvación". La salvación que viene de Dios porque, como dice la segunda lectura, Dios tiene una gran riqueza en Cristo Jesús. Pablo lo afirma porque, debido a su propia experiencia, llega a la conclusión de que todo lo puede en aquel que lo conforta, es decir, en Cristo Jesús. Pablo sabía, por propia experiencia, lo que era vivir en pobreza y abundancia, en hartura y en hambre, y Cristo le había dado siempre fuerzas para soportarlo todo. Por eso se puede afirmar que Dios tiene en Cristo una gran riqueza. Una gran riqueza para traernos la salvación y una gran riqueza para ayudarnos a soportarlo todo.

   Por esa gran riqueza que aporta Jesús, son muchos los llamados nos dice el final del evangelio de hoy. "Muchos" no tiene el mismo significado que en castellano. En el griego del evangelio, muchos no es un múmero limitado. La misma totalidad son muchos. Es decir, Jesús llama a todos a la salvación o a muchos, que es lo mismo. Nadie queda excluído. Y los que nosotros tenemos por pecadores, como los publicanos y las prostitutas, por su buena voluntad y su apertura a Dios, nos precederán en el reino de los cielos, nos dice Jesús en otro evangelio.

   Dios llama a todos, buenos y malos, sólo nos pide que aceptemos, revistiéndonos de Cristo. De lo contrario no lleva el traje de fiesta. Serán muchos los llamados, y en la lectura evangélica sólo uno no lleva ese traje. Ese es el condenado. Esto es lo que nos aclara la conclusión final. Muchos, todos, son los llamados, pero basta que se pierda uno para que el "muchos" se convierta en "pocos". Tan grande es, humanamente hablando, la tristeza del misterio divino.

   Esa inmensa tristeza nos pone a los creyentes en el disparadero. Si amamos a Dios tenemos que evitarla a toda costa. Como dice Francisco, no tenemos que balconear, tenemos que salir a la calle.

   Compromiso:
   Hoy debes pensar tú el compromiso.


martes, 30 de septiembre de 2014

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 5/10/2014. Mateo 21, 33-43

   Este domingo nos ofrece dos lecturas, la primera y la del evangelio o tercera, que son dos parábolas sobre la viña del Señor. Parece que la historia se repite. Las dos se refieren a la conducta torcida del pueblo escogido por Dios, para que diese buen fruto en la tierra. La antítesis a estas dos lecturas la encontramos con sus recomendaciones en la segunda del apóstol Pablo.

   La primera lectura es de Isaías (5,1-7). Nos habla de un amigo que tenía una viña que, a pesar de trabajarla con verdadero cariño y esmero, dio agrazones en vez de ricas uvas. La viña pertenece a Dios, el Señor, y esperaba de ella que se cumpliese el derecho, la rectitud para con los demás, la justicia, pero, en su lugar, aparecieron asesinatos.

   En la segunda lectura (Filipenses 4,6-9), como reacción a las otras dos, nos dice Pablo: "Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito tenedlo en cuenta". Si la alegórica viña hubiera practicado todo ello, hubiera producido uvas bien sabrosas. Todo eso, hecho con espíritu de amor a Dios, como oración y dando gracias a Dios, hará que la paz de Dios inunde nuestros corazones. Esa paz es una paz que nos inunda y es la enseñanza de Pablo en esta segunda lectura.

   El evangelio nos presenta otra parábola, también sobre la viña. Aquí no nos dice lo que el Señor, Dios, esperaba de ella, sino a quién se traspasará la viña, debido al criminal comportamiento de los viñadores. Jesús recuerda un dicho de la Biblia: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos". Es decir, se quitará el reino de Dios a los judíos y se pasará a los paganos. Sin embargo, consta  que Dios no olvida a nadie y, por lo tanto, no olvida al Pueblo Judío. Pero, en contr de lo que muchos sacerdotes predican, se ha de afirmar que el Reino de Dios no coincide con la Iglesia. Desde luego no lo afirma ni se deduce del evangelio de hoy, ni de ningún texto bíblico.

   Lo que ha de ser el nuevo pueblo de Dios, nos lo expresa muy bien la segunda lectura. Debemos tener muy en cuenta lo que nos dice Pablo en ella. De esa forma, nunca haremos como los viñadores de ambas lecturas. Si la paz de Dios inunda nuestros corazones, pertenecemos de verdad al pueblo de Dios.

   (Si lo ves bien, pásalo por facebook a todos tus amigos. Gracias.)

   Compromiso:
   Reflexiona sobre cada palabra de lo que afirma la segunda lectura.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28/9/2014. Mateo 21,28-32

   En las tres lecturas de este domingo se nos urge la necesidad de pensar y obrar conforme al deseo de Dios y de Cristo. La primera, de Ezequiel (18 25-28), plantea la denuncia contra Dios que precisamente suelen hacer gente poco o nada practicante. Son los que no están con el derecho y la justicia, que incluyen los deberes para con Dios. Ellos dicen que Dios no es justo en su proceder. Pero, Dios les da una respuesta vital. La práctica ayuda a descubrir la verdad. Es la coformidad del ser consigo mismo. Si nos convertimos de verdad, ciertamente, dice el Señor, viviremos y no moriremos.

   La segunda lectura, tomada de Filipenses (2,1-11), presenta a Jesús como Dios, que preexiste como Dios antes de encarnarse como hombre. Si aquí se afirmara que Cristo no es Dios, el rebajarse a ser sólo hombre poco mérito tendría y no nos valdría como ejemplo supremo de humildad. La humildad es uno de los valores importantes de la ética cristiana primitiva. Y la humildad es siempre recompensada por Dios, tanto con relación a Cristo como a nosotros. Dios otorga a Jesús el Nombre que es sobre todo nombre: es una forma de afirmar que Jesús es Dios. Toda rodilla debe doblarse ante Cristo y confesar que es el Señor. Es decir, Dios. En laBiblia el Señor es Dios.

   Presentar a Jesús como Dios era muy atrayente para los paganos. Por un lado, la Divinidad se acercaba totalmente a los hombres. Por otro, Dios estaba por encima de todo poder humano y era salvador. Todo ello colmaba un deseo típico de la religiosidad griega de los Misterios.

   El evangelio de hoy se resume en la importancia de seguir el camino de la justicia. Esta, en la Biblia, no se presenta con una definición, sino desde el punto de vista del huérfano, la víctima o la viuda, por ejemplo. El hambre y la sed de justicia para todos, vivos y muertos, expresa el interés dominante de la Biblia.

   En una verdadera conversión a Dios, lo primero que se ha de tener en cuenta es la práctica de la justicia, es decir, la ayuda al realmente necesitado.

