lunes, 8 de noviembre de 2021

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. 14/11/2021. Marcos 13, 24-32

Hoy es el día mundial de los pobres y el día de cada una de las diócesis que hay por el mundo. Por lo tanto, es un día muy especial para el recuerdo del que necesita ayuda para sobrevivir. Ayudémosle. Es, tristemente, su día. Además, es nuestro día como creyentes que somos. Vivimos nuestra fe cristiana en comunión con otros. ¡Qué se note nuestra unión! Hoy día tenemos muchos enemigos. Esto es cierto. Debemos concienciarnos. ¡Ellos saben hacerlo! Saben cómo hacerlo. Nuestros hijos o nietos, a menudo piensan que los demás que han hecho su primera (y última o casi última) comunión seguirán comulgando porque aman a Dios de verdad. Pero, no es así. Los hay que celebran la "no comunión". Y algunos así lo hacen, sabiéndolo. Nosotros debemos defender siempre a Dios, a quien queremos de verdad. La primera lectura se toma del libro bíblico Daniel, 12, 1-3. Nos dice que dormiremos ya en el polvo de la tierra, pero cuando llegue el momento, saldremos del polvo de la tierra y resucitaremos para brillar con Dios por toda la eternidad. Hagamos nuestra esta verdad y repitamos con frecuencia durante el día el versículo del salmo 15 que dice: "Protégeme Dios mío, que me refugio en ti". Es una forma de vivir en la presencia de Dios. No te olvides. Hazlo. Ahora nos toca Hebreos 10, 11-14.18; nos recuerda que sólo Cristo puede perdonar los pecados. El, dando su vida por nosotros una sola vez, ya dejó perdonados todos nuestros pecados. Sólo nos queda arrepentirnos y aceptar su perdón. ¡Hagámoslo! Y, no pequemos. La lectura evangélica se toma de Marcos 13, 24-32. Este evangelio se expresa de manera muy gráfica. Todo el firmamento se bamboleará. Los ángeles cumplirán su misión y reunirán a los elegidos. ¡Qué nuestro ángel de la guarda nos cuide y nos acompañe hasta la presencia de Dios! Ante Dios no hay tiempo. Dios lo tiene todo presente. Como dice, a su manera, este evangelio, en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre. No tengamos miedo. Dios nos acompaña. El está siempre con nosotros. Nos quiere, nos ama. Y, volviendo al comienzo de este breve comentario, tengamos un recuerdo especial para los pobres de nuestra comunidad, a los que conocemos y tenemos más cerca. Y, como cristianos que somos, busquemos la unión entre todos nosotros, la necesita la iglesia. Y el consejo que dábamos un poquito más arriba: vivamos la unión con Dios. Es una forma muy bonita de hacer oración.

 
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