miércoles, 3 de septiembre de 2014

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 7/9/2014. Mateo 18, 15-20

   La corrección fraterna está en la base de la primera y tercera lecturas bíblicas de este domingo. Pero, la corrección fraterna debe basarse siempre en el amor, es propiamente el tema de la segunda lectura, el resumen de todo proceder cristiano.

   La primera lectura se toma del libro de la Biblia llamado Ezequiel (33, 7-9). Ezequiel vivió entre los años 600 al 550 antes de Cristo. Junto con Jeremias, son los dos profetas que fueron testigos de la caida de Jerusalén y el destierro a Babilonia. Ezequiel, ya en el destierro, anima al pueblo a seguir confiando en Dios y no en vanas esperanzas políticas.

   Los encargados de llevar al pueblo hacia Dios deben hablar para que el malvado se corrija. Si cumplen con su deber y lo hacen como obediencia a Dios, este los premiará.

   La corrección fraterna debe basarse siempre en el amor. Por eso, la segunda lectura (Romanos, 13, 8-10) comienza con una frase que debíamos aprender de memoria. Dice así: "A nadie le debáis nada, más que amor". Todos los mandamientos de un cristiano para con el prójimo se resumen en esta frase: "Amarás a tu prójimo como a tí mismo". Y "Amar, es cumplir la ley entera" como resumen final.

   Estas palabras tan exactas y tan tajantes de Pablo deben servirnos para discernir lo que es básico en nuestro comportamiento con el hermano. El verdadero amor comienza con el más próximo - de ahí la palabra "prójimo" - y no consiste en bagatelas sino en las cosas importantes.

   El evangelio nos habla ya propiamente de la corrección fraterna y del perdón. Es seguro que Jesús tiene en su mente pecados serios pues, de lo contrario, no se justificaría la expulsión de un hermano de la propia Iglesia. Serán pecados que pueden desacreditarla gravemente o dañar seriamente las relaciones entre uno y otro.

   Saber realizar la corrección fraterna, a solas y con amor, con cariño, con delicadeza, sería algo maravilloso entre cristianos. Pero, no sólo realizarla sino también saber aceptarla cuando nos toca recibirla. Siempre se debe tener mucho cuidado en no herir la dignidad y por eso nos dice el evangelio que la corrección fraterna se haga estando los dos a solas. Si no hay resultado positivo debe comunicarse a la comunidad, que ya lo conoce por haber sido una falta muy grave. Entonces, dicho pecador debe ser considerado como un pagano.

   Los primeros cristianos eran muy conscientes de que era posible una función interactiva en la conducta. Hoy nos resentimos de cualquier intromisión en nuestras vidas.

   Termina la lectura afirmando que lo que atemos en la tierra (según el Espíritu de Dios, lógicamente) quedará atado en el cielo. Y que "donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Sentir esto es fundamental para comprender la eucaristía.

   Compromiso:
   Trata de comprender la importancia de una corrección fraterna.

 
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