jueves, 22 de marzo de 2018

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Ciclo B. 25/03/2018. Marcos 15,1-39

   Las tres lecturas de la misa de hoy pueden leerse como referidas a personas que tienen una fuerte referencia a experiencias místicas. Esta perspectiva debe tenerse en cuenta a la hora de comentarlas.

   El texto que se propone hoy, para memorizar y repetir varias veces durante la semana y decirle a Dios que lo amamos es: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
   
   La primera lectura es del libro de Isaías 50,4-7. Expone lo que un iniciado sufre a veces por ser fiel a Dios. Como todo el que quiere ser fiel a Dios debe tener el oído bien abierto y no rebelarse contra Dios, ni echarse atrás. Y el Señor lo ayuda. El Señor le da su consuelo. Y le consuela, sin duda, con experiencias místicas.

   La segunda lectura (Filipenses 2,6-11) nos pone de manifiesto una característica muy importante de la primitiva comunidad cristiana. En ella, como entre los judíos de aquella época, el forastero tenía un papel crucial. Cuando, Abraham en Mambré, tendían la mano al otro experimentaban lo divino, algo especial, la felicidad de Dios. Pero, lo que nos enseña Jesús no tienen ningún sentido si no se pone en práctica. Los primeros cristianos vieron la vida de Jesús como propia de un vaciamiento humilde. Aunque, como todos los seres humanos, Jesús era la imagen de Dios, él no se aferró a tan alta dignidad.... sino que obedeció hasta la muerte y muerte de cruz. Pablo nos presenta esta lectura como una instrucción moral, para que tengamos entre nosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo.

   En la lectura evangélica no vamos a meditar lo que Jesús sufrió, porque debe ser un hecho que cada cristiano lo hace en estas fechas de Cuaresma y la dolorosa pasión. Vamos a fijarnos en cómo lo hacían en la antigüedad. Durante las seis semanas de Cuaresma, los conversos se preparaban intensamente para recibir el bautismo. Tenían que ayunar, asistir a vigilias, rezar y recibir la correspondiente instrucción sobre el mensaje del Evangelio. Pero, antes que ser instruidos en las verdades profundas del cristianismo, debían sentir la experiencia transformadora del bautismo. La teoría era posterior a los ritos y ejercicios espirituales que producían la transformación. Pues bien, cada uno de nosotros debemos buscar el medio de sentirnos transformados y estar más unidos a Cristo. La misma lectura de la Pasión de Cristo nos debe ayudar. Pero, leámosla en el momento oportuno, sabiendo lo que leemos. Acompañémosla de sacrificios que supongan fuerza de voluntad, ayuda a los demás, lectura bíblica en un ambiente de recogimiento, de oración... Así, llegaremos a la Pascua de resurrección en un ambiente lleno de alegría espiritual.

   Compromiso:
   Debe ser decisión tuya.

 
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