martes, 11 de octubre de 2016

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 16/10/2016. Lucas 18,1-8

   La fuerza de este domingo se centra en la oración. Como afirma el Papa Francisco, recordando a S. Agustín, la fe en Jesús es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de esa fe. Si se apaga la fe, se apaga la oración y viceversa. Fe y oración van siempre unidas.

   Para interiorizar alguna de las enseñanzas de hoy, memoricemos que "la sabiduría, por la fe en Cristo Jesús,  conduce a la salvación" (2 Timoteo 3,14-4,2).

   El libro bíblico del Exodo nos recuerda a Moisés haciendo oración con los brazos en alto. Cuando se cansaba y bajaba las manos ganaban las tropas enemigas; cuando las mantenía en alto, los resultados eran favorables. Habiéndose dado cuenta, Aarón y Jur sostenían los brazos de Moisés para que no cansara haciendo oración. Así, estuvo Moisés hasta la puesta de sol y sus fuerzas salieron victoriosas.

   Como en domingos anteriores, seguimos con la segunda carta de Pablo a Timoteo (3,14-4,2). Nos habla de la Sagrada Escritura o Biblia. Enseña que "Toda Escritura inspirada por Dios es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud". Pablo pide a Timoteo que proclame la palabra a tiempo y a destiempo. Una forma de hacer oración es hablar a menudo con Dios, hablar de Dios a los demás con frecuencia, y renovar a menudo la intención de hacerlo todo por su gloria. Esto es cumplir el mandato de Pablo en esta lectura, de proclamar la palabra de Dios.

   En el evangelio, Jesús explica a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse. Los cristianos de la época de Lucas experimentan la persecución y ven que Jesús tarda en volver a este mundo, según lo prometido. Mantener la fe en esta situación se hace cada vez más difícil para ellos. De ahí, la necesidad de que sepan mantenerse en oración. Deben hacerlo si quieren perseverar. Es la lección que se nos da al conectar la lectura bíblica de hoy con las que le preceden y le siguen (17,20-37 y 18,9-14 más 19,11-27).

   La lección del evangelio de hoy continúa fijándose en las situaciones difíciles que viven los cristianos, asegurándoles que Dios escucha sus oraciones. Debemos mantener la esperanza los días más oscuros, pues como dice el versículo 8, Dios nos defenderá pronto, nos hará justicia sin tardar, ya que le hemos gritado día y noche.

   La oración es muy importante en el evangelio de Lucas. Jesús reza; Jesús suda gotas de sangre y hace oración en su agonía en el Monte de los Olivos; también enseña a sus discípulos a orar... Jesús cuenta una parábola sobre la persistente oración de una viuda que clamó día y noche.

   La persistencia en la oración se logra en una continua unión con Dios. Esa oración va amoldando nuestros corazones para que se parezcan cada vez más a Dios.

   Para terminar, como dato curioso, recordemos que en la Biblia, en Sabiduría, llamada también Sirach, (35,15-25), existe una historia parecida a la parábola del juez injusto de este domingo. Sin duda, Jesús utiliza este relato y lo adapta.

   Compromiso:
   Haz oración todos los días, buscando la unión con Dios.

 
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