martes, 19 de mayo de 2015

Solemnidad de Pentecostés. Ciclo B. 24/05/2015. Juan 20,19-23

   Si un domingo coinciden las tres lecturas claramente en una misma temática, es hoy. Las tres nos hablan de la recepción y frutos del Espíritu Santo.

   La primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11), está escrita en un lenguaje típicamente judío. Ellos, en aquella época, tenían un sentido profundo de la  presencia del Espíritu Santo. De hecho, después de su muerte y resurrección Jesús instruyó a los Apóstoles por medio del Espíritu Santo, como se ve en Hechos 1,2. Referente a la primera lectura de este domingo, hay un hecho recogido que nos dice que un tal Yojamán enseñaba la Biblia a sus alumnos y, entonces, el Espíritu Santo pareció descender sobre ellos en forma de un fuego y un viento impetuoso. Es una forma de expresar como el Espíritu de Dios puede penetrar en nuestras almas. El nos da la experiencia humana de lo divino. Esto lo experimentan las personas de oración y, entre los cristianos, los que reciben con sencillez y frecuencia la eucaristía. Es la fiesta de Pentecostés celebrada continuamente en nuestro interior.

   La segunda lectura (1 Corintios 12,3b-7.12-13) concentra toda su fuerza y expresión en el comienzo y final de la misma. Comienza afirmando que nadie puede decir "Jesús es el Señor" si no es por la acción del Espíritu Santo. Esto lo reconocen bien los convertidos. No es una alucinación. Es una experiencia interior profunda. Es el Espíritu Santo que anida en nosotros, pues hemos sido bautizados en este mismo Espíritu.

   La tercera lectura o evangelio nos presenta reunidos a los discípulos, es decir, a los que han dado ya su adhesión  a Jesús. No están sólo los apóstoles. Están, conforme a una correcta traducción, con las puertas no sólo cerradas sino fuertemente atrancadas por miedo a los dirigentes judíos. No se nos presenta a Jesús andando desde la puerta. El está en el centro de la comunidad porque él es para ella la fuente de la vida. El, que ahora está vivo, les muestra los signos de su muerte en sus manos y en su costado. Es como para decirles que, si tienen miedo a la muerte y por eso están atrancados, no tengan miedo pues, como a él, nadie puede quitarles la vida que él comunica. Magnífica lección para los que debemos aprender de los cristianos, católicos o evangélicos, que están dando su vida con grandes sufrimientos pana no renegar de Cristo. El encuentro o reencuentro con Jesús es siempre motivo de gran alegría. Por otra parte, la misión de extender el reino de Dios es misión de todos nosotros.

   A nuestras parroquias hay que sacarlas continuamente a la calle, como desea el que nos preside en la caridad, obispo de Roma, Francisco. Jesús nos comunica el Espíritu Santo, no sólo a los apóstoles, sino a todos los discípulos, para que podamos dejar libres de pecado a los demás. Es así como hay que entender el evangelio de hoy. Sería necesario añadir una explicación sobre el concepto de pecado en Juan. Pero no queda tiempo. Pueden ver los comentarios de este evangelio del ciclo B, en los últimos seis años.

   Compromiso:
   Hazte las siguientes preguntas: ¿serías capaz de dar tu vida antes que renegar de Cristo, escupirlo y pisotearlo? ¿seguirías el ejemplo de muchos cristianos de hoy?

 
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