lunes, 8 de junio de 2015

XI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 14/6/2015. Marcos 4,26-34

   El tema central de este domingo es cómo la obra de Dios crece y,  como habiendo nacido pequeña, se hace de grandes proporciones. Pero las lecturas nos hacen ver que, al lado de la acción divina, debe estar el trabajo real de nuestro esfuerzo hecho con fe, con profunda fe en Dios.

   La primera lectura (Ezequiel 17,22-24), por medio de un ejemplo de árboles, trata de hacernos ver cómo el Señor humilla a los altos, a los lozanos y hace florecer a los secos. Termina diciendo: "Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré". El Señor plantará su ramita pequeña en lo más alto de un monte elevado. Y como Dios habita en la cima de los montes, esa ramita crecerá junto a Dios y se hará un gran árbol que no estará solo, pues en él anidarán las aves del cielo. Todo un encanto de felicidad y bellezas. Así es la obra de Dios.

   Pero, como nos afirma la segunda lectura (2 Corintios 5,6-10), nosotros debemos esforzarnos en agradar al Señor, guiados siempre por la fe. Recibiremos premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos cuerpo. Con relación a la pequeña ramita o al grano de mostaza del evangelio, diremos que son obra de la mano del Señor. Pero, cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo recibiremos el premio correspondiente según lo que hayamos hecho cuando teníamos cuerpo. Es decir, según lo que hayamos colaborado para que la ramita se haya convertido en un gran árbol, o el grano de mostaza en una verdadera hortaliza. Pero, nuestra participación humana ha de ser guiada por la fe. Al fin y al cabo es todo obra de Dios.

   Con lo dicho hasta ahora, tenemos la base para la comprensión del evangelio de hoy. Pero debemos tener bien claro que el grano de mostaza no se refiere a la Iglesia, sino al reino de Dios. Así empieza la lectura evangélica. El reino de Dios es mucho más que la Iglesia. El reino de Dios lo forman todos los que aman a Dios de verdad, no de pico y, en consecuencia, aman al prójimo practicando la justicia en su grado máximo, es decir, como vivencia del amor. Los que así hacen constituyen el reino de Dios y pueden no ser cristianos.

   Pues ese reino de Dios, como el grano de mostaza, va creciendo poco a poco, hasta convertirse en una gran hortaliza. Como en la primera lectura, también en ella anidan las aves del cielo. Pero, como ya queda reflejado, es muy necesario nuestro trabajo, nuestra acción. Es totalmente necesario que sembremos con nuestra palabra, con nuestras acciones, con la oración, con el amor vivo a Dios. Todo junto, no con una sola cosa. No solo con la oración, porque estaríamos haciendo la burla a Dios. Ni sólo con la acción, porque nuestras obras no serían obras de Dios, no tendrían savia divina y no perdurarían.

   Compromiso:
   Cuando veas un árbol, acuérdate de las lecturas de hoy y recréalas en tu mente.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.