sábado, 19 de abril de 2008

Domingo V de Pascua. 20-04-2008. Juan 14, 1-12

En el evangelio de hoy comienza Jesús diciéndonos: "No estéis intranquilos; mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola conmigo". Esa adhesión es la clave para no estar intranquilos; pero dicha adhesión ha de nacer de una fe profunda para que lo sea de verdad.


A continuación, afirma que la vivienda de su Padre es un hogar. Es necesario valorar esta palabra, porque un hogar es mucho más que una casa. Un hogar significa intimidad, como es propio de una familia donde todos se quieren. Esta es la verdadera traducción de la correspondiente palabra griega. Por tal razón no decimos la casa del Padre, sino su hogar. ¡Pobre traducción la del misal! ¡Y qué emocionante el evangelio de Juan!


Ante una petición de Felipe, Jesús le contesta: "Quien me ve presente a mí, ve presente a mi Padre: ¿cómo dices tú: haz que veamos al Padre?". La gloria de Dios se manifiesta en Jesús. Esta respuesta del Señor es de gran alcance para nuestra oración, ya sea oración vocal, mental o de presencia mística. Cuando vamos por la calle o en plena naturaleza y nuestro corazón, rebosante de amor o de gran alegría, va diciendo interiormente, no sé si con el cuerpo o con el alma: "Te amo Señor, te amo Jesús, te amo Dios mío...". Igualando en el corazón al Dios eterno y a Jesús, lo que hacemos es repetir en sublimación mística la misma frase de Jesús: "Quien me ve presente a mí, ve presente a mi Padre". Dios es visible en Jesús porque la gloria de Dios se manifiesta en él.


Y, ese mismo Jesús nos dice hoy que Él es el camino, la verdad y la vida. El camino de Jesús va unido pues a la verdad y la vida. En el prólogo de este evangelio de Juan, se afirma que la vida era la luz de los hombres (Juan 1,4) y que la gracia y la verdad no vienen por medio de la ley sino por Jesucristo. Jesús es la nueva vida que experimenta el discípulo y que se percibe conscientemente como verdad; verdad por la que sabemos que Dios nos ama como Él sólo sabe amar. Si, el camino es Jesús, nuestra progresiva adhesión a Él por la fe y el amor, darán un carácter dinámico a nuestra existencia.


En el versículo 10, dice Jesús: "Las exigencias que yo propongo no las propongo como cosa mía: es el Padre, que viviendo en mi, realiza sus obras". Las exigencias que Jesús propone son siempre obras de amor en todas sus múltiples facetas. Es decir, el evangelio del amor.

 
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