miércoles, 24 de agosto de 2016

XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 28-08-2016, Lucas 14, 1.7-14

Recordando una flor con los pétalos a su alrededor y el pistilo en el medio, así se presentan las lecturas de este domingo. En efecto, la primera y tercera nos hacen unas interesantes llamadas a la humildad desde el punto de vista religioso. Pero, cual pistilo, en la segunda se nos presenta el fruto de tal conducta, pues con ella nos hemos acercado a Dios y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Para interiorizar la enseñanza, repetir varias veces durante el día: << el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado>> (Lucas 14).

El libro de Siracusa o también llamado El Eclesiástico (3,17-18.20.28-29) nos dice que siendo humildes alcanzaremos el favor de Dios, que nos revelará sus secretos. La humildad ante Dios es básica para el progreso espiritual.

La carta a los Hebreos (12,18-19.22-24a) nos recuerda a dónde nos hemos acercado los creyentes cristianos. Hoy día no podemos seguir pensando que los cristianos no católicos están separados de Cristo. Vamos a celebrar los 500 años de la Reforma y debemos reconocer que los católicos hemos aprendido muchas cosas de ellos. Vivimos todos, no en balde, de la fe en Cristo y nos acercamos a las almas de los justos que han llegado a su destino.

El evangelio, como se decía al comienzo, es el otro pétalo que nos habla de la humildad. De la humildad ante Dios, se entiende. Hoy se nos presenta una parábola en forma de banquete. Actualmente, cuando se invita a una comida, por ejemplo a una boda, se utiliza el sistema de tarjetas para designar la mesa y el lugar en que se han de sentar los invitados. En tiempos de Jesús, las cosas eran distintas. En vez de sillas, usaban una especie de colchonetas inclinadas, donde se echaban para comer. A cada lado de la mesa había tres lugares para invitados, es decir para reclinarse. El lugar central de cada lado era lugar de honor. Había, pues, cuatro lugares importantes.

Cuando el cocinero anunciaba que ya podían acomodarse, los invitados (fariseos) corrían para ocupar el lugar central en cada lado. Pero, Jesús les advierte que no se apuren, no sea que habiendo cogido un buen puesto llegue el anfitrión y te mande pasar a otro lugar no importante. Jesús aconseja ir siempre a un puesto no importante. De esta forma, si el anfitrión lo considera, irá a cambiarte de lugar para darte la importancia que él cree conveniente. Así, serás ensalzado. Porque dice Jesús <>.

En tu oración nunca pongas condiciones a Dios. Sé humilde y échate en sus manos.


Compromiso: Aprender a practicar la humildad en la oración.

 
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