martes, 23 de febrero de 2016

III Domingo de Cuaresma. Ciclo C. 28/02/2016. Lucas 13,1-9

   En la misa de hoy se presenta a Dios y la relación de los hombres con él. Es un tema muy apropiado para la cuaresma.

   El libro bíblico del Exodo (3,1-8a.13-15) nos presenta a Moisés pastoreando el rebaño de un sacerdote, su suegro. Están en un monte llamado Horeb, el monte de Dios. Había una concepción de Dios manifiestamente antropomórfica y era preciso modificarla y purificarla. Este relato nos presenta el primer encuentro entre Moisés y Dios que le habla desde la zarza ardiente. Dios manifiesta su nombre: "Soy lo que soy". Más tarde, judíos y cristianos interpretaron que esa expresión significa que Dios es el que existe de, por sí. Pero, eso indica un pensamiento metafísico que aún no existía. Esa locución hebrea expresa una vaguedad deliberada. No hay ninguna palabra humana que pueda definir a Dios. Dios es el misterio absoluto. Pero, con el que podemos relacionarnos, que nos ama y al que hemos de obedecer.

   En la segunda lectura (1 Corintios 10,1-6.10-12) se invierten los papeles. Se presenta nuestra relación con Dios. Relación que no siempre es como debería ser. Pablo habla a cristianos judíos y recuerda la conducta de sus padres. Ellos cumplieron muchas prescripciones religiosas y, sin embargo, no agradaron a Dios. Como diría Francisco, el papa, una cosa es el evangelio y otra la religión. La religión está llena de ritos y de ideologías. El evangelio, no. El evangelio va a lo básico, a lo substancial y sabe separar prioridades. Es lo contrario de aquel que no practica la misericordia por llegar temprano al templo. Dar el paso a la forma de vida evangélica es la verdadera conversión en cuaresma.

   En el evangelio, dos veces aparece la expresión "si no os convertís, todos pereceréis". En cuaresma, se nos piden frutos de conversión. No podemos ser como la higuera plantada en la viña de su dueño. Ya van tres años y no da fruto. Se manda al encargado que la corte.

   Y, podemos preguntarnos, ¿cuál es la mejor forma de dar fruto para que no tengan que cortarnos? La mejor respuesta es convencernos de que hemos sido enviados a hacer el bien. Si Dios manifiesta su misericordia para con todos nosotros, ¿no se llenará de gozo si obramos de la misma forma con los demás? La misericordia, la ayuda, la entrega, es practicar el evangelio. Así, jamás la práctica de la religión nos hará daño. Todo lo contrario. Practicando el evangelio, la caridad, el amor, la misericordia, habremos puesto la religión en su sitio. Primero, el evangelio, después la religión.

   Compromiso:
   Examina tu vida y decídelo.

 
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