miércoles, 7 de marzo de 2018

IV Domingo de Cuaresma. Ciclo B. 11/03/2018. Juan 3, 14-21

   Nos movemos entre el acercamiento y alejamiento de Dios o viceversa. Los humanos necesitamos continuamente volver nuestra mirada hacia Dios para no excluir el sentido espiritual o lo santo que rodea la vida de las personas. En la primera lectura, se presenta la forma tradicional de abandono y retorno hacia Dios, mientras que en el evangelio se nos muestra la relación a la fe de Cristo.

   Repitamos durante la semana y memoricemos: "El que cree en él, no será juzgado; el que no cree, ya está juzgado (Jn 3)".

   2 Crónicas 36,14-16.19-23 contiene la primera lectura Bíblica de este domingo. Comienza afirmando que todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades. Hoy día, el Papa Francisco se ha encontrado con una gran corrupción en ciertos sectores de la Iglesia. No sabemos como se podrá resarcir tanto daño hecho en el mundo. Dios sabrá. Pidamos la pronta vuelta al redil de quienes se alejaron de él y conservemos nuestra fe.

   La carta de Pablo a los Efesios (2,4-10) nos da una gran noticia. Por Dios, rico en misericordia y por el gran amor con que nos amó, estamos ya salvados, resucitados con Cristo y sentados en el cielo con él. Somos de Dios.

   El evangelio de hoy nos da una gran lección sobre la fe, partiendo de cuando Moisés elevó la serpiente. En efecto, sale cuatro veces la palabra "cree" y cinco la palabra "luz". Sin embargo, parece mejor la traducción que la del libro utilizado en la misa, la propuesta por los especialistas en Juan, Mateo y Barreto, que proponen, en vez de "creer", "adherirse". Así, "el que cree en Jesús" habría que cambiarlo por "el que se adhiere a Jesús".

   Que debemos adherirnos a Jesús dice mucho más que si dijeramos: debemos creer en Jesús. Es muy importante caer en la cuenta. Podemos rezar el credo como una simple recitación de fe. Pero, si añadimos la fuerza de la adhesión, el significado gana mucha fuerza expresiva.

   Al igual que la serpiente de Moisés fue levantada para que el pueblo, puesto alrededor, la mirara y fijara su mirada en ella para ser curado, así, el creyente debe adherirse a Cristo, y quedarse pegado a él, recibiendo sus vibraciones. Esta es una forma maravillosa de recitar el Credo, convirtiendo el recitado en profunda adhesión. Es una buena forma de comenzar el camino de la mística, logrando que nuestra fe nos ponga en contacto personal con Cristo. Si lográsemos que la juventud consiguiera alcanzar esta experiencia, sería infinitamente menor el abandono religioso.

   Compromiso:
   Hacer oración personal ante el sagrario.

 
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