lunes, 27 de mayo de 2013

IX Domingo del Tiempo Ordinario. Corpus. Ciclo C. 02/06/2013. Lucas, 9,11b-17

   Tres lecturas bonitas las de este domingo en que se celebra la eucaristía. En la primera, tomada del libro bíblico del Génesis (14,18-20), se presenta el relato del sacerdote Melquisedec. Aquí se menciona en la Sagrada Biblia, por primera vez, el pago de los diezmos y aparece Melquisedec, rey de Salem y sacerdote, como alguien que mantiene vivo el culto al Dios verdadero a través de los siglos. En los tiempos modernos, hubo cristianos, en concreto mujeres que, en países de dura persecución al cristianismo, supieron conservar la fe de su pueblo, haciendo verdaderamente de ministros del pueblo sacerdotal, que somos todos.

   Melquisedec, al ofrecer pan y vino quiere decir que ofrecer refresco, refrigerio y alimentos a los cansados guerreros y sus hombres. Dichos dones eran símbolos de amistad y hospitalidad.

   Melquisedec bendice a Abrahan de parte del Dios Altísimo y proclama al Dios Altísimo por haber dado a Abrahan la victoria en una guerra.

   A Dios, que desea que nos amemos como hermanos, tratamos de comprometerle con nuestras guerras.

   La segunda lectura, de la primera carta a los Corintios, capítulo 11, versículos 23-26,  se relaciona directamente con la festividad eucarística de este domingo. Corinto era una importante ciudad de la estrecha franja que separa el norte del sur de Grecia. Pablo pasó allí 18 meses durante su segundo viaje misionero y fundó allí una iglesia. Cuando ya Pablo se ha marchado, surgen determinados problemas y se ve obligado a escribirles la primera carta a los corintios. La lectura de hoy nos recuerda escuetamente la institución de la eucaristía.

   Jesús dice: "Haced esto en memoria mía". El desea que la Eucaristía o Cena del Señor sirva para conmemorar su muerte para bien del mundo. Entre los judíos, una conmemoración culmina en una acción de salvación por parte de Dios y en una acción o respuesta por parte del hombre. Por esta razón, cuando conmemoramos su memoria a través del pan y vino, en una comida de hermanos, Jesús nos pide algo más que recordar su muerte. Nos pide que seamos sus verdaderos discípulos llevando el evangelio por todo nuestro entorno y que seamos obedientes y leales.

   Y, ya en el evangelio, este refleja el ambiente cristiano de los años 80. Se recuerda la celebración de la eucaristía en las comunidades cristianas de dichas fechas. Además, se hacen presentes las figuras importantes en la historia del pueblo de Dios: Moisés, Elías y Eliseo.

   En este evangelio vemos cómo la gente se olvida de comer movida por el afán de quedarse escuchando a Jesús. Se hace de noche y están en un descampado. Jesús se preocupa y va sugiriendo a los discípulos como responder el alimento de la multitud. Se sientan en grupos de cincuenta. Y ahora, empiezan las referencias implícitas al Antiguo Testamento. Moisés dio de comer a una gran multitud, Números, caps. 1-4. Eliseo, con unos pocos panes, alimenta también a otra multitud (2Reyes, 4, 42-44)

   Hay un símbolo de números que en este comentario no se menciona, además de las referencias al Antiguo Testamento. Todo ello indica que este evangelio es un texto muy elaborado, en el que destaca la eucaristía y el anuncio del Reino de Dios, donde no se pasará hambre.

   La eucaristía es, sobre todo, la celebración comunitaria de la última cena del Señor, con su vida, muerte y resurrección. En  cambio, la veneración del Santísimo Sacramento es una devoción tardía y secundaria, en comparación con la celebración eucarística.

   Las lecturas de la misa de hoy no hacen referencia a la procesión ni a la adoración del día del Corpus Christi, sino a comer espiritualmente a Jesús y a dar de comer a los pobres. Es unión de verdad con Cristo y compromiso con la justicia y los pobres. Las primeras comunidades llevaban alimentos a la eucaristía y los ofrecían en el ofertorio, para después repartirlos entre los pobres.

   (Si desea ver otro comentario complementario busque en google: Solemnidad del Corpus. 06/06/2010 teologiaovetense)

lunes, 20 de mayo de 2013

Domingo de la Sma. Trinidad. Ciclo C. 26/05/2013. Juan, 16,12-15

   La primera lectura de este domingo tomada del libro bíblico de los Proverbios, cap. 8, vers. 22-31, es una exposición de  Salomón en la que describe alegóricamente la excelencia de la sabiduría. En lenguaje figurado, se manifiesta el surgimiento de la sabiduría, su antigüedad, su papel en la creación, su valor y su alegría entre los hombres.