   Sin la práctica de la justicia no podemos relacionarnos con Dios. En el evangelio de hoy, se nos dice que, a menudo, los publicanos y las prostitutas creen en el evangelio, es decir, practican la justicia, como camino de llegar a Dios.

   Aprendamos la profunda lección de este evangelio. Envía este comentario a tus amigos. Gracias.

   Compromiso:
   Enviar el comentario.

lunes, 15 de septiembre de 2014

XXV Domingo del Tiempo Ordinario. 21/9/214. Ciclo A. Mateo 20, 1-16

   Al comentar las lecturas de la misa de este domingo podemos quedarnos, como en tantas otras, con la idea de que debemos ser buenos. La pregunta es: ¿pero qué abarca el ser buenos? La primera lectura nos sitúa en un ambiente realmente pecaminoso. Habla de malvados y criminales y los invita a que abandonen su camino. Si lo hacen él es rico en perdón, pero hay que hacerlo ya. Hay que reparar el daño hecho. Hay que rectificar realmente. Cada uno que examine el daño grave que está haciendo a los demás y rectifique inmediatamente. Como dice esta primera lectura: busquemos al Señor.

   En la segunda lectura (Filipenses, 1,20c-24.27a) Pablo se nos presenta como un enamorado de Cristo, deseando morir para poder estar con él. Pero, a la vez, desea vivir para seguir trabajando para extender el evangelio. Este es el dilema en el que se encuentra Pablo. ¡Es un verdadero dilema para el que ama de verdad a Cristo! Por desgracia, son muy pocos los que se encuentran en este dilema. No nos hemos enamorado de Cristo, aunque quizá asistimos a misa los domingos. Cuando estemos enamorados de Cristo también trabajaremos por extender su evangelio y no temeremos morir pues vamos a estar con Cristo.

   La lectura evangélica es la parábola de los viñadores y se relaciona con la lectura anterior. Esta parábola, como otras, no son invención de Jesús. Pertenecen al ambiente cultural judío de la época y en él vierte Jesús sus enseñanzas.

   En la parábola de hoy, vemos obreros que fueron contratados en diversas horas del día y, sin embargo, al final, cobran todos igual. No nos dice esta parábola si los que llegaron tarde se esforzaron y trabajaron mucho más de los que llegaron primero, para recuperar así el tiempo perdido o gran parte de él. Parece que la parábola trata de enseñarnos la libertad que Dios tiene en el obrar y que nosotros debemos respetar. Debemos  acostumbrarnos a no pedir jamás cuentas a Dios. Debemos dar a Dios una total libertad en su obrar y confiar en El. Esto significa que amamos a Dios de verdad, que trabajamos por extender su reino sin exigir recompensa, que será sobreabundante.

   Pablo amaba tanto a Cristo que deseaba morir para estar junto a El. Sin embargo, quería seguir trabajando por la causa del Señor. Imitémosle nosotros y, como en la viña, trabajemos desde hoy por extender el evangelio, pero dejemos en libertad a Jesús que nos dará mucho más de lo que merecemos, pues estaremos con El para siempre. El que es la felicidad eterna.

   Compromiso:
   ¿Podrías llegar a enamorarte de Cristo y empezar a trabajar por él?

miércoles, 10 de septiembre de 2014

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. 14/09/20104. Juan 30, 13-17

   Se celebra hoy la exaltación de la Santa Cruz. Es necesario tenerlo en cuenta para comprender el sentido y significado de las lecturas bíblicas de este domingo. La primera, tomada del libro bíblico llamado Números (21, 4b-9), nos explica cómo el pueblo judío protesta contra Dios por el hambre y las miserias que sufre en el desierto. Ese pueblo recuerda su estancia en Egipto, donde efectivamente eran esclavos pero no pasaban hambre. Ahora no tenemos pan ni agua, dicen. Ya no sólo protestaban contra Dios, sino que hablaban contra El.

   En Egipto, se adoraban las serpientes. Dios pretende dar al pueblo judío una gran lección y les permite volver a la idolatría, haciendo que encuentren el animal sagrado por todas partes. Los judíos acuden a Moisés reconociendo que han pecado. Moisés hace una serpiente de bronce, y los que la miran quedan curados de mordeduras. Aquí habría terminado el comentario de esta primera lectura si no fuese que el evangelio la utiliza para hablar de Cristo.

   La segunda lectura (Filipenses 2, 6-11) termina afirmando que ante el nombre de Jesús toda rodilla se doble, ya que Jesús es Señor, para gloria de Dios Padre. Se prepara el camino para la enseñanza evangélica. Pero, Jesús para llegar a ser tanto, es decir, para tener el nombre sobre todo nombre hubo de ser levantado como la serpiente y pasar por la muerte de cruz.

   Este es el mismo mensaje que hoy nos transmite el evangelio.

   Jesús le recuerda a Nicodemo la primera lectura de la misa de hoy. Si el que miraba la serpiente de bronce quedaba curado, ahora el que cree en el Hijo del hombre, es decir, en Jesús, tiene vida eterna. Es necesario tomarlo al pie de la letra. Si sabemos mirar con fe a Jesús, tenemos asegurada la vida eterna. Y no le demos más vueltas. Se trata de la verdadera fe, llena de amor, de entrega. Atrévete a mirar así a Jesús. Hazlo en la soledad de tu alcoba o en la paz íntima de una iglesia o en medio del dolor o del sufrimiento, si pasan por él. Pero, hazlo. Deposita en él tu fe amorosa. Nunca te pesará. Encontrarás una profunda paz en lo íntimo de tu alma.

   Y si eres creyente practicante, aún así corres el peligro de fiarte más de tus obras que de la fe en Cristo. Ten fe profunda en Cristo y él hará crecer en tí el fuego de su amor.
 
(No te olvides de enviarlo por facebook a tus amigos. Gracias.)

   Compromiso:
   Atreverme a mirar a Jesús con la fe que se expresa en este comentario.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 7/9/2014. Mateo 18, 15-20

   La corrección fraterna está en la base de la primera y tercera lecturas bíblicas de este domingo. Pero, la corrección fraterna debe basarse siempre en el amor, es propiamente el tema de la segunda lectura, el resumen de todo proceder cristiano.

   La primera lectura se toma del libro de la Biblia llamado Ezequiel (33, 7-9). Ezequiel vivió entre los años 600 al 550 antes de Cristo. Junto con Jeremias, son los dos profetas que fueron testigos de la caida de Jerusalén y el destierro a Babilonia. Ezequiel, ya en el destierro, anima al pueblo a seguir confiando en Dios y no en vanas esperanzas políticas.

