lunes, 6 de febrero de 2012

VI Domingo del Tiempo Ordinario. 12/02/2012. Ciclo B. Marcos, 1,40-45

   Este evangelio trata de la curación de un leproso. La lepra, en el Antiguo Testamento y en tiempos de Jesús, no tenía el sentido actual de una enfermedad muy concreta. Se refería a diversas enfermedades de la piel, visibles y repugnantes como pueden ser llagas, sarna o tiña. Este tipo de enfermedad hacía impura a la persona afectada y lo separaba de Dios, lógicamente con gran tristeza para el enfermo religioso y practicante. En este sentido, Jesús va a sacudir los cimientos teológicos del judaísmo y a presentar su alternativa.

   El leproso es el prototipo de la marginación e, intencionadamente, el evangelista Marcos lo pone al comienzo de su relato. No pide a Jesús que lo toque, com esperando recibir una virtud creadora. Simplemente le suplica y le dice: "Si quieres puedes" equiparándolo a Dios. Desea que elimine el obstáculo que no le permite acercarse a Dios y le priva de su amor. Esto es lo importante para este leproso.

   En este relato evangélico nunca se menciona el verbo curar, que nos haría fijarnos en el aspecto físico de la enfermedad de la lepra. Se usa la palabra limpiar/purificar, subrayando el aspecto religioso. Es lo que le interesa al leproso de aquí: conseguir la relación con Dios. Con un Dios al que los hombres quieren manipular y presentarlo como quien rechaza al hombre enfermo o que atraviesa determinadas situaciones.

   Jesús quiere sacar de la opresión a los marginados por la propia religión judía. Según esta, el leproso violó la ley por acercarse a Jesús, pero también Jesús la violó por tocarlo. La ley religiosa prohibía las dos cosas. Jesús coge de la mano al leproso y éste queda limpio. Sin embargo, una vez curado, Jesús lo riñe. Y nos preguntamos: ¿Por qué lo riñe? Esta traducción no se recoge en la lectura evangélica de hoy, pero es así según el texto griego.

   Es muy difícil quitar un prejuicio religioso, metido por la institución religiosa regida por hombres, pero que no tiene vigencia ante Dios. Esta puede ser la razón por la que Jesús riñe al leproso. Aunque este se siente curado, sin embargo, sigue creyendo que antes Dios lo rechazaba por su impureza de lepra. Es necesario que vaya tomando conciencia de que las cosas no son así. Dios obra de manera muy distinta a como a veces pensamos los hombres. Por eso Jesús ordena al leproso presentarse ante los sacerdotes, pero otra vez el texto litúrgico presenta una mala traducción. Debería ser así: "Vete a que te examine el sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés como prueba contra ellos".
  
   No se trataba de un simple presentarse al sacerdote, sino que el leproso debía ser exhaustivamente examinado por él, para poder extender el certificado de curación, y después debía cumplir unos ritos muy complicados y ofrecer sacrificios.

   Jesús lo manda al sacerdote, no para que conste su curación, como dice el texto de la misa, sino como prueba contra ellos, contra los que sostienen dicha legislación, aunque sea una legislación religiosa.

   Compromiso:
   Posiblemente, en el cristianismo considero que hay alguna ley o mandato puramente humano. Debo obrar ante él con la libertad que tenemos los hijos de Dios.

 
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