lunes, 16 de febrero de 2015

I Domingo de Cuaresma. Ciclo B. 22/02/2015. Marcos 1, 12-15. Marcos 1, 12-15

   La primera lectura de la misa de hoy, tomada del libro bíblico del Génesis (9, 8-15), dejando atrás el diluvio, hace referencia a la alianza que Dios establece con todo el género humano. Este pacto significa que Dios está en una relación sagrada con toda la humanidad y con toda la naturaleza y que desea nuestro florecimiento. El pacto de Dios, es un pacto para siempre, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad. El pacto es personal, no tiene que ver con los azares que traen las leyes de la naturaleza. Y Dios aprovecha el resultado de algunas de esas leyes, el arco iris, como recuerdo de su pacto con nosotros. Dice el género literario empleado que Dios, al ver las nubes y el arco iris, recordará el pacto hecho con nosotros. Así mismo, nosotros, en tal circunstancia, debemos recordarlo y permanecer siempre confiados en que Dios nos ama y actualizar continuamente dicho pensamiento.

   La segunda lectura ( 1 Pedro, 3, 18-22) nos dice que a Jesús, como hombre, lo mataron. Pero, como estaba lleno del Espíritu, fue devuelto a la vida. A continuación, recuerda el diluvio y lo presenta como figura del bautismo. Este nos hace pedir a Dios una conciencia pura, avalados por la resurrección de Cristo. Es la garantía de nuestra salvación.

   Presentar el diluvio como figura del bautismo, es propio de la forma de interpretar judía, llamada midrash: ver en un texto otras formas posibles de  interpretación según van cambiando las circunstancias. El mismo Nuevo Testamento lo utiliza en varias ocasiones. Y la Iglesia de la misericordia, que es la propia de Cristo, y la que propone Francisco el Papa, puede ir en esa misma línea multitud de veces. Esto debemos tenerlo muy en cuenta a la hora de interpretar textos del Nuevo Testamento, como en las actuales discusiones sobre el divorcio y la comunión a separados vuelto a casar.

   Respecto al evangelio, Jesús se deja llevar por el Espíritu y marcha al desierto a retirarse y hacer oración. No sabemos cuanto tiempo estuvo en este retiro pues el número cuarenta es significativo entre los judíos. Estuvo el tiempo que le pedían su espíritu de oración y la necesidad de predicar, de evangelizar. Es decir, Jesús se tomó el tiempo necesario para ello. Para que nuestro hablar de Dios y nuestro evangelizar de verdad puedan ser efectivos, debemos ser personas de oración, como Jesús. El evangelista parece concentrar todas las tentaciones que Jesús tuvo durante su vida en este pasaje. El tenía su meta y la cumplió, no cedió nunca a los deseos del demonio. Al lado de los terribles padecimientos de la pasión, las tentaciones que nos dibuja el estilo literario del texto correspondiente son nada, aunque tengan su significado.

   Seamos, como Jesús, personas de oración y no perdamos ocasión de acercar la gente a Dios.

   Compromiso:
   Debes deducirlo de la última línea de este comentario.

 
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