miércoles, 14 de mayo de 2014

V DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA. CICLO A.18-5-2014. JUAN 14,1-12


 

                En Jerusalén, como en Galilea, además del arameo, se hablaba también el griego y es muy fácil, por no decir seguro, que Jesús lo hablaba y le servía para su oficio de carpintero y trabajos de albañilería y construcción, pues todo lo incluía el trabajo de carpintería. Abundaban los griegos y su lengua estaba muy extendida. Esta es la razón por la que en Jerusalén había cristianos de lengua griega.

Se producen quejas de que no se atendía a las viudas griegas y los apóstoles mandan escoger a siete griegos para que cuiden de este asunto. Son los siete primeros diáconos, aunque la traducción del texto litúrgico no lo da a entender. Desconozco las razones. Dice la lectura que Esteban era un hombre  lleno de fe y de Espíritu Santo. Se dice de él, en el Nuevo Testamento, cuando estaba para ser el primer mártir cristiano que fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios. Fue, sin duda, una estupenda experiencia religiosa. Somos muchos los que como esteban, tenemos durante la vida alguna experiencia de Dios. Recordémosla y no la desperdiciemos.

La segunda lectura (1 Pedro, 2, 4-9) menciona 5 veces la palabra piedra y 2 el sacerdocio. El Señor, es decir, Jesús resucitado, es la piedra viva, la piedra angular, que junto con otras piedras vivas que somos nosotros somos el material de construcción del templo del Espíritu. Somos pues un pueblo sacerdotal para proclamar las hazañas de Dios en nuestro espíritu, o sea, las experiencias que El mismo produce en nosotros. Son las experiencias de Dios.

La lectura evangélica tiene como base argumental una Teología ascendente, es decir, parte de abajo, de Cristo que está en este mundo y se presenta como un hombre. Según vamos comprendiendo a Jesús vamos conociendo más profundamente su misterio y vamos viendo en él algo más que un hombre.

Dice Jesús a sus discípulos – No solo a los apóstoles – “Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre”. Pero, Felipe se atreve a decir a Jesús: “Muéstranos al Padre y nos basta”, y podría añadir: “No hace falta conocerte a ti”. Sin embargo, Jesús insiste en una teología ascendente: “Quién me ha visto a mí ha visto al Padre”. Y es que hemos penetrado muy poco en el misterio de Jesús. Los momentos de oración de Jesús de noche o de amanecer, deberían ser de un éxtasis maravilloso. Dios padre debía transparente en él. Se ve muy bien en el éxtasis de la Transfiguración, símbolo de todos los que ha tenido Jesús en su vida.

Hay un hilo conductor de las 3 lecturas de este domingo. Todos, si somos cristianos cultivados espiritualmente sentimos la experiencia de Dios en nosotros. No se trata de un sentimentalismo, pues la experiencia de Dios hace que nos comprendamos mejor. Y que comprendamos mejor el misterio que hay en nosotros.

Palabras clave: Mística

                               Compromiso: Uno que ya hicimos alguna que otra vez: Recuerda las experiencias de Dios que has tenido y trata de revivirlas.

 
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