   Los encargados de llevar al pueblo hacia Dios deben hablar para que el malvado se corrija. Si cumplen con su deber y lo hacen como obediencia a Dios, este los premiará.

   La corrección fraterna debe basarse siempre en el amor. Por eso, la segunda lectura (Romanos, 13, 8-10) comienza con una frase que debíamos aprender de memoria. Dice así: "A nadie le debáis nada, más que amor". Todos los mandamientos de un cristiano para con el prójimo se resumen en esta frase: "Amarás a tu prójimo como a tí mismo". Y "Amar, es cumplir la ley entera" como resumen final.

   Estas palabras tan exactas y tan tajantes de Pablo deben servirnos para discernir lo que es básico en nuestro comportamiento con el hermano. El verdadero amor comienza con el más próximo - de ahí la palabra "prójimo" - y no consiste en bagatelas sino en las cosas importantes.

   El evangelio nos habla ya propiamente de la corrección fraterna y del perdón. Es seguro que Jesús tiene en su mente pecados serios pues, de lo contrario, no se justificaría la expulsión de un hermano de la propia Iglesia. Serán pecados que pueden desacreditarla gravemente o dañar seriamente las relaciones entre uno y otro.

   Saber realizar la corrección fraterna, a solas y con amor, con cariño, con delicadeza, sería algo maravilloso entre cristianos. Pero, no sólo realizarla sino también saber aceptarla cuando nos toca recibirla. Siempre se debe tener mucho cuidado en no herir la dignidad y por eso nos dice el evangelio que la corrección fraterna se haga estando los dos a solas. Si no hay resultado positivo debe comunicarse a la comunidad, que ya lo conoce por haber sido una falta muy grave. Entonces, dicho pecador debe ser considerado como un pagano.

   Los primeros cristianos eran muy conscientes de que era posible una función interactiva en la conducta. Hoy nos resentimos de cualquier intromisión en nuestras vidas.

   Termina la lectura afirmando que lo que atemos en la tierra (según el Espíritu de Dios, lógicamente) quedará atado en el cielo. Y que "donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Sentir esto es fundamental para comprender la eucaristía.

   Compromiso:
   Trata de comprender la importancia de una corrección fraterna.

viernes, 29 de agosto de 2014

XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 31-8-2014. Mateo 16, 21-27


     En este domingo aparece una idea que puede enlazar las tres lecturas. Es una idea de muy poco calado entre los creyentes de nuestra sociedad, en la que se vive una fe mortecina falta de contacto con la divinidad. Como afirmó el Papa Francisco, muchos creyentes mueren sin haber conocido y vivido la presencia de Dios en su alma.

     La primera lectura se toma del libro bíblico de Jeremías (20, 7-9). En ella se cuentan las dificultades que tiene el creyente para ser fiel a las enseñanzas de Dios. A menudo la gente se burla, de una forma u otra, del que practica la religión en su plenitud, amando a Dios y amando al prójimo. Ante esas burlas, risas o desprecios, a veces nos sentimos tentados a abandonarlo todo, al menos públicamente. Pero si hemos sentido a Dios en nuestras almas, si hemos vivido de su presencia y de su amor, sentiremos un fuego ardiente en nuestras entrañas que nos anima a seguir adelante y a continuar siendo fieles al Señor.

     La segunda lectura (Romanos, 12, 1-2) va un paso más allá cuando nos pide “presentar nuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios, porque ese es nuestro culto razonable”. Sí, nuestro cuerpo como hostia que se ofrece, en la vida diaria y en la vida en que sea necesario dar un testimonio de fe, aún con ofrecimiento de la propia vida, como sucede en países donde los cristianos son perseguidos simplemente por el hecho de serlo.

     El evangelio sigue y completa la línea de las dos lecturas anteriores. Empieza mostrando Jesús a sus discípulos su próxima ejecución por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados. La reacción de Pedro no se hace esperar. Seguramente reacciona así por ciertos intereses particulares, de forma que Jesús le dice: “Apártate de mi vista, Satanás”. Luego se dirige a todos los discípulos para decirles que a cada uno nos toca llevar nuestra propia cruz. Y se deduce del evangelio que si queremos salvar nuestra vida renegando de Dios, la perderemos. Sin embargo, si perdemos por ser consecuentes con nuestra fe, encontraremos la vida. Dar testimonio de Cristo es lo sumo de la fe.

     Termina la lectura del evangelio con una afirmación sobre el Hijo del hombre. No me paro a dar una explicación sobre ella porque sería largo. Si nos quedamos de verdad con lo dicho, nuestra fe tendrá una mayor madurez, será mucho más profunda y sentiremos a Dios más cerca de nosotros.

     ¡Merece la pena ofrecer nuestras vidas a Dios, suceda lo que suceda!

Compromiso: medita esta lectura.



miércoles, 20 de agosto de 2014

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 24-8-2014. Mateo 16, 13-20

     La primera y tercera lecturas están ligadas por la palabra "llaves". La segunda, sin mencionar las llaves, nos manifiesta el total poderío de Dios. Veamos.

     Isaías (22, 19-23) comienza hablando del Señor. Si observamos, en la inmensa mayoría de las lecturas del Antiguo Testamento que hablan de Dios, se le llama "el Señor". Por esta razón, cuando a Jesús se le llama Señor se está usando un nombre bíblico de Dios. En esta línea irá el evangelio de hoy, cuando Jesús pregunte a los discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?". En la primera lectura aparece el tema de las llaves: Dios destituye a un mayordomo infiel y da las llaves a otro que aparece con garantía de ser buen administrador. Y manifiesta su poder con la expresión: "lo que abra quedará abierto (nadie lo cerrará), y lo que cierre quedará cerrado (nadie lo abrirá)". Esta lectura tiene su reflejo en la evangélica.

     La segunda (Carta de Pablo a los romanos 11, 33-36) nos afirma que Dios es un abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento o de vivencias. Termina con la afirmación de que Dios es el origen, guía y meta del universo. Y, a Él la gloria por los siglos. Amén. Hace unos días escuché a una persona amiga, no cristiana, decir que debemos dar gracias a Dios tanto cuando llueve como cuando hace buen sol, cuando nos va bien como cuando no... Son muchos los que aman al verdadero Dios y no tienen la suerte de ser cristianos.

