lunes, 10 de octubre de 2011

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16/10/2011. Mateo 22,15-21

   El evangelio de hoy es mucho más profundo de lo que a primera vista parece. En la predicación de Jesús, la gente percibe que este pone en cuestión el poder absoluto del emperador. Por esta razón, los herodianos y los fariseos tratan de aprovechar este parecer del pueblo para enfrentar a Jesús con las autoridades romanas. Para ello, le preguntan si es lícito pagar tributo al César o no. Si Jesús afirma que sí, entonces se enfrenta al pueblo y si afirma que no, se pone en contra de las autoridades romanas que mandaban sobre los judíos. La contestación no es fácil, pero Jesús reacciona rápidamente con un reflejo que desconcierta a sus enemigos. Les pide moneda y, enseñándoles la efigie, pregunta de quien es. Como le contestan que del César, les dice inmediatamente: "Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Así, los adversarios trataban de poner una trampa a Jesús, pero fueron cogidos por ella.

   En tiempo de Jesús, el pueblo judío se encontraba en una encrucijada. Estaba dominado por los romanos y no puede realizarse como pueblo de Dios. Todos querían liberarse del sometimiento a la nación extranjera, pero resultaba difícil el cómo. Los monjes del Qumrán pensaban que era necesario huir al desierto, como monjes. No tener alianza alguna con el César y no pagarle tributo. Los fariseos opinaban de manera distinta. Debían sobrevivir entre los ocupantes romanos, practicando la pureza ritual como pueblo de Dios. Esto, de por sí, ya los separaba de los romanos. Ante esta situación, no es de extrañar el relato evangélico de hoy.

   También hoy tenemos una situación comprometida. Por toda Europa y gran parte del mundo el desmantelamiento religioso es cada vez más aterrador. Ante tal situación unos piensan que hay que volver a lo antiguo; es necesario restaurar todas las prácticas de antes. Son los conservadores. Se basan en movimientos muy fuertes y no cabe duda que son sinceros.

   Por otro lado, están los que ven la necesidad de un cambio significativo, aunque en base al evangelio. También aman profundamente a Dios. Su espiritualidad es sincera también, pero distinta.

   El Papa nos habla de la nueva evangelización, pero nadie dice en que consiste. Así la cuestión, nos quedamos perplejos, como los creyentes de la época de Jesús. Los judíos pensaban cómo podría ser posible la vivencia de la alianza con Dios, en medio de tantas dificultades ocasionadas por la dominación extranjera. Hoy, los creyentes cada vez contemplamos con más asombro la vaciedad de nuestras iglesias. ¿Es que no sabemos lo que pertenece a Dios para dárselo? Las prácticas cristianas no siempre fueron las de hoy, que tanto nos preocupamos de instaurar. Debemos aprender del evangelio y de la historia de la Iglesia.

   Compromiso:
   Pensar en qué cosas debíamos evolucionar los cristianos, permaneciendo fieles a Cristo. Toma conciencia de ello y hazlo tuyo.

 
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