   Esta lectura es uno de los pasajes que utilizan los testigos de Jehová en sus visitas por los domicilios. Para una correcta interpretación de este pasaje se debe tener en cuenta que es manifiestamente alegórico y parabólico. Además, los actuales estudios del hebreo muestran que la traducción al griego de la Septuaginta no es del todo exacta en esta lectura de la misa de hoy. Como quiera que sea, debemos partir siempre de lo que nos enseña el Nuevo Testamento sobre Jesucristo. No olvidemos que la primera lectura de hoy es verdaderamente una alegoría usada por Salomón, para hablar de la Sabiduría. Sabiduría que es eterna como el propio Dios, pues es Dios mismo.

   Entramos en la segunda lectura de la carta de Pablo a los Romanos 5,1-5. Es el medio del evangelio, y los cristianos debemos comprender este mensaje maravillosamente bien para decidirnos a comunicarlo a los demás. Es un precioso regalo que nos cambia la vida y para ser experimentado y disfrutado.

   Pablo, en este mensaje, nos presenta el gran beneficio de la justificación por la fe: disfrutar de la paz con Dios. Si pones tu fe en Cristo, tu relación con Dios está lograda para siempre. Tus pecados, tu culpa moral ante Dios, es quitada de una vez si tu eres justificado por la fe en Cristo. Dios te invita a vivir en su presencia, disfrutando de una íntima relación con él.

   Si escoges acercarte a Dios por la fe en su gracia, te harás más fiel a Dios y te motivarás cada vez más, para moverte por su amor y llenarte de la fuerza del Espíritu Santo.

   Ya en el evangelio, comienza Jesús diciendo a los discípulos que le quedan muchas cosas por decirles, pero que por ahora no podrían sobrellevarlas. Les ha hablado de la cruz, pero no lo entendieron. Esperaban un rey guerrero y no entienden que Jesús tenga que sufrir ni ellos ser encarcelados, apaleados o morir por la fe. Es un camino que puede ser estrecho y duro, pero tenemos la certeza de que el Espíritu de la verdad nos ayudará a caminar con confianza. El Espíritu de la verdad estará presente aún en las noches más oscuras e infernales. El nos guiará hasta la verdad plena.

   Cada palabra de Jesús y cada inspiración del Espíritu están enraizadas en la verdad del Padre. En efecto, Jesús habla de lo que oye al Padre, pues son una misma cosa. Es el misterio insondable de Dios. De igual forma, el Espíritu también habla de lo que oye al Padre Dios.

   Los discípulos en aquella época, son aún bebés en cuanto a la fe, comprenden muy poco. Pero, el Espíritu se les irá manifestando poco a poco, ayudándoles a sobrellevar las posibles y duras dificultades. Más que nuevas revelaciones se trata de ayudar en la fidelidad a Dios.

   El poder apreciar la plenitud de la palabra de Dios es un crecimiento de toda la vida y no lo conseguiremos hasta la otra vida. Es el misterio insondable de Dios, cuya solemnidad celebramos hoy.

   (Si desea completas con otros comentarios, entre en google así: Juan 16,12-15 teologiaovetense. Aparecen los comentarios del 30/05/2010 y 31/05/2009).

   Compromiso:
   Lee en tu Nuevo Testamento el pasaje de Romanos, 5,1-5 y el comentario que hacemos aquí. Vívelo y después comunícalo.

lunes, 13 de mayo de 2013

Solemnidad de Pentecostés. Ciclo C. 19/05/2013. Juan, 20,19-23

   Celebramos, hoy, la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. Se produce la irrupción del Espíritu como consecuencia de la resurrección y exaltación de Jesús, y se manifiesta de forma directo en los fieles, con manifestaciones históricas y visibles.

   La primera lectura se toma del libro de los Hechos, 2,1-8. En esta lectura se entremezclan dos relatos, uno primitivo y tradicional y el otro más evolucionado. Así lo afirman los estudios exegéticos. Este recurso literario de entremezclar se descubre varias veces en dicho libro. Se juntan dos tradiciones históricas con sentidos diferentes.

   Se dice que estaban todos reunidos y, con la ayuda de otros textos, vemos que no se trata solo de los doce apóstoles, como tantos autores pintan, sino que también están allí la asamblea de los ciento veinte, entre los cuales, María la madre de Jesús, el grupo de las mujeres y de los hermanos de Jesús, entre ellos con certeza Santiago, el hermano del Señor.

   El Espíritu viene de repente. Los símbolos del fuerte ruido y de las lenguas de fuego muestran la violencia neesaria del Espíritu para cambiar, sin duda, los prejuicios judíos de la primera comunidad. Desde entonces, toda reforma de la Iglesia necesita la fuerza del Espíritu. Hace 50 años, la fuerza del Espíritu irrumpió con el Concilio Vaticano II, pero las fuerzas conservadoras le dieron el gran cerrojazo, algo que preocupa al Papa actual Francisco.