     El evangelio de hoy es un tanto comprometido. Como dice el papa Francisco, en muchas cosas tenemos una fe ideologizada. Entre ellas, en lo que se refiere al papado. Para comprender su significado debemos recordar el pensar y el obrar de la primera Iglesia. El papa es, ante todo, un simple obispo de su iglesia, que preside a todos en caridad, como hermanos; no con absoluta imposición. Parece que este papa quiere ir en esta dirección y acabar así con aquella frase de los cristianos católicos: "yo, lo que diga el papa". No señor, cada uno de nosotros tiene su propia responsabilidad y no podemos eludirla. Aunque corramos el riesgo de equivocarnos. También el papa puede equivocarse, como se demuestra a través de la historia.

     No se trata aquí de hacer de este evangelio una clase de historia de la Iglesia. El papa debe ser un centro de unidad, respetando la diversidad y no imponiendo su punto de vista como criterio único y acertado. Lo mismo puede afirmarse de los obispos y demás pastores. Pero éstos difícilmente se despojan del "ordeno y mando". El Espíritu de Cristo nos obliga a los cristianos de a pie a luchar por defender nuestros derechos y libertades dentro de la Iglesia. Ello redundará en bien del propio evangelio. Pero por favor, no nos agarremos al poder. Seamos libres en el amor a Dios y a Jesús.

Compromiso: practica la libertad en tu iglesia, según te dicte tu recta conciencia. Pero comprométete en tu iglesia.



miércoles, 13 de agosto de 2014

XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17-8-2014. Mateo 15, 21-28

     En las lecturas de este domingo hay un tema fundamental, que es la aparición de dos situaciones distintas. La primera lectura se sitúa en su mayoría cien años después del destierro a Babilonia, que sucedió 538 años antes de Cristo. El pueblo judío se pregunta si están aún en vigor las leyes antiguas o han quedado ya derogadas por el paso del tiempo. La misma pregunta podemos hacernos hoy día. Ante el avance de los estudios bíblicos, los signos de los tiempos que vivimos y el cambio de mentalidad, ¿podemos seguir anclados en formulaciones inadecuadas no queridas por Dios, ni por el evangelio ni por el mandamiento del amor?

     Según la lectura de Isaías, el Señor Dios, tanto a judíos como a extranjeros, y según las otras dos lecturas tanto a judíos como a los seguidores de Jesús, a todos llevará a su monte santo, a su casa de oración.

     Pablo, en su carta a los Romanos (11, 13-15. 29-32) afirma que los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Aunque el pueblo judío no aceptó a Jesús, sin embargo la llamada de Dios permanece. Y por la misericordia obtenida por los cristianos, alcanzarán también la permanencia en el monte santo, en la casa de oración. Todos, judíos y cristianos, hemos desobedecido mucho a Dios, pero él es eternamente misericordioso.

     El evangelio, junto con el relato del centurión de Cafarnaún, es uno de los pocos pasajes que se refieren a un problema de suma urgencia entre los primeros cristianos: el lugar de los paganos o gentiles, es decir de los no judíos, en la primera Iglesia. Debe aceptarse que la fe también se expresa entre los gentiles. No debemos tomar el evangelio de hoy como un hecho totalmente verídico en todos sus detalles, sino como afirmación de que todos podemos ser discípulos de Jesús. Como dice el papa Francisco, nosotros somos discípulos de Jesús (seamos o no pertenecientes a la Iglesia Católica). Se puede hacer tal afirmación desde un punto de vista ecuménico. En todos los grupos cristianos se da una vivencia real de la fe y de la gracia. Eso es lo fundamental. No debemos, pues, excluir a nadie. Entre los primeros cristianos, algunos rechazaban a los no judíos, a los paganos. Como se deduce del evangelio de hoy. Se pone en boca de Jesús la expresión: "No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel", y la dirige a la mujer cananea, no judía. Jesús termina alabando su gran fe: era verdaderamente discípula de Jesús, aunque no fuese judía.

     No debemos, pues, encerrarnos en nuestra propia Iglesia para juzgar a los demás. Todos somos discípulos de Jesús.

Compromiso: saca la principal idea de este comentario evangélico y tenla presente en la vida.



miércoles, 6 de agosto de 2014

XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 10-8-2014. Mateo 14, 22-33

     La primera lectura, tomada del primer libro de los Reyes (19, 9a.11-13a), nos recuerda el viaje de Elías hasta el monte Horeb o Sinaí, para así beber de las mismas fuentes donde Moisés recibió la alianza de Dios hecha con su pueblo. Elías se refugia en una cueva y pasa por un momento crucial en su misión. Su vuelta a las fuentes es premiada con la frescura de la presencia de Dios, que es siempre fiel.

     Hoy urge volver de nuevo a las fuentes y a los orígenes del cristianismo, para encontrar allí el hilo conductor de nuestra propia historia y tenerlo en cuenta. Es totalmente necesario para comprender los nuevos signos de los tiempos. Hoy día el mundo exige unas nuevas respuestas y una puesta al día evangélica y actualizada de la Iglesia. Elías, el profeta, sigue siendo un modelo ejemplar de la vuelta a las fuentes, tanto para los que anuncian el mensaje del evangelio como para todo el pueblo de Dios.

     La segunda lectura, tomada de la carta de Pablo a los Romanos (9, 1-5), presenta al apóstol como un apasionado por su pueblo. En efecto, porque sus hermanos judíos no aceptan a Cristo, siente una gran pena y un dolor incesante. Hoy día Pablo sentiría esa misma pena y dolor ante la magna división entre los cristianos. Los judíos tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Pero no aceptan a Cristo. Los cristianos separados lo tienen todo, como nosotros prácticamente. Si vamos a las fuentes, según la lección de la primera lectura, encontraremos que así es. Y es triste que siendo todos de Cristo, estemos tan divididos. Vayamos todos al encuentro unos de otros y cedamos todo lo que las fuentes permitan.

     El evangelio de hoy nos presenta a Jesús andando sobre las aguas. Empieza destacando cómo Jesús es un hombre de oración. A menudo se retira al atardecer o al anochecer para hacer oración en un monte. En la tradición del antiguo oriente, la montaña tiene un profundo significado religioso. En la oración, Jesús, como hombre, entra en un contacto íntimo con el Padre. ¿Tu entras en alguna iglesia para hacer oración, ponerte en la presencia de Dios, alabarle, agradecerle...? Imitemos a Jesús y hagamos oración.

     Muchas narraciones de milagros no se refieren a milagros verdaderos. Reflejan problemas de los primeros cristianos, cuya solución el evangelista la describe como sucedida en tiempos de Jesús. En este caso, se tambalea la fe de alguna de las comunidades de Mateo. Eso es como una tempoestad en el mar. Pero Jesús estará con ellos. Y con Jesús en el corazón, no podemos tener miedo. Pero Pedro, que es importante en la iglesia mateína, necesita no obstante fortalecer su fe, pues él mismo duda. Jesús tiene que decirle: "¡Qué poca fe tienes!". La tempestad se amainó y todos los discípulos de la barca se postran ante Él y le dicen: "Realmente eres Hijo de Dios".

