martes, 9 de abril de 2013

Domingo III de Pascua. Ciclo C. 14/04/2013. Juan 21,3-19

   El capítulo 5 de los Hechos de los Apóstoles (27-41) objeto de la primera lectura es muy densa en contenidos. Nos recuerda que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres, en los momentos de persecución. Que Dios resucitó a Jesús y lo exaltó haciéndolo jefe y salvador para darnos la conversión con el perdón de los pecados. Este no se relaciona con la necesidad de confesarse ante un sacerdote, sino con la conversión ante Dios y Jesús. El Espíritu Santo da testimonio en el interior de cada creyente, de ese perdón que nos ha sido concedido.

   El Apocalipsis (5,11-1) llama a Jesús el Cordero Degollado y aparecen todas las criaturas dándole la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. A esto se responde Amén.

   Ya en el evangelio de hoy, dice Simón: "Voy a pescar". Parece que los discípulos necesitan pescar para comer. El peligro está en que se olviden de la propaganda del evangelio.

   Llega Jesús a la orilla, pero ellos no lo reconocen, y viendo que no habían pescado nada les manda que echen la red a la derecha de la barca. No sabemos la razón, pero no sería raro que una persona que está mirando sugiera otro lugar para pescar, pues los lugareños suelen conocer los sitios donde abundan los peces. Sin embargo, de una forma o de otra, se nos enseña que la obediencia a Cristo es lo fundamental. El resultado es una pesca tan grande que no pueden con ella.

   Pero, esa pesca tan exitosa hace exclamar al discípulo que amaba Jesús: "Es el Señor". Este discípulo muestra un excelente discernimiento espiritual. Se da cuenta de la presencia del Señor. La capta. Así nosotros debemos saber captar la presencia de Dios en muchas ocasiones de la vida, y en concreto, en nuestra vida interior y en nuestra actuación como cristianos.

   Cuando descendieron de la barca vieron unas brasas con un pez encima y pan. La palabra "ascuas" o "brasas" sólo aparece dos veces en el Nuevo Testamento, aquí y cuando Pedro se calentó sobre unas ascuas mientras traicionaba a Jesús. De este hecho, con poca imaginación, puede extraerse un bonito pensamiento. Si ante unas brasas Pedro traiciona a Jesús, ahora, también ante unas brasas, Jesús le va a dar la oportunidad de arrepentirse.

   En este evangelio parecen existir dos trasfondos significativos. Hay una referencia a la eucaristía, pues Jesús toma el pan y el pez que lo representa entre los primeros cristianos. Jesús se nos da en comida y está presente entre nosotros.

   Por otro lado, parece entenderse la pesca de peces como pesca de hombres. Son muchos los que se van haciendo discípulos del Señor. Cuando dice este evangelio que Pedro trajo la red a tierra usa el mismo verbo que para atraer la gente hacia él.

   Finalmente, si Pedro negó tres veces a Jesús la noche de ser entregado, ahora Jesús le pregunta por tres veces: "Pedro, me amas más que estos?" A lo que Pedro responde que sí, que le ama. Sin embargo, el verbo amar en boca de Jesús se expresa, en el original griego, con una palabra distinta a l aque se usa cuando se pone el verbo amar en boca de Pedro. La palabra usada por Jesús significa un amor mucho más fuerte que el de la contestación de Pedro. El servicio cristiano se manifiesta por el amor.

   Las palabras de Cristo a Pedro, "apacienta mis corderos", hace referencia al sacrificio, pues en la época en que se escribió este evangelio, la persecución de los cristianos y su martirio era cosa corriente.

   Compromiso:
   Arrepiéntete de tus pecados y siéntete perdonado por Dios.

   (Para completar ideas puede consultar mi comentario del 18/04/2010. Para ello, pulse en ls etiqueta "pesca" en la columna de la derecha de la versión web)

 
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