miércoles, 3 de noviembre de 2021

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario. 07/11/2021. Marcos 12, 38-44

La primera lectura es de Reyes 17,10-16. El profeta Elías se fué a la Sarepta y vió a una mujer viuda reccogiendo leña por el camino. El profeta le pide agua y un trozo de pan. Pero, no sabe que la mujer está recogiendo palos que encuentra por el suelo para preparar algo de pan cocido y cenar con su hijo. Lo comerán y luego, juntos, morirán. Elías, el profeta, le pide que prepare primero lo de él y luego hará lo de ella y lo de su hijo. ¡Qué atrevimiento! Pensemos que el profeta desea que ella ponga toda su confianza en Dios. En efecto, el profeta le afirma que la harina no le va a faltar, ni el aceite... hasta que vengan las lluvias y acaben con la total sequía y el hambre. La segunda lectura se toma de Hebreos 9, 24-28 y la enseñanza principal es que Cristo se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Cristo, si lo aceptamos, destruye los efectos de nuestros pecados. Pero, tenemos que acostumbrarnos a aceptarlo. Acercarnos a Cristo, a Dios es la base de toda nuestra vida cristiana. Es la base de toda la vida de santidad. Si decididamente empezamos a caminar de verdad en esta dirección, una práctica que no podemos olvidar es la de acordarnos de Dios con el pensamiento varias veces al día. Somos humanos y no podemos vivir continuamente en la presencia de Dios. Además, abundan los peligros de la vida, coches que pueden atropellarte, etc. y no podemos exponernos. Por eso, a la vez que deseamos vivir en la presencia de Dios continuamente, debemos echarnos en los brazos del Señor y no perder el contacto con la realidad de este mundo para no correr peligros. Dios ve nuestros buenos deseos de amarle continuamente y es suficiente. Pero esos buenos deseos tienen que existir. Es el comienzo de una vida espiritual fuerte e intensa. El evangelio de este domingo denuncia la opresión instrumentalizada de los débiles. La sabiduría popular, a menudo, es muy acertada y matiza con mucha dureza. Pero, es así. Lo dice con claridad: encima de cornudos, apaleados. Es lo que a veces le toca al pobre, todas las pulgas van a él. Debemos tenerlo muy presente los creyentes. Jesús, en el evangelio de hoy, por el contrario, alaba sinceramente a la viuda pobre que se acerca al templo y sólo echa dos moneditas en el cepillo de las limosnas. No puede dar más. Mejor dicho, lo necesita todo para vivir. Dios no la obliga a nada. Pero, ella ama a Dios y no es quien a pasar sin echar algo. También ella quiere ayudar a pagar los gastos del templo. ¡Bendito sea Dios! Jesús llama a los discípulos y les dice: Esta viuda pobre es la que más ha echado, pues los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta echó de lo que necesitaba para vivir. ¡Qué contraste el de esta pobre mujer con el nefasto presumir de algunas personas de la Iglesia! Lo dejamos así, cada cual que lo piense y lo medite. Propósito: Me parece que el propósito que puedes hacer ya lo tienes en el pensamiento, en lo íntimo de tu corazón. Hazlo y no lo pienses más. Decídete.

 
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