   La segunda lectura (1 Corintios, 12,3b-7.12-13), comienza con una frase que conviene memorizar por ser de un profundo significado teológico. Dice así: "Nadie puede decir: Jesús es el Señor, si no es bajo la acción de Espíritu Santo". Esta frase nos indica hasta qué punto nos invade el Espíritu. Pero, además, tiene un fuerte sentido ecunémico. Cuando un cristiano afirma y cree que Jesús es el Señor, actúa bajo la acción del Espíritu Santo. Es indifirente que sea católico, protestante, ortodoxo o anglicano. Si cree que Jesús es el Señor, en ese está actuando el Espíritu. En esta línea se mueve el Concilio Vaticano II y nunca debimos tener miedo a un acercamiento mutuo.

   Termina esta segunda lectura afirmando que hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un sólo cuerpo. Es el cuerpo real de Cristo según la mentalidad de los primeros cristianos. La eucaristía es su cuerpo místico. Más tarde se invirtió la terminología, cosas de la vida.

   En cuanto a la lectura evangélica, nos dice que Jesús se apareció en medio de los discípulos, apóstoles o no. Los exégetas están de acuerdo en que algunas de estas apariciones se refieren a la presencia eucarística. Jesús está en medio de los cristianos y les da paz. Según este evangelio, los discípulos son todos enviados por Jesús y reciben el Espíritu Santo con el poder de perdonar los pecados.

   Juan, en su evangelio, no se refiere a pecados personales sino a una mentalidad colectiva de injusticia. Salir de ella, al hacerse discípulo de Cristo, trae consigo que la comunidad cristiana lo recibe con los brazos abiertos y lo considera perdonado. Los demás permanecen en sus pecados.

   (Si desea ver otros comentarios de este evangelio busque en teologiaovetense Juan 20, 19-23. Aparecen tres fechas: 12/06/2011, 27/05/2012 y 15/05/2008).

   Compromiso:
   Haz siempre lo bueno que te dicta el Espíritu Santo en lo más íntimo de tu corazón.

lunes, 6 de mayo de 2013

VII Domingo de Pascua, la Ascensión. 12/05/2013. Ciclo C. Lucas, 24,46-53

   La primera lectura de esta solemnidad de la Ascensión se toma del libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1, versículos 4.8-11.

   Después de su pasión y muerte Jesús resucita glorioso. En la mente cristiana, consideramos la resurrección y ascensión como dos sucesos distintos pero, la común tradición original presenta la resurrección de Jesús directamente como exaltación. En concreto, el evangelio de Mateo y de Juan no hablan de la ascensión de Jesús, pero presentan la resurrección como exaltación del Señor.

   Lucas trata de acentuar que Jesús resucita en nuestra historia y lo hace con un lenguaje típico. No olvidemos que los mitos son siempre históricos; expresan con un lenguaje simbólico o cósmico una realidad histórica. Aquí se expresa la realidad histórica de la exaltación o glorificación de Jesús que, de por si, ya sucedió en la resurrección. Jesús glorificado sigue viviendo en la comunidad. No se fue.

   En la segunda lectura, tomada de la carta a los Efesios, 1,17-23, después de explicarnos lo que es Jesús para nosotros, termina diciendo que la Iglesia tiene el Señor Jesucristo como Cabeza y que ella es su cuerpo. En efecto, en la primera época de la iglesia, esta era el cuerpo real de Cristo y la eucaristía, el cuerpo místico. Después se invertieron las denominaciones.

   Y, ya en el evangelio de hoy, se mencionan los tres temas que formarán el centro del kerigma o mensaje de la iglesia: el sufrimiento y muerte de Jesús, su resurrección al tercer día y la proclamación de arrepentimiento y perdón de todas las naciones. Los discípulos deben ser testigos de este mensaje, llegando incluso a dar su vida por atestiguarlo. Deben de transmitir el mensaje como propia sabiduría, como algo que se experimenta en la propia vida y al coste que sea.

   Se termina la presencia visible de Jesús con los discípulos. Ahora, los discípulos no deben moverse de Jerusalén hasta que reciban la fuerza de lo alto, el Espíritu. Lo necesitamos para crecer en madurez. El nos dará su impronta. Promoverá un crecimiento responsable y adulto. Para crecer creativamente que es lo que nos piden los signos de los tiempos, como nos pide el Concilio Vaticano II. Caemos con frecuencia en la tentación del inmovilismo y, si hablamos de pecados mortales, es el gran pecado en que caen muchos predicadores. No se deja actuar al Espíritu. Queremos actuar nosotros solos.

   (Si desea leer el comentario del mismo evangelio, del 16/05/210, haga clic en la etiqueta "ascensión" del margen derecho, en la versión web).

   Compromiso:
   Es muy importante contactar con Jesús dejándonos arrastrar por la fuerza del espíritu.

 
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