martes, 22 de febrero de 2011

Domingo VIII del Tiempo Ordinario. 27/02/2011. Ciclo A. Mat, 6.24-34

   El evangelio de hoy nos transmite un conjunto de dichos de Jesús recogidos en el documento llamado Q, anterior a los cuatro evangelios. En él se apoya el evangelio de Marcos, así como el de Mateo y Lucas. Dicho documento Q se perdió, pero se rastrea muy bien a partir de dichos tres evangelios. Los dichos del evangelio que comentamos transmiten sustancialmente la enseñanza de Jesús y probablemente se trata de un mensaje dirigido a la gente campesina de los pueblos de Galilea.

   Al comienzo de este evangelio, dice Jesús: "Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro, o, por el contrario, se dedicará al primero y no hará al segundo. No podéis servir a Dios y al dinero". Todos los investigadores consideran que Jesús pronunció realmente estas palabras contenidas en la fuente Q. Como dicen ellos, pertenecen a las "mismísimas palabras de Jesús". Reflejan verdaderamente su espíritu, sus vivencias religiosas, su echarse en los brazos del padre. En definitiva, su confianza en Dios su Padres. Todo lo que sigue es la aplicación de este pensamiento.

   Así, este evangelio repite varias veces palabras de la familia "agobiarse". No debemos agobiarnos por el qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos. Por mucho que nos agobiemos no podemos añadir una hora al tiempo de nuestra vida. Y no debemos agobiarnos por el mañana. Cada día tiene su propio agobio. Es verdad que ante nuestras obligaciones no podemos ser perezosos; es verdad que tenemos que trabajar por la subsistencia, y mucho a veces, pero, a la vez, el que sabe mantener la confianza en Dios, el que hace sencillas y confiadas oraciones, no se agobia. Sabe que al final está Dios y que Dios ayuda. Como decía aquella anciana, "Diosito siempre nos acompaña".

   Jesús adorna esta enseñanza con sencillos ejemplos o imágenes tomados de la naturaleza. Jesús es un gran poeta, no cabe duda. Aparecen los pájaros que ni siembran ni siegan; los lirios del campo, que ni trabajan ni hilan. Son ejemplos que nos ayudan a reflexionar.

   Termina Jesús diciendo que lo importante es buscar el reino de Dios y su justicia.

   Según el libro de Isaías, capítulo 49, versículos 14-15, dice el Señor que, aunque tu madre te olvidara, él no te olvidará. Que ya es decir, pues como afirma el mismo texto ¡Cómo no se va a conmover una madre por el hijo de sus entrañas!

   Y, hoy, Pablo nos pide en 1ª Corintios, cap. 4, vers. 1, "que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios". Y administradores de los misterios de Dios, lo dice a todos, no sólo a los curas.

   Compromiso:
   Te aconsejaría reflexionar sobre el comentario de este evangelio.

lunes, 14 de febrero de 2011

Domingo VII del Tiempo Ordinario

   La bienaventuranza de Jesús que dice: "bienaventurados o dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" encuentra una gran expresión en el evangelio de este domingo. Según el lenguaje bíblico, limpio de corazón es el que no abriga malas intenciones contra su prójimo. Es el de manos inocentes, el de conducta irreporchable. Los limpios de corazón crean una sociedad donde reina la confianza mutua.

   El primero y más grande ejemplo de limpieza de corazón es el amor a los enemigos. Esta es la verdadera pureza del evangelio de Jesús. Por dos veces se afirma en el presente evangelio la frase: "Habéis oído que se dijo ... pero yo os digo ..." En la primera, se dijo: "ojo por ojo, y diente por diente". La respuesta de Jesús es que nosotros no podemos dejarnos llevar por el odio. El sistema de nuevas relaciones humanas que Jesús propone es el de excluir totalmente la violencia. Donde otros ponían el odio (ojo por ojo y diente por diente) nosotros, los cristianos, debemos poner amor. Debemos acostumbrarnos a interrumpir el curso de la violencia cuando esta empieza a suscitarse, o mejor, antes de que se suscite. Cuanto primero se corte, mejor, menos consecuencias desagradables nos traerá y mejor expresaremos el mandamiento cristiano del amor, que es lo principal, lo más importante.

   Jesús vuelve a decir: "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen". Con otras palabras, Jesús sigue hablando de lo mismo. De una forma o de otra, sigue patente el gran mandamiento del amor, resumen de toda conducta cristiana.

   El final del evangelio de hoy: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto", nos hace ver que la perfección no consiste en el cumplimiento de las leyes. Lo que hace al hombre perfecto y semejante a Dios, es el amor que no conoce excepciones.

   La razón de todo ello nos lo afirma San Pablo en la frase inicial de la segunda lectura de hoy: "¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" Pues no debemos destruir ni manchar ese templo de Dios que somos nosotros (1ª carta a los Corintios, capítulo 3, versículo 16).

   En la misma línea, la primera lectura lo resume todo afirmando: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo". (Libro del Levítico, capítulo 19, versículos 1-2).

