miércoles, 13 de octubre de 2021

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Marcos 10, 35-45. 17/10/2021

Todos en esta vida tenemos una flecha que nos indica la dirección que debemos seguir para alcanzar la meta que Dios nos propone. La dirección nos la va marcando Jesucristo en nuestros corazones, sólo hace falta que estemos atentos en nuestro interior y dejar que Dios se nos vaya manipestando. Mientras tanto, pidamos a Dios que nos ayude y que mueva nuestro corazón. Cada uno de nosotros tendrá que saber si la palabra de Dios ha iluminado su corazón o si acaso le ha dado la espalda. La primera lectura es de Isaías 53, 10-11. Es dura porque nos presenta el mesías triturado con el sufrimiento, entregando su vida como expiración nuestra. Es así como empieza esta lectura. La palabra "triturar" es una palabra muy dura y es la que el autor sagrado escogió para aplicar al redentor. Es muy dura pero es muy expresiva. El salmo 32 nos propone "Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti". Memoricémosla y repitámosla varias veces durante el día. La segunda lectura se toma de la carta a los Hebreos, 4, 14-16. Esta lectura nos presenta a Jesús maravilloso. Su fidelidad ha sido probada, totalmente probada, y además en él no hay ni rastro de pecado. El es nuestro sumo sacerdote ante el trono de la gracia. Precioso nombre: "el trono de la gracia". ¡Todo se nos va a dar gratis por los méritos de Jesús! Seguro. Por eso, comparezcamos confiados, con esa confianza que tiene el que ama a Dios. Y, llegamos al evangelio de hoy. Marcos 10, 35-45. La enseñanza principal de este evangelio se encuentra al final del mismo: "El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, que sea esclavo de todos". Tengamos presente este texto durante toda la semana y pongámoslo en práctica. Creceremos al lado de nuestro sumo sacerdote, Jesucristo. Iremos descubriendo, poco a poco, en nuestros corazones, cómo el amor a Jesús crece de verdad, en nosotros. Permanezcamos en esta actitud, en este proceder, y no desfallezcamos. Y si desfallecemos, volvamos a empezar rápidamente. Si Dios nos concede alguna experiencia santa, recibámosla en nuestro corazón con sencillez, no creamos que somos santos de verdad. Nunca llegaremos a ser como Jesús, que es verdadero amor. Que nos ama de verdad. Que está a nuestro lado. Pero sigamos en esta línea que nos proponemos. Volvamos a empezar, si no queda más remedio, pero nunca la abandonemos. Propósito: Se deduce solo. No hace falta ponerlo aquí. ¡Adelante! Pero con Jesús a nuestro lado.

 
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