     Ante la necesidad de volver a las fuentes del primer cristianismo, o la necesidad inaplazable del ecumenismo, lancémonos a ello sin tener miedo, confiando plenamente en Jesús. Esta es la relación de las tres lecturas.

Compromiso: Interesarme por la fe de los primeros cristianos.



viernes, 1 de agosto de 2014

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 3-8-2014. Mateo 14, 13-21

     El tema principal de este domingo y que actúa como hilo conductor de las tres lecturas, es el del amor que Dios nos tiene.

     La primera lectura tomada del libro bíblico de Isaías (55, 1-3), es una especie de alegoría en la que se toma el alimento como base de la enseñanza. El alimento divino no cuesta dinero: la gracia de Dios nos viene gratis. El agua de la purificación, la leche de la abundancia, el pan del alimento de nuestro espíritu nos lo da graciosamente el Señor Dios. ¡Busquémoslo! ¡No vayamos tras otras cosas que nos hagan olvidarnos de Dios, de lo auténtico! Termina la lectura afirmando Dios: "Escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza eterna".

     Tal es el amor que Dios nos tiene, que la segunda lectura (Romanos 8, 35.37-39) comienza preguntando: "¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?". Continúa enumerando una serie de posibles causas que nos podrían apartar del gran amor que Dios nos tiene y que se manifestó en Cristo Jesús, Señor nuestro. Los cristianos a quienes se dirige esta carta de Pablo, están dispuestos a dar la vida por no renegar de Cristo, aunque la pierdan a través de la espada. Es la respuesta al amor que Dios nos tiene.

     Ante la tercera lectura, es decir ante el evangelio, Jesús nos enseña cómo debe ser el amor con todos. Lo primero, Jesús nos quiere pero más libres. Por eso, manda a la multitud que se recuesten para comer, ya que era así como se sentaban los hombres libres para comer la Pascua. Jesús cuenta con cinco panes y dos peces para racionarlos a todos. No estamos ante un hecho real milagroso, sino ante un hecho significativo. Cinco (panes) y dos (peces) suman siete unidades de lo que sea, y el número siete indica la totalidad. Repartir el pan y los peces significa que prolongamos la generosidad de Dios creador.

     Jesús pronuncia la bendición, significando que el pan deja de ser don de hombres y pasa a ser regalo de Dios. Cuando se libera la creación del egoísmo humano, sobra en el mundo para cubrir las necesidades de las personas. Sin querer amasar miles de millones, sobraría para eliminar las hambrunas del mundo.

     Los doce restos que sobran representan las doce tribus de Israel. Es decir, que compartiendo habría para todos y sobraría muchísimo. Dice el evangelio que eran cinco mil los hombres que comieron. Es también una cifra simbólica: 5000=50x100, indica repetición ilimitada, y en este caso, la importancia del compartir. Compartiendo, la tierra da para todos.

Compromiso: desprenderme de algo, para compartir.


 

lunes, 21 de julio de 2014

XVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 27/7/2104. Mateo 13, 44-52

   A menudo, parece que las lecturas de la misa no tienen relación entre sí pero, en general, hay un hilo conductor que las relaciona. En esta eucaristía, las dos primeras lecturas reflejan cómo ha de ser nuestra oración y nuestro amor a Dios relacionándolos con el hermano. Eso constituye, fundamentalmente, el reino de los cielos. Quien descubre su profundo significado y sus vivencias vivencias, lo da todo para no perderlo y a ello se refiere la tercera lectura o evangelio.
 
   La primera lectura, tomada del libro primero de Reyes (3, 5.7-12), nos refiere la oración que hace Salomón. Es una oración de petición, pero Salomón rey, no pide nada para él sino lo mejor para el pueblo de Dios. No pide una larga vida, ni riquezas, ni la vida de sus enemigos, sino saber distinguir el mal del bien para gobernar lo mejor posible. ¡Qué bien iría el mundo si los gobernantes velaran de verdad por el  bien del pueblo y no se enriquecieran tan desmesuradamente!  

   La segunda lectura, de la carta de Pablo a los romanos (8, 28-30), comienza afirmando que, a los que aman a Dios todo les sirve para bien. Esto lo saben bien los que aman a Dios de verdad siempre, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de la vida. De esta forma somos imagen del Hijo de Dios, lo que nos hace a todos hermanos. Así, Dios nos conoce, nos llama, nos justifica y nos glorifica.

   Con la Biblia en la mano, el reino de Dios resume y concentra lo dicho hasta aquí. Su culmen es nuestra justificación y glorificación, con las profundas vivencias de Dios. El que lo intuye, y ya aquí, empieza a saborearlo, no lo deja escapar. En esta línea se expresa el evangelio de hoy, con la propuesta de tres parábolas. El reino de los cielos debe ser para los creyentes en Dios, como un tesoro escondido o como la perla fina de gran valor o la red de pescar. En el caso de las dos primeras parábolas, se vende todo lo que se tiene para adquirirlos, pues la ganancia es infinitamente más grande. La tercera parábola refleja la tarea del pescador que, una vez echada la red, recoge toda clase de peces para seleccionarlos posteriormente. Los buenos se guardan y los malos se tiran. Para decirnos dónde se tiran, el evangelio utiliza una metáfora que, como tal metáfora, no puede tomarse al pie de la letra. Dice que los malos se separarán de los buenos y se echarán al horno encendido. Hace poco, hablando con una religiosa, afirmaba ella: "El infierno existe, pero está vacío". No es ninguna herejía esta afirmación, pero debemos andar siempre con mucho cuidado y practicar de verdad lo que favorece el reino de Dios.

   Compromiso:
   Párate a pensar lo que es el reino de los cielos y pónlo en práctica. Piensa en Positivo.
  

martes, 15 de julio de 2014

XVI Domingo del Tiempo Ordinario 20/7/2014. Ciclo A. Mateo 13, 24-43

   La primera lectura del libro de la Sabiduría (12, 13. 16-19) comienza hablando de Dios como del único Dios, por encima del cual no hay nadie. Por esa razón, Dios no tiene que dar cuenta a nadie de sus actos y puede perdonar todos nuestros pecados. Dios es demasiado bueno y nos perdona con gran amor. Esa forma de ser de Dios nos estimula, a todos, a ser también humanos con los demás. En medio de nuestros pecados, deja espacio para que sepamos arrepentirnos.  

