miércoles, 23 de enero de 2019

Domingo III del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 27/01/2019. Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

   Una idea central en las lecturas de este domingo es la actividad evangelizadora, tanto de los que evangelizan como de los que son evangelizados.

   Como texto para recordar y meditar se propone el siguiente, tomado del evangelio de la misa: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido".

   La primera lectura es del libro bíblico Nehemías, capítulo 8. Los libros tenían la forma de rollo y como la gente no las poseía, era necesario leerlos en público o, en tiempos de Jesús, en las sinagogas. Son de destacar los gestos expresivos que hacía el pueblo al escuchar su lectura. Así, vemos que el pueblo entero se puso de pie y que respondió con las manos levantadas. Además, lloraban de emoción y adoraron al Señor, rostro en tierra. Eran gestos vividos de verdad, expresión de su amor a Dios. Leamos toda la lectura y saquemos conclusiones.

   La segunda lectura es de 1 Corintios 12, 12-14. 27. Todo el significado de esta lectura se recoge en el final de la misma: "Vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno de vosotros sois un miembro". Y debemos ser conscientes de que todos hemos bebido de un solo Espíritu.

   La lectura evangélica de este domingo es básica para comprender la seriedad evangélica de la transmisión de datos sobre Jesús. Basta leer las primeras líneas de la misma lectura para comprender la forma de trabajo de Lucas en la composición de su evangelio. Al igual que en la segunda lectura, la fuerza del Espíritu sigue siendo el motor de nuestra vida cristiana. Por esa razón, hablar de Dios o de Cristo es siempre lanzar como dardos vivos que llegan al corazón del oyente. Pero, cuando hablemos de Dios o de Jesús a los demás debemos considerarnos instrumento de él. Es Dios o Jesús quien habla por nuestra boca. Y él es el que sabe cuando se va a producir el fruto. Nosotros tenemos obligación de llenarnos de Dios, del Espíritu, y evangelizar lo que podamos. Así hace Jesús el evangelio de la misa de hoy. Para llenarnos de Dios, del Espíritu, debemos ser personas de oración. ¿Tenemos momentos de oración durante el día? ¿Le decimos a Dios durante el día, que lo amamos? ¿Tenemos fijadas algunas cosas o momentos que nos traigan a la memoria el recordarnos de Dios sea con el pensamiento, con una lectura o con la boca?

   Después de predicar Jesús, la gente se sintió más libre, y vio las cosas de Dios con más amor y claridad. Y cuando hablamos de Dios a los demás, porque nos sale de adentro, porque lo vivimos, nosotros nos movemos en la misma línea que Jesús. Practiquémoslo.

   Compromiso:
   Decídelo tú. Está muy claro.

 
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