jueves, 21 de noviembre de 2019

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Ciclo C. 24-11-2019 Lucas 23,35-43

     La fiesta de hoy nos hace poner el mundo al revés. Es la expresión de la verdadera santidad. Es un echarse en los brazos de Dios, aceptar su voluntad, dejarnos llevar por Él sabiendo que vamos por el buen camino. Se experimenta la cercanía de Dios, Él camina con nosotros, junto a nosotros. Es el camino que el mismo Jesús anduvo.

     Como frase a recordar y meditar se propone, de la segunda lectura, la siguiente: "El es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1).

     2, Samuel 5,1-3 es el texto de la primera lectura de hoy. Voy a permitirme la libertad de aplicar el texto al papa, jefe de los creyentes en Cristo. El Señor ha hecho que él pastoree a su pueblo. Pero este pastoreo presupone que él ha hecho una alianza con nosotros. Y nosotros, la Iglesia, lo hemos hecho nuestro jefe. La alianza que el papa ha hecho con nosotros es llevarnos por el camino de Cristo. Si en otro momento se dijo: "todos con el papa", ahora seguimos diciendo lo mismo. Sepamos leer el evangelio en medio de los signos de los tiempos. Demos a Dios el derecho a conducirnos a través de la historia.

     La 2ª lectura se toma de los Colosenses 1,12-20. Nos hace ver la centralidad de Cristo. Hemos recibido el perdón de nuestros pecados por su sangre, es decir, por el gran amor que nos tiene Jesús. El Dios invisible se ha paseado por este mundo en la imagen terrena del Señor Jesús. Todo fue creado por Jesús y lo fue para él. ¡Qué grande es este pensamiento! ¡Viendo a Jesús vemos a Dios! Parémonos a pensarlo. Qué grande es lo que se oculta en la humanidad de Jesús. ¡Es la gran plenitud que reside en su corazón! Hagamos oración contemplando tan grande misterio.

     Lucas 23,35-43 constituye el evangelio de esta fiesta. Expone el camino por el que anduvo Jesús. El más duro y el más difícil. Hoy recordamos, con gran tristeza, la burla que le hacen. Se contiene en un letrero que le han puesto encima de la cruz: "Este es el rey de los judíos". Un malhechor le recriminaba diciéndole: "¿No dices tu que eres el Mesías? ¡Pues, si es así, sálvate a ti mismo y a nosotros!" Sin embargo, otro malhechor que lo oye le recrimina diciéndole: "¿Ni siquiera tu temes a Dios, estando condenado como él?". Otra afirmación de que Jesús es Dios. Y sin embargo, como hombre, es el sufriente, aquel de quien hacen la gran burla en el suplicio. Es el crucificado. Mientras no sepamos captar el mensaje correspondiente que nos transmite el proceder y la vida de Jesús, habremos entendido muy poco de la vida interior. Por esta razón, la contemplación, la meditación sobre la vida de Jesús, es totalmente necesaria. Además es una bonita manera de hacer oración, de tener vida interior. Lee un texto de los evangelios, léelo y reléelo, despacio, sin prisas, hasta que algún mensaje se te haga presente. Entonces medítalo, ama a Dios y a Jesús de Nazaret. Alégrate en lo más interior de tu alma. Sólo con que te alegres y lo saborees ya estás haciendo una bonita oración. Repítelo a menudo. Hoy será un domingo muy aprovechado.


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