   Todo lo anterior está en relación con las buenas vibraciones que nos da el Espíritu. Es el tema de la segunda lectura (Romanos 8, 26-27). Los creyentes, como personas que vivimos de la fe, sentimos cómo el Espíritu nos ama con gemidos inenarrables. Siguiendo a los Padres griegos, el Espíritu nos traduce, como si dijéramos, lo divino a los términos que los seres humanos podamos captar y comprender, hasta donde es posible.

   En esta misma línea, los primeros cristianos judíos utilizaban el término Espíritu para describir la presencia inmanente de Dios en ellos, lo que los llenaba de una energía vivificadora y los capacitaba para comprender el profundo significado de la misión de Jesús.

   No despreciemos las vibraciones del Espíritu que hay en nosotros.

   En el evangelio de hoy se nos presentan tres parábolas. Si deseamos encontrar una parábola en el Nuevo Testamento, casi seguro que si vamos al capítulo 13 del evangelio de San Mateo, la encontramos allí. Es un capítulo que las reúne. Es una forma de componer un libro. No quiere decir que Jesús las pronunció todas de una vez. Las parábolas de este domingo son tres: la de la cizaña, el grano de mostaza y la de la levadura. Son parábolas del reino de los cielos, no de la Iglesia. Durante muchos años se enseñó en teología y en los catecismos de la Iglesia Católica, que el reino de Dios era la Iglesia. Hoy día, salvo en los grupos conservadores católicos, ya nadie se atreve a decirlo. Esos grupos tienen, manifiestamente, una fe ideologizada, como diría el Papa Francisco. El reino de Dios, o de los cielos, abarca más que la Iglesia. ¡Cuánta gente hay que no conoce a Cristo y pertenece, sin embargo, al reino de Dios, porque lo aman y ayudan al prójimo!

  Las tres parábolas de este domingo comienzan afirmando que el reino de los cielos se parece al sembrador, en cuyo campo aparecen la buena cosecha y la cizaña; también se parece a la semilla de la mostaza o a la de la levadura. Las tres son fáciles de entender, pero deberíamos recordar el comentario del domingo anterior.

   Al final del evangelio de hoy, se afirma que los corruptores y malvados serán arrojados al horno encendido. Los justos, en cambio, brillarán como el sol, junto al Padre Dios. ¡Cómo tendrán que ser esos corruptores y malvados, para que merezcan tal castigo, después de haber escuchado la primera lectura!

   Compromiso:
   Procura vivir cerca de Dios, para ir reconociendo la labor del Espíritu en tu interior.

lunes, 7 de julio de 2014

XV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 13/7/20104. Mateo 1030, 10-230

   En la liturgia de hoy las lecturas giran alrededor de la palabra que sale de la boca de Dios. Así se ve claramente en la primera y tercera o evangelio. La segunda manifiesta la plena realización de la palabra de Dios.

   La primera lectura, tomada de Isaías (55, 10-11), bajo el ejemplo de la lluvia y la nieve que vienen a la tierra y la hacen germinar para volver al cielo, termina afirmando que la palabra que viene de Dios hace su voluntad y la cumple.

   Lo prometido por la palabra de Dios nos la hace comprender la segunda lectura (Romanos, 8, 18-23). A menudo, la vida nos da un vuelco importante o total. Pasamos de una vida alegre, satisfecha, a una existencia dolorosa. Y también, viceversa. Cuando pensamos que ya no podemos sufrir más, nos llega la gran alegría de la vida. No obstante, sea lo que sea de nosotros en esta vida, al dejar este mundo y empezar a vivir muy cerca de Dios, el vuelco de nuestra existencia es total. Y esto es lo que intenta manifestarnos esta segunda lectura. Aquí, estamos esperando "la plena manifestación de los hijos de Dios". En ella, nos veremos libres de las limitaciones de esta vida y no sujetos ya a las amarras de lo pecaminoso, gozaremos de la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Entonces poseeremos las primicias del Espíritu en su plenitud. Esa realidad, hoy por hoy nos es inaccesible. Pero el vuelco se dará y llegará.

   En el evangelio se trata de la muy conocida parábola del sembrador y existe una afirmación central que no suele mencionarse. Los discípulos preguntan a Jesús: "¿Por qué les hablas en parábolas?". Jesús les contesta: "Porque miran y no ven, escuchan y no entienden". Como diciendo: a ver si con ejemplos pueden ir entendiendo algo.

   Esa es, en efecto, la situación de hoy día. La Iglesia está fuertemente dividida en dos, la parte conversadora y la abierta o progresista. La primera ignora el valor evangélico de los signos de los tiempos, a pesar de haber invitado el concilio Vaticano II a tenerlos en cuenta. La segunda, en su afán de apertura, puede llegar demasiado lejos. Así las cosas, el predicador neutral creyente se ve, a menudo, perplejo sobre cual ha de ser su forma de actuar, porque muchos miran pero sin fijarse, no distinguen y no saben lo que ven. Es posiblemente la situación de Jesús en su predicación. Y, por eso habla en parábolas, pues la verdad descarnada podría hacer más recalcitrantes a determinados grupos de creyentes.

   Sería interesante reconocer desde la fe, que Dios ama y está presente igualmente entre los cristianos conservadores y los progresistas. Y, por lo mismo, estar dispuestos a ceder por ambas partes lo que  fuera necesario. Las reuniones, bien programadas, de cristianos conservadores y progresistas podrían así dar muy buen resultado en bien del reino de Dios. Y si Jesús volviese a este mundo, no necesitaría hablar en parábolas para no ser mal interpretado. Saber dialogar elimina aristas y crea buenas entendederas.

   Compromiso:
   Favorecer el diálogo entre posturas diversas.

lunes, 30 de junio de 2014

XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6/7/214. Mateo 1010, 250-300

   En la primera lectura vemos una imagen de Dios reflejada en la figura del rey que, cabalgando sobre un asno, derrotara a los guerreros que llevan poderosos caballos y pondrá la paz entre las naciones.

   Imágenes de este y otro tipo fueron suficientes en otros tiempos para ponernos en contacto con Dios. Sin embargo, es posible que, hoy día, nos digan muy poco o nada. Quizá ha llegado el momento en que debamos prescindir de ellas para encontrarnos con el misterio divino. Pero, después de haber atisbado ese misterio profundo, debemos volver al uso de imágenes, aunque ya interpretadas de forma diferente. Las imágenes con las que hablemos de Dios no deben entorpecernos el contacto con el misterio divino. La imagen de hoy queda muy entendida por aquel dicho popular de que Dios escribe derecho con renglones torcidos.

