miércoles, 22 de junio de 2011

Solemnidad del Cu6/06erpo y Sangre de Cristo. 26/06/2011. Juan, 6, 51-58. Ciclo A.

   Hoy se celebra la fiesta del Corpus Christi. El evangelio de Juan no habla de la institución de la Eucaristía. Por esa razón, hoy la liturgia se ve obligada a escoger un trozo de la lectura de la multiplicación de los panes, en vez de la parte correspondiente en el relato de la última cena, como puede hacerse con los otros evangelios.

   Comienza Jesús diciendo: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". Jesús entra en la vida del hombre por la comunión. Dios entra en el campo de la experiencia humana. Los dones divinos tienen su expresión humana.

   Sin embargo, los judíos, al oir a Jesús, se peleaban entre sí diciendo: "¿Cómo puede este darnos a comer su carne?". Las palabras de Jesús, en este caso, no provocan una crítica, sino una pelea entre los mismos judíos. Mientras Jesús se mantuvo en la metáfora del pan no hubo reacciones en contra. Lo que él decía podía interpretarse como que se presentaba como un maestro de sabiduría enviado por Dios. Pero, ahora, cuando habla de comer su carne, las cosas cambian.

   Juan, en este evangelio, habla desde la perspectiva de su comunidad cristiana, es decir, desde la perspectiva de los primeros cristianos que ya celebran la eucaristía. Juan escribe con conocimiento de causa.

   El mismo escándalo de los judíos se manifiesta entre algunos de los escritores paganos de la época. Afirman que los cristianos, cuando se reunen, celebran una comida y se alimentan de la carne de un niño. ¡Es toda una expresión de la presencia de Jesús en la eucaristía! Nos alimentamos del cuerpo espiritual de Jesús resucitado.

   "Quien come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él", dice el evangelio de hoy. La adhesión a Jesús no es un modelo exterior que imitar, sino una realidad interiorizada. Con la comunión, cambia nuestro medio interior, se produce una sintonía con Jesús que nos hace vivir identificados con él.

  Jesús sigue con la afirmación de comer su carne, pero no vuelve a registrarse reacción alguna entre los judíos que lo habían criticado. No hay nuevo alboroto. Todo el relato va dirigido al círculo de creyentes, que viven la eucaristía.

  Compromiso:
  No te avergüences de levantarte del lugar donde te encuentres durante la misa, para ir a comulgar. Con el pensamiento, pide de verdad perdón a Dios de todos tus pecados, échate en los brazos de Dios y vete a comulgar. Habiendo comulgado, aprovecha para hacer oración. Dile lo que sepas decir.

 
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