miércoles, 5 de septiembre de 2018

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 09/09/2018. Marcos 7,31-37

En la primera y tercera lecturas de este domingo resuena con fuerza el lenguaje metafórico así como el caso del presente histórico. Es necesario tenerlo muy en cuenta para dar con una interpretación correcta.

   Para recordar durante la semana, si no encuentras otra que te vaya mejor o que la prefieras, te proponemos la siguiente: "Apartándolo de la gente, estando solos, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, le dijo: Effeta (as dicir, abríos)".

   En la primera lectura, tengamos presente el rico lenguaje metafórico. Es el trabajo de Dios que va trabajando en nuestros corazones. Vivamos con inmensa alegría las maravillas que Dios realiza en nosotros. Releamos y vivamos dicha lectura. Isaías 35,4-7a.

   La segunda lectura, Santiago 2,1-5, nos advierte ya en su comienzo, "que no mezclemos la fe con la acepción de personas". Ante Dios somos todos iguales: el hombre y la mujer, el rico y el pobre, el inteligente y el menos inteligente... Debemos apreciar a las personas bajo la mirada de Dios, con amor maternal. Ejercitémonos en ello.

   El evangelio de hoy nos introduce en las grandes dificultades con que tropezó Jesús, incluso la primitiva Iglesia, para que aceptasen el mensaje cristiano. Hoy se trata de un sordo tartamudo al que llevan a Jesús. Hay personas que colaboran con Jesús para llevarle a otros. Estos voluntarios sienten interés, en este caso, por el  sordo y tienen confianza en poder hacerle un bien. El verbo está en presente histórico, con lo cual reafirma que en tiempos del evangelista Marcos todavía existían dichos voluntarios. La sordera y la ceguera se usan en los profetas siempre como figura de la resistencia de Israel para escuchar a Dios. La palabra que usan dichos intermediarios no es "pedirle" a Jesús que imponga la mano, sino que se lo "suplican". Los intermediarios manifiestan así su gran interés por el sordo y la gravedad de la situación. Jesús ha echado abajo la distinción entre judíos y paganos, pero una gran parte de la comunidad de creyentes no lo comparte, están sordos a este mensaje. La sordera y la ceguera se usan continuamente, en el lenguaje de los profetas del Antiguo Testamento, para expresar la negación de Israel a escuchar lo que Dios le dice. Nunca en el A.T. aparece la curación de sordos o mudos. Siempre es figurado el sentido de dichos términos. En efecto, el sordo de este evangelio no tiene nombre ni se dice de donde es, es un personaje representativo. Los judíos no quieren admitir el mensaje universalista de Jesús. Comunican un mensaje deformado representado por la tartamudez. Para ello se fundan en una creencia teológica, base del nacionalismo judío: Dios pretende que Israel sobresalga por encima de todos los demás pueblos. Los discípulos, incluso los Doce, subordinan la misión de Jesús a un principio teológico inamovible para ellos. Por ello, la teología vale en tanto en cuanto nos acerca a Dios. Tiene mucho de razonamiento humano y, por lo tanto, discutible. Pero, busquemos a Dios, o mejor, dejemos que El nos busque. Seamos voluntarios para ayudar a los demás a que encuentren a Dios.

   Compromiso:
   ¡Quiero ser voluntario!

 
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