   Propósito:
   Quizá alguna vez trate de aflorar en nosotros la violencia, el odio o el desprecio. Sepamos transformarlo en tranquilidad, en sosiego, y, definitivamente, en amor. Es decir, en el código de nuevas relaciones humanas, que Jesús nos pide.

lunes, 7 de febrero de 2011

Domingo VI del Tiempo Ordinario. 13/02/2011. Mateo, 5,20-37.

   El evangelio de este domingo lleva al culmen de la perfección tres mandamientos de los revelados por Dios a Moisés. Los escribas y fariseos cumplían dichos mandamientos al pie de la letra, pero Jesús afirma que, a partir de entonces, es necesario tener una conciencia mucho más delicada y fina si se quiere entrar en el reino de los cielos. Hasta tal punto llega la enseñanza de Jesús, en finura y delicadeza, que hoy día hay personas que afirman que Jesús no pertenece sólo a los cristianos, sino que es patrimonio de la humanidad. Nunca dicen algunos, ha producido la historia un símbolo más grandioso que el proyecto de Jesús, reino de Dios o reino de los cielos, como el mismo lo llama. Si el mensaje de Jesús se convirtiera en el eje vertebrador de las culturas, de las políticas y de las religiones, la humanidad viviría con una esperanza que hoy no puede sospechar.

   Retomando el evangelio de hoy, Jesús dice que para entrar en el reino de los cielos no basta con no matar, sino que incluso no podemos "pelearnos" con los demás. No basta con no cometer, de hecho, adulterio, sino que por el simple deseo de una mujer casada hubo adulterio. No es suficiente no jurar en falso, sino que debemos acostumbrarnos a decir "sí" o "no" según sea el caso.

   A esa perfección quiere Jesús que aspiremos. Tendremos fallos, pero a ella debemos acercarnos.

   Por algo dice Pablo en la segunda lectura, de la misa de hoy, que: "Enseña una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria "(1ª Corintios 2,6-10). Y, como afirma la primera lectura: "ante tí están puestos fuego y agua; echa mano de lo que quieras. Delante del hombre están muerte y vida, le darán lo que escoja" (Sirácida o Eclesiástico, 15,15-20). Quedémonos con el agua de la vida.

   Compromiso:
   Como creyente, afinar cada vez más nuestra conducta cristiana.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Domingo V del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 06/02/2011. Mateo, 5,13-16

   Dos imágenes son lo esencial del evangelio de este domingo. Las imágenes de la sal y de la luz. La primera proporciona la incorruptibilidad y en la antigüedad era usada en los pactos como símbolo de firmeza y permanencia. Así dice la Biblia en el libro llamado Números, capítulo 18, versículo 19: "Una alianza de sal es para siempre". En este sentido, puede decirse que nosotros, que somos la sal de la tierra, somos la manifestación del pacto de Dios con todos los hombres. ¡Qué maravilla! ¡Por esta razón, no podemos volvernos insípidos! Por lo mismo, la comunidad o el cristiano que traiciona el mensaje deja de sazonar a quienes lo rodean y, por lo mismo, no expresa el pacto de amor de Dios con los hombres. Como dice el evangelio de hoy, la sal que se ha vuelto sosa no sirve paa nada. Metafóricamente, sirve para tirarla fuera y que la pise la gente.

   La segunda imagen, la de la luz, es también muy expresiva. La luz resplandece, no puede ocultarse. Si se enciende una luz no es para ocultarla, es para ver. Y si se pone en lo alto de un monte es para que se vea. La luz en casa es para que alumbre a todos y todos puedan ver.

   Jesús termina con una recomendación: "Que vuestra luz alumbre a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo".
La recomendación de Jesús debe aplicarse en dos sentidos: con relación al individuo cristiano y a la comunidad cristiana. Esa recomendación se cumple si recordamos el lema de algunas asociaciones cristianas: "oración, estudio y acción".

   El cristiano debe ser persona de oración. Esta puede realizarse con el pensamiento, la lectura y la palabra. La oración con el pensamiento, u oración mental, puede realizarse en cualquier momento, incluso yendo por la calle. Dile a Dios, con el pensamiento, que lo amas, y ya has hecho una breve oración. La lectura de algo con un motivo religioso también puede servir de oración. De palabra, es oración que todos, más o menos, realizamos.

   En el estudio, el centro de todo es Jesucristo y, alrededor de él girar, como en una circunferencia, toda una temática de diversos aspectos de la teología bien actualizada. Es triste que las investigaciones teológicas no lleguen a los bancos de la iglesia y que los cristianos tengan casi siempre una visión teológica errada que no sirve como luz al mundo.

   La acción apostólica es cuestión individual y comunitaria. Empieza por la conducta propia de un cristiano, lógicamente. Pero, incluye la influencia hacia otros. Como se recalca, a menudo, es necesario decidirse a hablar de Dios con los demás; saber presentar a Jesús y testimoniarle. Y estas cosas han de realizarse tanto individualmente como en grupo cristiano.

   Actividad:
   Hacer algo de oración, dar testimonio cristiano, hablar de un tema religioso con otros, leer algo sobre teología avanzada...
  

 
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