miércoles, 20 de agosto de 2014

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 24-8-2014. Mateo 16, 13-20

     La primera y tercera lecturas están ligadas por la palabra "llaves". La segunda, sin mencionar las llaves, nos manifiesta el total poderío de Dios. Veamos.

     Isaías (22, 19-23) comienza hablando del Señor. Si observamos, en la inmensa mayoría de las lecturas del Antiguo Testamento que hablan de Dios, se le llama "el Señor". Por esta razón, cuando a Jesús se le llama Señor se está usando un nombre bíblico de Dios. En esta línea irá el evangelio de hoy, cuando Jesús pregunte a los discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?". En la primera lectura aparece el tema de las llaves: Dios destituye a un mayordomo infiel y da las llaves a otro que aparece con garantía de ser buen administrador. Y manifiesta su poder con la expresión: "lo que abra quedará abierto (nadie lo cerrará), y lo que cierre quedará cerrado (nadie lo abrirá)". Esta lectura tiene su reflejo en la evangélica.

     La segunda (Carta de Pablo a los romanos 11, 33-36) nos afirma que Dios es un abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento o de vivencias. Termina con la afirmación de que Dios es el origen, guía y meta del universo. Y, a Él la gloria por los siglos. Amén. Hace unos días escuché a una persona amiga, no cristiana, decir que debemos dar gracias a Dios tanto cuando llueve como cuando hace buen sol, cuando nos va bien como cuando no... Son muchos los que aman al verdadero Dios y no tienen la suerte de ser cristianos.

     El evangelio de hoy es un tanto comprometido. Como dice el papa Francisco, en muchas cosas tenemos una fe ideologizada. Entre ellas, en lo que se refiere al papado. Para comprender su significado debemos recordar el pensar y el obrar de la primera Iglesia. El papa es, ante todo, un simple obispo de su iglesia, que preside a todos en caridad, como hermanos; no con absoluta imposición. Parece que este papa quiere ir en esta dirección y acabar así con aquella frase de los cristianos católicos: "yo, lo que diga el papa". No señor, cada uno de nosotros tiene su propia responsabilidad y no podemos eludirla. Aunque corramos el riesgo de equivocarnos. También el papa puede equivocarse, como se demuestra a través de la historia.

     No se trata aquí de hacer de este evangelio una clase de historia de la Iglesia. El papa debe ser un centro de unidad, respetando la diversidad y no imponiendo su punto de vista como criterio único y acertado. Lo mismo puede afirmarse de los obispos y demás pastores. Pero éstos difícilmente se despojan del "ordeno y mando". El Espíritu de Cristo nos obliga a los cristianos de a pie a luchar por defender nuestros derechos y libertades dentro de la Iglesia. Ello redundará en bien del propio evangelio. Pero por favor, no nos agarremos al poder. Seamos libres en el amor a Dios y a Jesús.

Compromiso: practica la libertad en tu iglesia, según te dicte tu recta conciencia. Pero comprométete en tu iglesia.



 
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