jueves, 11 de enero de 2018

II Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 14-1-2018. Juan 1,35.

   El tema de las lecturas de la misa de hoy es la respuesta que debemos dar a Dios que nos llama. Por esta razón, la frase que se propone para memorizar es: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha" (1 Samuel, 3). Antes de asistir a misa en este día, podemos preparar nuestro espíritu repitiendo muchas veces, despacito, pensando lo que decimos, esta frase. Preparémonos para escuchar al Señor.

   En la primera lectura (1 Samuel 3,3b-10.19) vemos como Samuel, aconsejado por Elí, responde al Señor cuando le llama, utilizando las palabras ya mencionadas. Por eso nos dice la Biblia que "Samuel crecía y el Señor estaba con él". ¡Estate atento a recibir y a realizar las inspiraciones divinas!

   La segunda lectura (1 Corintios 6,13c-15a.17-20) nos dice que nuestros cuerpos son miembros de Cristo, y termina afirmándonos que debemos glorificar a Dios con nuestro cuerpo. En otra parte de esta carta se dice, además, que la comunidad misma es el nuevo templo de Dios. Si esto es así, debemos ofrecernos en ese templo como sacrificio vivo y santo. No somos de las prostitutas que había en el templo. Ahora somos de Dios. Como individuos y como comunidad. Todos somos templo del Espíritu Santo. Pablo sólo muy al margen menciona la ética sexual. Da importancia al amor al prójimo y a la presencia divina en nosotros, que somos templos de Dios.

   El evangelio nos destaca la rápida respuesta que debemos dar a la llamada e inspiraciones de Dios. Juan el Bautista advierte a Andrés, hermano de Simón Pedro, que Jesús es el esperado Cordero de Dios. Andrés, que iba acompañado, se hace el encontradizo con Jesús, y le dice: "Maestro, ¿dónde vives?". La respuesta fue: "Venid y veréis". Desde entonces siguieron a Jesús, descubrieron la llamada de Dios como tantos cristianos a través de la existencia. Como dice y le gusta repetir a nuestro papa Francisco, Jesús nos primerea. Jesús es el primero en llamarnos, en buscarnos, en esperarnos. Aunque parezca al revés, cuando nosotros llegamos Él ya estaba esperándonos. Siguiendo a Francisco, "Dios es como la flor del almendro: es la que florece primero y anuncia la primavera". En efecto, tras el seguimiento de la llamada de Jesús viene la profunda alegría que nos inunda en lo más íntimo de nuestra alma.

   Compromiso: ¿sigues a Jesús? Examínate.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.