   La segunda lectura, tomada de la carta de Pablo a los Romanos (8, 9.11-13), nos dice que el espíritu de Dios resucitó a Cristo y vive en él. Así también, el mismo espíritu de Dios vivificará nuestros cuerpos y los vivificará. Estamos en deuda con Dios que nos brinda tan maravillosa posibilidad. El espíritu de Dios nos pide que demos muerte a las obras pecaminosas para así vivir en su espíritu, que nos da vida. Es una experiencia bien conocida por aquellos que salen del pecado y del abandono y vuelven a Cristo.

   La lectura evangélica nos está afirmando que las vivencias espirituales que emanan de la segunda lectura, el Padre Dios las manifiesta a los de corazón sencillo. El nos hace experimentar y revivir las experiencias de vida que el espíritu de Dios realiza en nosotros. El Espíritu de Dios es el mismo que vive en Cristo y, po esa razón, nos dice Jesús que vayamos a él, donde encontraremos la paz. Estamos unidos a Cristo porque tenemos en nosotros el mismo espíritu.

   A través de Jesús conocemos mucho más a Dios, pues Jesús ha penetrado su misterio insondable y nos comunica sus experiencias. Pero nosotros hemos de estar en la misma onda que Jesús. Hemos de vibrar al unísono, para recibir el mismo mensaje divino. Por esta razón, como nos decía antes Pablo, debemos dar muerte a las obras que no son del Espíritu.

   Aprended de mí, dice Jesús. Su yugo es suave y su carga ligera. Esto siempre es verdad aunque nos veamos en la situación de dar nuestra propia vida por ser fieles a Dios. Es tanto lo que Dios puede hacer en nuestras almas que, verdaderamente, el yugo de Jesús es siempre suave y su carga ligera.

   Compromiso:
   Haz por recordar y revivir tus experiencias religiosas.

martes, 24 de junio de 2014

Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. 29/6/2014. Ciclo A. Mateo, 16, 13-19

   Aunque en la fiesta de hoy festejemos la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, las lecturas 1ª y 3ª tienen especial y única referencia a Pedro.

   La primera comunidad cristiana siguió formando parte integral del judaísmo. Sin embargo, pronto llegará la definitiva separación, pues las persecuciones y las ejecuciones tendrán un papel decisivo en ella. Por la primera lectura (Hechos de los Apóstoles, 12, 1-11), vemos que el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia, empezando por pasar a cuchillo a Santiago el hermano de Juan. Esto agradaba a los judíos y entonces Herodes se decide a meter preso a  Pedro. Vienen a continuación otra serie de hechos que no se mencionan en la lectura de hoy pero que determinaron la separación definitiva de judíos y cristianos. Es fundamental recordar hoy día, el común origen judío de los cristianos. Es fundamental recordarlo en estos tiempos de ecunemismo o de unión entre los creyentes en un sólo Dios: judíos, cristianos y musulmanes. Esta es la razón por la que han orado juntos en Roma, Francisco y los jefes árabe y judío. La creencia en el único Dios es razón suficiente para llevarnos como hermanos, en paz.

   La segunda lectura (2ª Carta a Timoteo, 4, 6-8. 17-18) nos habla de los últimos días de la vida de Pablo. Dice que el momento de su partida es inminente y afirma que ha mantenido la fe y la ha anunciado a los gentiles. Termina afirmando que aunque muera, Dios seguirá librándolo de todo mal y lo salvará. Pablo se echa en los brazos, cosa que muchos cristianos aún no han aprendido a hacer.

   Ya en la lectura evangélica, debemos recordar las palabras de Jesús a Pedro: "Tú eres Piedra y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no podrán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Tradicionalmente este texto se ha ido interpretando de forma unidireccional a favor de un primado monárquico del Papa. Sin tratar de herir a los católicos conservadores, se debe afirmar que hoy día los mismos exégetas católicos afirman que los otros evangelios no dicen nada de dicho texto, lo ignoran, y que por lo mismo y otras razones, no son palabras del Jesús terreno. Son palabras compuestas después de Pascua por la comunidad de Mateo. En la primitiva Iglesia Pedro no aparece como monarca absolutista. No hay ningún indicio de ello. El papa Francisco se sitúa en esa línea y así puede abrirse una línea de unión entre todos los cristianos. No neguemos nunca esta posibilidad y abrámonos a ella. No seamos fundamentalistas ni tengamos una fe ideologizada.

   Compromiso:
   Estemos abiertos al ecunemismo.

lunes, 16 de junio de 2014

Domingo Solemnidad del Corpus. Ciclo A. 22/6/2014. Juan 6, 51-58

   En las tres lecturas de la misa de hoy aparece la palabra "pan", como no podía ser menos en la festividad del Cuerpo de Cristo.

   En la primera lectura (Deuteronomio, 8, 2-3, 14-16), el pan está representado por el maná como alimento. Moisés, hablando al pueblo, le pide que no se olvide de Dios, no sólo cuando las cosas van bien, sino también cuando van mal o muy mal. El pueblo israelita pasó por un desierto inmenso y terrible, lleno de alacranes y otros animales muy dañinos y sin gota de agua. Sin embargo, Dios lo alimentó con el maná que no conocían sus padres. El pueblo israelita se comportó como un pueblo que, en medio de sus pecados, trató de ser lo más fiel posible a Dios. Moisés les enseña que "no sólo de pan vive el hombre sino de todo cuanto sale de la boca de Dios".
 
   En las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, siempre, hemos de ser fieles a Dios. Y, en nuestros pecados, hemos de saber volvernos hacia el Señor para arrepentirnos y rectificar, aunque volvamos a caer.
 
   La segunda lectura, (1 Corintios 10, 16-17), ya menciona expresamente la Eucaristía, llamándola Acción de Gracias. Tres veces aparece la mención del pan. Tanto la sangre de Cristo, como el pan que partimos en la Eucaristía nos unen a todos. La Eucaristía es la plenitud de la presencia de Cristo en medio de los hermanos, que están reunidos en su nombre. Esto es básico para comprender la presencia de Cristo que se nos da plenamente. La liturgia debe expresarlo combinando expresiones  de verdadera alegría, vivida por todos, los que estamos reunidos en nombre de Cristo, a la vez que se expresa la oración conjunta y la unión de todos como creyentes. Todos formamos un solo cuerpo como dice la lectura.

   El evangelio nos proclama definitivamente la realidad de la eucaristia. Cinco veces aparece la palabra pan. Al cáliz se hace mención cuando Jesús habla de beber su sangre. En este evangelio, cómo sería la expresión de Jesús que se asustan de tener que comerlo. Parece que se excluye todo sentido metafórico. Pero, debemos movernos en el campo de un Cristo resucitado para que sea real su presencia como comida entre hermanos, reunidos en su nombre. No debemos olvidar las primeras eucaristías de los discípulos, en que Jesús resucitado se hace presente en medio de ellos, estando con las puertas trancadas.

   ¿Cómo se come y se bebe un cuerpo resucitado? Se come y se bebe con el mismo gesto de comer y beber y con gran fe de que se trata del cuerpo y sangre de Cristo resucitado. El está presente y nos sana. La eucaristía tiene un efecto sanador para el que la recibe con fe. ¡Bien lo han experimentado los que han sanado de sus drogadicciones y pasiones!

Compromiso:
   Tomar en serio la presencia de Cristo en la Eucaristía.

viernes, 13 de junio de 2014

XI Domingo del tiempo ordinario. Ciclo A. 15–6-2014. Juan 3,16-18


Que Dios se ha quedado entre nosotros para salvarnos es el mensaje que se nos transmite en las tres lecturas bíblicas de este domingo. En la primera, tomada del libro del éxodo (34,4b-6,8-9), se manejan una serie de metáforas. Pero, lo esencial es que Dios baja en la nube para quedarse con Moisés. Entonces el Señor Dios pasa por delante de él proclamándose verdaderamente comprensivo y misericordioso. Ante esta manifestación divina Moisés le pide al Señor que vaya siempre con ellos delante de todo el Pueblo. Que lo tome como heredad, aunque sea de dura cerviz, perdone todos sus pecados. Saber que aunque pecadores, Dios nos comprende y perdona, es maravilloso.

La segunda lectura tomada de la segunda carta a los Corintios (13, 11-13), pide a los cristianos que trabajen para su perfección. De esa forma,  el Dios del amor y de la paz estará con ellos. Trabajar por la perfección lo centra Pablo en saber vivir en paz unos con otros, saludándose unos a otros con un beso santo. Esta segunda lectura es un bonito complemente de la primera. Si seguimos su consejo, la gracia, el amor y las vivencias del espíritu santo estarán siempre con nosotros.

Conforme al evangelio de hoy, Dios es el que siempre toma la iniciativa actuando en la historia. Y Jesús es el don del amor de Dios del amor de Dios a la humanidad. Jesús al ser levantado en alto en la cruz, muestra cuanto ama a Dios al mundo. Al igual que Abraham fue capaz de desprenderse de su propio hijo, así Dios entrega a su Hijo único para demostrarnos su amor. San Pablo nos da una pista de cómo podemos amar nosotros a los demás; Se trata de vivir en paz con nosotros, pero en relación no en aislamiento, expresado en el beso santo. Así, expresaremos de alguna forma el amor que Dios nos tiene y lo comprenderemos mejor.

Pero, Dios se nos dio por medio de su hijo para salvarnos por su amor. Nos pide la fe, creer que por Jesús estamos salvos. Aceptarlo con fe, es lo que se nos pide. Este pasaje es como una recapitulación de toda la doctrina de Pablo sobre la justificación por la fe. Los cristianos debemos acostumbrarnos a vivir de la fe en Dios, en Jesús de Nazaret. El creyente vive por la fe. Es esta una verdad profunda y fuente de experiencias de cercanía de Dios. En definitiva vivir de la fe es echarse en los brazos de Dios que nos da seguridad, es vivir el amor de Dios, escalar en los profundos misterios de nuestra existencia sumergida en el amor de la divinidad. Son experiencias que sólo atisba el que vive de la fe.

 

Palabras clave: fe

Compromiso: Aprende a vivir en paz con los demás, pero no pasando de ellos, sino tratando de hacer el bien

 

lunes, 2 de junio de 2014

X Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 8/6/214. Juan 2O, 19-23

   El tono de las lecturas del presente domingo de Pentecostés viene dado por la presencia del Espíritu en las tres lecturas. En Hechos de los Apóstoles (2,1-11), nos habla Lucas de lo que se conmemora en un día como hoy. A Lucas, ya desde antiguo, se llama "pintor entre los evangelistas". En efecto, presenta algunos mensajes en cuadros verdaderamente impresionantes. Dice la lectura que "se llenaron todos del Espíritu Santo", pero la escena se describe con fenómenos sensibles que la acompañan. Dios está verdaderamente cercano a nosotros como se describe con un ruido del  cielo o con un viento recio que resuena en toda la casa. Un texto rabínico nos dice que en el monte Sinaí, cuando la entrega de los mandamientos, la voz de Dios se dividió en setenta lenguas y así fueron proclamados a todos los pueblos, en su propia lengua. Lucas se sirve de los medios culturales de la época para expresar, de forma gráfica, la venida del Espíritu, experiencia que no está al alcance de los sentidos, pero que debe expresarse de alguna forma.

   La segunda lectura (1 Corintios 12, 3b-7. 12-13) empieza manifestando la necesidad de la acción del Espíritu Santo para conocer la realidad de Jesús. Al final de la lectura, se recuerda que "hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un sólo cuerpo. Y todos hemos bebido de un sólo Espíritu". En estas dos frases, está resumida la  lectura. El bautismo de la primitiva Iglesia era el resultado de una fe viva y de verdadera vivencia de Dios. Los creyentes se encontraban pues bajo la acción del Espírtu Santo y, sin duda, esa es la causa de tantos mártires en aquella Iglesia.

   La celebración de la Cena del Señor o Eucaristía parece ser el momento de muchas apariciones del resucitado. La del evangelio de hoy, en efecto, sucede el primer día de la semana, Dia del Señor o domingo. Jesús está en medio de los discípulos, su presencia es vivida por todos y nos hace sentir y vivir su paz. La paz que él nos da. En la celebración de la Eucaristía vivimos cada vez la presencia viva de Jesús resucitado. Su paz debemos hacerla viva en toda la comunidad.

   Y al final de este evangelio dice Jesús: "Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos". Jesús no dice esto a los obispos ni a los curas. Lo dice a todos los discípulos, es decir a todos los creyentes. El evangelista Juan no habla de confesar los pecados a un sacerdote como se hace hoy día. Por escasez de espacio no se puede explicar aquí el concepto de pecado en el evangelio de Juan. Si aprendiésemos de verdad a saber pedir perdón y a perdonarnos unos a otros, esto sería mucho más importante. Además, debemos aprender a saber pedir perdón a Dios de todo corazón y a sentirnos de verdad perdonados.

   Compromiso:
   Aprende a pedir con fe perdón a Dios y al hermano. Y, aprende a perdonar.

 
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